El canciller de Brasil, Celso Amorim, y la representante comercial de Estados Unidos, Susan Schwab, se proponen este sábado en esta ciudad buscar alguna fórmula para retomar las negociaciones de la Ronda de Doha de la OMC, pero expertos creen que es muy difícil.
Una posible salida podría surgir si India acepta reducir la protección de su mercado agrícola como quiere Estados Unidos que, en contrapartida, podría entonces conceder recortes en los subsidios a sus productores de ese mismo sector, evaluó para IPS André Nassar, director ejecutivo del Instituto de Estudios de Comercio y Negociaciones Internacionales.
La negativa estadounidense a abandonar los subsidios a sus agricultores en la proporción requerida por países en desarrollo y la Unión Europea (UE) determinó la suspensión el lunes y por tiempo indeterminado de las negociaciones en la OMC (Organización Mundial del Comercio), que fue vista por muchos como la muerte de la ronda nacida en 2001 en la capital de Qatar.
El gobierno brasileño de Luiz Inácio Lula da Silva se dispone a buscar alternativas para una reanudación de las conversaciones, considerando prioritario un acuerdo multilateral, único ámbito en que se puede lograr una reducción sustancial de los subsidios agrícolas del mundo rico y de los desequilibrios comerciales.
Con el gobierno de su país responsabilizado por el fracaso de la Ronda, Schwab tratará probablemente de convencer a la diplomacia brasileña de buscar alguna concesión por parte de India, que abriría la posibilidad de vencer resistencias a la reducción de subsidios en Estados Unidos, según Nassar, cuyo instituto asesora al empresariado agrícola-exportador.
Brasil está en una posición "interesante", puede obtener ventajas tanto si se reducen subsidios, lo cual depende de los países ricos, como si se logra una mayor apertura de los mercados con una flexibilidad de India, argumentó Schwab, al responder a periodistas en una rueda de prensa el miércoles.
Además, Brasil comparte con India el liderazgo del Grupo de los 20 (G-20) países en desarrollo, que tuvieron un rol importante en las negociaciones de la OMC en los últimos años.
Con un mercado menos protegido y abultadas exportaciones agropecuarias, Brasil limitó muchas veces sus propuestas por las exigencias de otros socios importantes en el G-20, como China y especialmente India.
Es que India quiere que un quinto de su comercio agrícolas sea tratado de modo especial, con aranceles elevadísimos que en algunos casos pueden alcanzar a 300 por ciento. Además, hace hincapié en medidas de salvaguardia especiales que, según Nassar, permitirían en algunos casos sobrepasar límites arancelarios anteriores, configurando "un retroceso" en acceso a mercado.
Pero esas salvaguardias son necesarias para proteger la agricultura familiar en el mundo en desarrollo.
La negativa de Estados Unidos y la UE en aceptar tal protección, a la vez que exigen la apertura de los mercados en favor de sus industrias, configuran un "diseño" inaceptable para un acuerdo en la Ronda de Doha, recordó a IPS Adriano Campolina, director regional de la organización humanitaria ActionAid Américas.
En su opinión, al igual que la de muchas organizaciones no gubernamentales y movimientos sociales que acompañan críticamente las negociaciones para liberalizar el comercio, es "mejor que no haya ningún acuerdo" a tener que pagar el "alto precio" requerido por los países ricos, como sería la "entrega de la industria nacional" de naciones como Brasil.
Reanudar las negociaciones no es imposible, lo importante es saber cómo se hará la operación de salvamento, ahora que se "configuró una nueva correlación de fuerzas en la OMC", con los países en desarrollo en activa participación a diferencia del pasado, destacó Campolina.
El sistema multilateral de comercio, tal como está, se "mostró injusto" y sin condiciones de superar los desequilibrios internacionales, por eso será necesario hacerle "una profunda reforma" para que las negociaciones sean más transparentes y más participativas, sin decisiones adoptadas por "un grupo de seis países a puertas cerradas", acotó el activista.
Ya es un adelanto respecto del pasado en que era "bipolar", con Estados Unidos y la UE decidiendo todo, precisó. Ahora es "multipolar restringido", pero hay que avanzar mucho más, apuntó.
Ello exige "unir a todo el mundo contra Estados Unidos y la UE", cuyas intransigencias en mantener sus ventajas en el comercio mundial impiden un acuerdo con justicia, sentenció. Concederles la apertura del mercado industrial, que esas potencias exigen sin eliminar sus subsidios agrícolas, seria "un suicidio" para los países en desarrollo, concluyó Campolina.
Pero el fracaso de la Ronda de Doha provocó decepción en los grandes empresarios agrícolas brasileños, que dejarán de ganar miles de millones de dólares en exportaciones anuales ante la permanencia de los subsidios en el mundo industrializado y del proteccionismo generalizado que traban o distorsionan el comercio internacional de alimentos.
Una mayor participación del sector lechero de Brasil en el mercado mundial depende de la eliminación de subsidios internos y de la exportación a mercados menos protegidos, destacó Rodrigo Alvim, representante brasileño en la Alianza Láctea Global (GDA por sus siglas inglesas), que reúne a productores de Argentina, Australia, Brasil, Chile, Nueva Zelanda y Uruguay, y lucha por un comercio más libre.
En los países ricos, la producción láctea es subsidiada en más de 40.000 millones de dólares al año. En Canadá, por ejemplo, ese sector recibe 84 por ciento de apoyo, en Estados Unidos alcanza a 55 por ciento y en la UE a 15 por ciento, indicó Alvim.
De esa forma, sólo siete por ciento de la producción mundial de leche se destina al comercio internacional.
El subsidio corresponde a la mitad del precio de exportación de la mantequilla y más de 30 por ciento del precio de leche en polvo, añadió.