DARFUR: Acuerdo de paz genera más violencia

Tres meses después de la firma de un acuerdo por la paz en Darfur, auspiciado por Estados Unidos y la ONU, la violencia y el caos azotan de nuevo a esta región del occidente de Sudán, según organizaciones humanitarias y expertos locales.

Crédito: UN/DPI Photo
Crédito: UN/DPI Photo
En vez de pacificar la región, el acuerdo del 5 de mayo entre el gobierno sudanés y un grupo insurgente fracturó el bando rebelde, cuyas facciones ahora combaten entre sí.

"Este fue el objetivo del gobierno de Sudán todo el tiempo: avivar el conflicto dentro de Darfur y entre los rebeldes para mantener el caos", según John Prendergast, experto en temas de Sudán del International Crisis Group.

"Divide y destruirás. Jartum usó el Acuerdo de Paz de Darfur como el último medio para continuar esa estrategia", dijo.

El gobierno, aseguró Prendergast, brinda apoyo logístico a la facción del Ejército de Liberación de Sudán (SLA) que firmó el acuerdo, así como a las milicias árabes Janjaweed, al parecer utilizadas por Jartum para llevar a cabo su campaña en la que fallecieron 400.000 personas desde 2003.
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El Acuerdo, aplaudido por Washington y la Unión Africana, también alimentó tensiones entre los más de dos millones de desplazados por la violencia de los últimos tres años, la mayoría de las cuales viven en campamentos vastos y superpoblados.

Esto dificultó el trabajo de las agencias humanitarias. Ocho trabajadores de esas organizaciones murieron en violentos incidentes ocurridos en Darfur en julio, el peor mes en lo que va de conflicto en la materia.

"La violencia con que se enfrentan los trabajadores humanitarios en Darfur no tiene precedentes", según Manuel da Silva, coordinador humanitario y subrepresentante especial para Sudán del secretario general de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), Kofi Annan.

En las últimas dos semanas de julio murieron en Darfur más socorristas que en los dos años anteriores.

"Desde la firma del acuerdo, Darfur se volvió cada vez más tensa y violenta, lo que condujo a las muertes de demasiados civiles y trabajadores humanitarios", dijo Paul Smith-Lomas, director regional de Oxfam Internacional, una de las organizaciones dedicadas a la asistencia entre cuyo personal también hubo fallecidos en las últimas semanas.

"Un cese del fuego total y completo debe implementarse de inmediato", opinó.

En una declaración emitida el martes, Oxfam y otras tres importantes agencias humanitarias internacionales activas en Darfur —CARE, el Comité de Rescate y World Vision— informaron que 25.000 personas huyeron de sus hogares en el norte de Darfur el mes pasado.

La violencia amenaza la capacidad de la operación humanitaria más grande del mundo, implementada para brindar suministro y servicios vitales a unos 3,5 millones de personas en toda la región que dependen de la asistencia para sobrevivir.

La ONU calculó en julio que el grado de acceso humanitario en Darfur ahora es peor que en 2004 y que 40 por ciento de la población que necesitaba asistencia no la recibía.

En su declaración, las organizaciones señalaron que la fuerza de la Unión Africana (AMIS) —más de 7.000 soldados apostados en la región para brindar seguridad a los desplazados— parece haber reducido su actividad desde la firma del Acuerdo.

Annan, que reiteradamente pidió un mayor apoyo para AMIS, informó que una fuerza de paz de la ONU prevista para suplantar a esa misión en enero necesitará 18.600 soldados para asegurar que los bandos en pugna cumplan con el acuerdo.

Pero la creación efectiva de esa fuerza está envuelta en dudas, tanto a causa de la continua negativa de importantes facciones rebeldes para firmar el acuerdo y porque Sudán rechazó reiterados reclamos para permitir su despliegue.

Pese a la fuerte presión de la Unión Africana, la ONU, Estados Unidos y sus aliados de Europa occidentales, solamente un líder rebelde, Minni Minnawi, del SPA, firmó el Acuerdo.

Otras facciones rebeldes, incluidos disidentes del SPA y líderes del Movimiento de Justicia e Igualdad, rechazaron el acuerdo porque, según ellos, carece de las garantías adecuadas para el retorno seguro de los desplazados y compensaciones por sus pérdidas, así como para el desarme de los Janjaweed.

Luego de la firma del acuerdo, el movimiento rebelde efectivamente se fracturó. Los actuales bandos están ahora en guerra entre sí, en algunos casos adoptando tácticas similares a las practicadas por las milicias Janjaweed, que siguen activas en la región pese a los compromisos del gobierno para desarmarlas.

Al mismo tiempo, Sudán insiste cada vez más en que no aceptará una fuerza de la ONU. A fines del mes pasado, por ejemplo, el presidente Omar Hassan al-Bashir advirtió que Darfur se convertiría en un "cementerio" para las fuerzas del foro mundial si se desplegaban en la región.

La mayoría de los expertos independientes en Washington creen que estos obstáculos todavía podrían ser superados, siempre y cuando la comunidad internacional esté dispuesta a aceptar algunas demandas de los rebeldes como parte de la implementación del acuerdo y para ejercer presión sobre Jartum para que coopere.

Estas exigencias deben proceder particularmente de Estados Unidos, cuyo gobierno acusó a Jartum de "genocidio" contra la población africana de Darfur.

"El camino hacia una fuerza de paz multinacional para Darfur fue expuesto en detalle por Kofi Annan", dijo Ann-Louise Colgan, directora en funciones de la organización no gubernamental Africa Action.

"Estados Unidos debe dar nuevos pasos ahora para desafiar las evasivas de Sudán, y debe galvanizar una nueva acción sobre esta crisis", agregó.

Pero la intención de Washington sigue siendo una incógnita, dada la prioridad que manifestó en el Consejo de Seguridad de la ONU a la guerra entre Israel y Hezbolá en Líbano.

Por otra parte, dos altos funcionarios del gobierno del presidente George W. Bush —el ex subsecretario de Estado Robert Zoellick y el principal redactor de discursos del presidente, Mark Gerson— comprometidos con la crisis en Darfur ya no están en la administración.

"En este momento hay un enorme vacío" en el gobierno, según Prendergast, quien, junto con varias organizaciones de asistencia y legisladores demócratas y republicanos, favorece la designación de un enviado especial de tiempo completo a Darfur.

"Estoy seguro de que al presidente le gustaría hacer más, pero si no hay altos funcionarios que le digan 'necesitamos hacer esto o aquello', no ocurre nada", añadió.

En efecto, Bush mostró consistentemente un fuerte interés en Darfur, incluso al grado de telefonear en mayo personalmente a Bashir —a quien detesta— para presionarlo a enviar a su vicepresidente a firmar el acuerdo de paz a comienzos de mayo.

Que Bashir también le presta atención a Bush quedó en evidencia por el hecho de que designó a Minnawi como su asistente especial para Darfur —paso requerido bajo el acuerdo pero que el presidente sudanés postergó durante casi tres meses— 10 días después de que ese funcionario fuera recibido por Bush en la Casa Blanca, el 25 de julio.

La clave, según la mayoría de los analistas, radica en la voluntad de Washington de no solamente reiterar su compromiso a través de un enviado especial, sino también, en concordancia con sus aliados occidentales y africanos, presionar realmente a Jartum.

"Minnawi, quien es recibido en la Casa Blanca, ahora está luchando contra otros grupos rebeldes en nombre del gobierno. Pasaron tres años, el gobierno lo llama 'genocidio' y todavía no se impuso ninguna medida punitiva", afirmó.

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