Mirza Tahir Hussain es un británico musulmán de 36 años que hace 17 espera tras las rejas en Pakistán entre condenas a prisión perpetua, absoluciones y la pena capital varias veces postergada. Ahora, la ejecución fue fijada para el 1 de octubre.
Las autoridades de Pakistán suspendieron una vez más la ejecución de Tahir, como se lo conoce a Hussain, sentenciado por asesinar a un taxista en diciembre de 1988. Este hombre oriundo de la septentrional ciudad de Leeds, 200 kilómetros al norte de Londres, alega que fue en defensa propia.
Asegura que el conductor trató de agredirlo física y sexualmente apuntándolo con un arma, que se disparó en el forcejeo.
Hussain, quien había ido a Pakistán a visitar a su familia y llevaba un solo día en este país, se sentó al volante y condujo hasta la primera estación de policía que pudo hallar, entregó el arma y relató el episodio. Fue arrestado de inmediato.
Entonces fue llevado a juicio y condenado a muerte en 1989. Tres años después, un tribunal de apelaciones encontró serias incongruencias en el fallo y, luego de un nuevo juicio en 1994, lo condenó a cadena perpetua.
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La apelación llegó a la Corte Suprema de Justicia de la septentrional ciudad pakistaní de Lahore, en 1996, y el joven fue absuelto de todos los cargos.
Una semana después, su caso pasó al Tribunal Federal de la Shariá (ley islámica), de carácter religioso, donde fue condenado por robo a mano armada.
El mismo tribunal impuso luego la pena de muerte por dos votos contra uno. La Corte Suprema de Justicia mantuvo ese fallo. El año pasado, el presidente pakistaní Prevez Musharraf le negó clemencia al sentenciado.
La pena que finalmente se iba a ejecutar el 1 de septiembre se postergó hasta el 1 de octubre. Esta es la tercera vez que se suspende, las otras dos fueron en junio y agosto, gracias a las negociaciones que diplomáticos británicos y organizaciones de la sociedad civil mantienen con la familia del taxista asesinado.
Las autoridades británicas y grupos no gubernamentales dedicaron enormes esfuerzos para conseguir su libertad, pero hasta ahora sólo obtuvieron postergaciones, como ocurrió el 16 de este mes.
La shariá determina que un preso puede ser liberado sólo si de indemniza con dinero a la familia de la persona lesionada.
Las autoridades pakistaníes se negaron a dar entrevistas a IPS y a realizar comentarios acerca de las razones de esta nueva suspensión de la ejecución.
Funcionarios del gobierno británico junto a la Liga Musulmana de Pakistán tratan de llegar a un acuerdo con la familia del difunto.
"Entiendo que este proceso avanza lentamente", escribió el británico Mark Lyall Grant, Alto Comisionado para Pakistán, en una carta del 20 de julio a la secretaría del presidente pakistaní en la que le urgía la suspensión de la ejecución.
Otras organizaciones, como la humanitaria Amnistía Internacional, y miembros del Parlamento Europeo trabajan para liberar a Tahir.
El hermano del sentenciado, Amjad Hussain, de 38 años, dijo la semana pasada que la oficina de Relaciones Exteriores de Londres lo había puesto al tanto del avance de las negociaciones entre el gobierno de Gran Bretaña y las autoridades pakistaníes. Amjad calificó de muy positivo el encuentro en una entrevista telefónica con IPS desde Leeds.
"Tengo esperanzas porque cuatro parlamentarios trabajan arduamente en el caso de mi hermano y porque miembros del gabinete manejan información de último momento. El primer ministro (británico) Tony Blair se interesó personalmente por el caso. Es claro que la pelota está en el terreno del tribunal pakistaní. A ambas familias les interesa resolver el asunto", añadió.
Mientras Hussain languidece en el banquillo de la muerte de la cárcel de Adiala, en Rawalpindi, una ciudad al sur de Islamabad, su hermano lleva adelante con más ímpetu que nunca la campaña para su liberación. La Unión Europea siempre utilizó activamente los canales diplomáticos además de que el gobierno de Gran Bretaña se toma muy en serio el asunto.
Josep Borrell Fontelles, presidente del Parlamento Europeo, escribió una carta a Musharraf en mayo en la que urgía a que Pakistán indultara a Tahir. Posteriormente, el 6 de agosto le envió una misiva de agradecimiento.
El presidente de Pakistán puede aplazar, perdonar, remitir, suspender o conmutar cualquier sentencia aprobada por cualquier tribunal u otra autoridad del país. Pero el mandatario ya rechazó los pedidos de piedad.
"Puedo tener esperanzas de que a esta etapa le siga la anulación del veredicto del tribunal islámico y lo iguale a la sentencia del alto tribunal común", escribió Fontelles. Esto mejorará mucho la imagen de Pakistán en el mundo como país que respeta los derechos humanos y el imperio de la ley.
Pero, un portavoz de la familia del taxista asesinado señaló que no quieren seguir negociando más y que quieren ver a Tahir ahorcado.
Podremos ser pobres, pero para nosotros el honor es muy importante. Nos pueden dar toda la riqueza de Pakistán, aun así no vamos a ceder, dijo a IPS Imran Khan, primo del taxista.
Mirza Tahir Hussain alcanzó notoriedad internacional porque es ciudadano británico. Pero muchos desafortunados —más de 7.400 hombres y 36 mujeres— no tienen voz y se consumen en prisiones pakistaníes, esperando la ejecución.