INFANCIA: Trabajo, la calamidad que no cede

Las cifras alentadoras sobre la disminución de la cantidad de niñas y niños trabajadores en el mundo no ocultan la persistencia del flagelo en grandes regiones, reconocieron especialistas de la OIT en vísperas de la celebración del Día Mundial contra el Trabajo Infantil.

Entre 2000 y 2004, el trabajo infantil descendió 11 por ciento, para completar ahora 218 millones de menores en esa situación.

También el último dato disponible elevó a 126 millones la cantidad de niños y niñas que en 2004 realizaban trabajos peligrosos, 26 por ciento menos respecto de 2000.

Geir Myrstad, del Programa Internacional para la Eliminación del Trabajo Infantil, una actividad de la OIT (Organización Internacional del Trabajo) que es conocida por su sigla en inglés IPEC, estimó que esas cifras hacen notar que "estamos en la buena senda".

El trabajo infantil "realmente puede ser eliminado", reafirmó el funcionario.

El director general de la OIT, Juan Somavía, ha pronosticado que las peores formas de trabajo infantil pueden desaparecer antes de 2016, mientras que la comunidad internacional mantiene el último objetivo de eliminar definitivamente todas las formas de este flagelo.

Las normas de la OIT definen como peores formas de trabajo infantil a la esclavitud en todas sus maneras, y a las prácticas análogas, como la venta y el tráfico de menores, le servidumbre por deudas, la condición de siervo, y el trabajo forzoso u obligatorio para utilizarlos en conflictos armados.

La categoría penada incluye también la utilización, el reclutamiento o la oferta de niños para la prostitución, la producción de pornografía o actuaciones en ese tipo de oferta, como igualmente para la realización de actividades ilícitas, en particular la fabricación y el tráfico de estupefacientes.

La última variedad de peores formas reconocida por los tratados de la OIT se refiere al trabajo que, por su naturaleza o por las condiciones en que se realiza, dañe la salud, la seguridad o la moralidad de los niños.

La contundencia de los guarismos sobre trabajo infantil ha sido reconocida también por expertos independientes. Eric Sottas, director de la Organización Mundial contra la Tortura (OMCT), declaró complacencia por el declive del trabajo de los niños en el mundo, asó como por el retroceso de las peores formas de trabajo.

Sin embargo, esa entidad con sede en Ginebra y dedicada a la defensa de los derechos humanos, sigue preocupada por la cantidad significativa de menores que aún trabajan en condiciones peligrosas, en especial los que son víctimas de violencia en el trabajo y de explotación comercial o sexual, remarcó Sottas a IPS.

Las orientaciones impartidas por la OIT recomiendan a los gobiernos que adopten decisiones apropiadas y que ejerzan la voluntad política para asegurar que los niños trabajadores, en definitiva los más pobres de cada país, obtengan una parte equitativa del crecimiento económico y del desarrollo, explicó Myrstad a IPS.

Una deducción parecida extrajo Sottas, quien apuntó que es primordial entender que la falta de recursos de las familias constituye la causa principal del trabajo de los niños y niñas. Por tanto, la lucha contra la pobreza es necesaria para lograr la eliminación del trabajo infantil, arguyó.

Otra sugerencia de la OIT alude a la necesidad de afrontar con un enfoque integral la lucha contra el trabajo infantil, lo cual implica involucrar en esa campaña no sólo al Ministerio de Trabajo sino también a los de Educación, de Finanzas y a las oficinas de planificación, apuntó Myrstad.

En ese plano, el funcionario puso como ejemplo las directrices impartidas por el gobierno de Tanzania, dónde la eliminación del trabajo infantil figura en el centro de sus políticas, según afirmó el ministro de Trabajo de ese país, Jumanne A. Maghembe, quien participa de la Conferencia Internacional del Trabajo que sesionará hasta la semana venidera en Ginebra.

En Tanzania establecimos un marco institucional que nos permite supervisar las acciones para asegurar que el trabajo infantil se reduzca y para prevenirlo en todas sus etapas, dijo Maghembe.

El plan integrado nacional funciona a través de un comité de dirección formado por los más altos funcionarios oficiales representantes de los ministerios y de las instituciones del Estado, describió.

Un organismo similar actúa en los distritos, con la participación de jefes de departamentos regionales y también de expertos y activistas de organizaciones no gubernamentales. Por último, también en las aldeas se desenvuelven comités locales para luchar contra el trabajo infantil, explicó el funcionario.

El gobierno de Tanzania ha instituido la educación primaria libre y universal. De esa manera, el comité local de cada aldea asegura que informará de inmediato de la aparición del menor signo de trabajo infantil, relató.

La legislación penal de Tanzania ha sido reformada para incorporar una pena de un año de prisión para el que viole las disposiciones contra las peores formas de trabajo infantil. "Nosotros pensamos que en un período de cinco a 10 años seremos capaces de tener bajo control este flagelo", aventuró el ministro.

También Brasil, otro de los países presentados por la OIT como un modelo en la lucha contra el trabajo infantil, alertó que el esfuerzo requiere múltiples compromisos nacionales.

La cuestión de dominar el trabajo infantil no es un resultado milagroso, que se obtiene al primer intento, expuso el representante brasileño, Carlos Antonio da Rocha Paranhos.

Se requiere un trabajo integrado con programas contra el trabajo infantil, así como también una perfecta coordinación de las políticas económicas gubernamentales destinadas a sostener el otorgamiento de mejores salarios por el sector privado, dijo Paranhos.

La OIT indicó que en 2004 había en Asia 122 millones de niños y niñas que trabajaban, lo que equivale aproximadamente a 18 por ciento del total de menores asiáticos. En América Latina y el Caribe, sumaban 5,7 millones, que equivalían a alrededor de 5,1 por ciento.

En Africa subsahariana, los niños trabajadores se elevaban a 49,3 millones, equivalentes a 26 por ciento de la población infantil. En el resto del mundo se contaban 13 millones de menores ocupados, alrededor de cinco por ciento de la población.

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