AMBIENTE-CHILE: El salmón en la picota

Las reiteradas denuncias contra la industria salmonera de Chile por ataques al ambiente y a normas laborales motivaron la creación de un observatorio en la austral isla de Chiloé, que pretende convertirse en un espacio de discusión sobre esta exitosa, aunque al parecer no sostenible, actividad productiva.

"Creo que estamos en el momento oportuno para tratar de generar un cambio, porque en las actuales condiciones la industria salmonera no es sustentable", dijo a IPS Francisco Pinto, economista y coordinador del Programa de Recursos Naturales de la no gubernamental Fundación Terram, una de las organizaciones que lidera esta iniciativa.

El Observatorio Laboral y Ambiental de Chiloé comenzó a funcionar en la víspera en la isla ubicada en la X región de los Lagos, a 1.100 kilómetros al sur de Santiago, ya que 80 por ciento del salmón producido en el país se concentra en esa región y el resto en la XI región de Aysén.

Además de la Fundación Terram, la experiencia la integran otras organización de la sociedad civil como la ecologista El Canelo de Nos, el Centro de Estudios Nacionales de Desarrollo Alternativo (Cenda) y el Observatorio Laboral de la Central Unitaria de Trabajadores (CUT), con el auspicio de Oxfam.

El observatorio pretende reunir toda la información disponible hasta ahora sobre la salmonicultura en Chile, además de seguir recopilando nuevos antecedentes. "Queremos que sea un espacio de atención para los trabajadores del salmón, donde puedan expresar los problemas laborales que los aquejan", explicó Pinto.

El salmón no es una especie nativa de las costas chilenas, sino que fue introducida para su producción con gran éxito en los años 80. Hoy es el segundo producto de importancia dentro de la canasta exportadora chilena, después del cobre, con un crecimiento proyectado para los próximos años en torno a 20 por ciento.

"En términos económicos, la industria del salmón ha sido un gran aporte para Chile, pero en la medida que ha crecido se han evidenciado los problemas ambientales y laborales asociados a ella", planteó el investigador de Fundación Terram, a pesar de que las empresas del sector firmaron en 2002 con el gobierno el llamado Acuerdo de Producción Limpia.

A las empresas salmoneras se les critica principalmente el uso indiscriminado de antibióticos y la descarga de nutrientes hacia el fondo marino, es decir, del alimento que los salmones no consumen y los desechos orgánicos que excretan los propios peces. Estas sustancias han sido vinculadas incluso a la aparición de la "marea roja", como se le llama a la concentración de algas tóxicas.

De igual forma, una investigación publicada por la Fundación Terram, denominada "Salmón tipo Piraña. Tasa de conversión en la industria salmonera chilena", concluyó que para producir un kilogramo de este alimento se requieren 10 kilogramos de pescado.

Según Pinto, si se cumplen las proyecciones de la salmonicultura chilena, que apuntan a producir cerca de 1,2 millones de toneladas de salmones hacia 2013, "prácticamente toda la industria reductora del sur del océano Pacífico estaría destinada a engordar salmones de cultivo".

Estas cifras difieren de las que maneja la Asociación de la Industria del Salmón (SalmonChile), la cual asegura que un kilogramo de este pez se alimenta con 4,3 kilogramos de otros pelágicos, es decir de aquellos que viven en zonas alejadas de la costa.

Los impactos laborales de esta actividad productiva también son preocupantes. En los últimos 16 meses, 18 trabajadores han muerto, nueve de ellos durante las tareas de buceo en las "jaulas balsas" donde se crían los peces.

La situación no es mejor en las frías plantas donde se faenan los salmones, a cargo principalmente de mujeres, que deben realizar movimientos repetitivos, que derivan en enfermedades de las extremidades superiores como tendinitis, síndrome del hombro doloroso y síndrome del túnel carpiano.

Francisco Rain, presidente de la Federación de Trabajadores del Salmón (Fetrasal), comentó a IPS que las trabajadoras deben permanecer de pie cerca de ocho horas diarias y sus salidas al baño son controladas por reloj. Incluso algunas de ellas han denunciado haber sufrido abortos espontáneos.

Para la organización internacional Oceana, estos antecedentes son suficientes para aplicar una moratoria a la expansión de la salmonicultura en las aguas de la X y XI región hasta contar con los mecanismos adecuados para fiscalizar sus condiciones laborales y controlar los efectos ambientales.

Por su parte, Pinto advirtió que en Chile se ha registrado una "trasnacionalización de la industria ", dado que actualmente 40 por ciento de los capitales invertidos en la salmonicultura son extranjeros, principalmente de Noruega, Holanda, Japón y España.

A las empresas multinacionales se les critica especialmente que no aplican los mismos estándares laborales y ambientales que en sus países de origen, amparados en la débil legislación chilena.

A juicio del investigador de Fundación Terram, "las autoridades chilenas están recién despertando", "tomando conciencia del impacto de la salmonicultura", puesto que "la industria siempre ha ido un paso adelante".

Ante este escenario, la Cámara de Diputados realizó a comienzos de julio una sesión especial para analizar los impactos de esta actividad, a la que fue invitado el ministro de trabajo, Osvaldo Andrade.

En esa oportunidad, Andrade señaló que entre 2003 y 2005 se efectuaron 572 fiscalizaciones programadas a las empresas salmoneras, 404 de las cuales terminaron con aplicación de una multa.

Andrade agregó que la tasa de accidentes alcanzó a 10,62 por ciento en 2005, mayor que el promedio nacional, con altos índices de accidentes graves y fatales, principalmente en las actividades de buceo, efectuadas casi en su totalidad por empresas de servicios subcontratadas.

En la sesión parlamentaria se resolvió iniciar una investigación de 90 días sobre las condiciones ambientales, sanitarias y laborales en que trabaja esta industria, algunas de las cuales fueron denunciadas por los 420 trabajadores de AquaChile, la salmonera más grande del país y la segunda en el mundo, que permanecieron dos semanas en huelga legal en demanda de mejores sueldos.

Los empleados de AquaChile, que depusieron la medida el 25 de este mes, pedían un aumento 26.000 pesos (unos 50 dólares), mientras que la empresa ofrecía sólo 4.000 pesos.

Durante el tiempo de paralización de las tareas, los operarios realizaron protestas callejeras que culminaron con destrozos y varios detenidos. Incluso, 10 trabajadores tomaron temporalmente la catedral de la ciudad de Puerto Montt, 1.022 kilómetros al sur de Santiago.

A pesar de que se llegó a un acuerdo, los trabajadores denunciarán ante la justicia prácticas antisindicales, ya que la empresa negoció con grupos de trabajadores no organizados, los cuales habrían recibido mayores beneficios que los huelguistas.

En definitiva, primó la postura de la empresa, al acordarse que el personal obtendrá un aumento de 4.000 pesos (siete dólares) en 2006 e igual cifra en 2007 y 2008.

Aunque la empresa informó que el convenio colectivo también contempló la incorporación de nuevos beneficios, como bonos y becas estudiantiles, permisos para mujeres trabajadoras, programas de viviendas y crédito y seguros de vida.

Rain sostuvo ante IPS que las enormes utilidades obtenidas por estas empresas no repercuten en el sueldo de los trabajadores ni van en beneficio de la comunidad. Por eso parlamentarios han propuesto aplicar regalías a la salmonicultura, sobre todo considerando que las compañías no pagan por las concesiones del borde costero que otorga el Estado.

El año pasado, Chile exportó 383.700 toneladas de salmón, las que reportaron 1.721 millones dólares, 20 por ciento más que en 2004, según datos de SalmonChile. Este año se proyectan ganancias por 2.000 millones de dólares. Los principales destinos del producto son Japón y Estados Unidos.

Existen en el mundo productores de salmón silvestre y cultivado. Estados Unidos y Japón lideran la primera lista, mientras que Noruega y Chile compiten palmo a palmo en la crianza de salmones en balsas, abarcando 38,7 y 37,9 por ciento de la producción mundial respectivamente.

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