El aumento de la emigración latinoamericana y de las remesas enviadas desde los países de destino tiene efectos multiplicadores en la economía de la región.
En 1978, las exportaciones agrícolas representaron 81 por ciento del ingreso de divisas a El Salvador y las remesas desde el extranjero, ocho por ciento. La proporción se invirtió en 2004 a cinco y 70 por ciento, respectivamente.
Los 20.000 millones de dólares de remesas enviadas a México el año pasado constituyeron la segunda fuente de divisas extranjeras detrás de las exportaciones de petróleo. Este país es el décimo exportador mundial de crudo y el cuarto proveedor de Estados Unidos.
Las consecuencias de estos cambios macroeconómicos son evidentes. El aumento de los precios en comunidades rurales que reciben muchas remesas sugiere que ese flujo de dinero agrava la inequidad en la distribución del ingreso a nivel local mientras la mejora a nivel nacional.
En el caso de El Salvador, por ejemplo, la dolarización de su economía determina límites a la circulación de dinero, lo que, en teoría, contendría la inflación..
Pero la enorme cantidad de remesas en dólares que ingresan al país contrarresta esa restricción, explicó la analista de asuntos latinoamericanos Pamela Starr, de la consultora Eurasia Group.
En la medida en que las familias conservan las remesas en dólares, se reduce la pérdida por la diferencia entre los tipos de cambio vendedor y comprador, lo que eleva la masa de dinero, aumentando la inflación.
La economía de México no está formalmente dolarizada. Sin embargo, al menos una institución de microcrédito, la Fundación Cinco de Mayo del estado de Puebla, debió retirarse de algunas municipalidades porque la dolarización informal encarecía sus operaciones.
"Toda la demanda de microcrédito en esas comunidades era en dólares", indicó Juan Antonio Moreno, director de la Fundación.
Como consecuencia, quienes no pueden llevar adelante un negocio en dólares —es decir, casi todos en las zonas rurales— terminan operando en la economía informal.
La Fundación debió retirarse de una región de Puebla que, según diversas estimaciones, recibe 70 por ciento de los 1.000 millones de dólares en remesas que llegan al estado. Por lo tanto, renunció a un mercado de 700 millones de dólares, dijo Moreno.
Otras áreas de la región pueden no estar dolarizadas, pero la demanda de microcrédito está demasiado dispersa geográficamente como para justificar el mantenimiento de una sucursal, explicó. Además, el volumen de las remesas locales está muy por encima del costo del mantenimiento de las sucursales.
Las remesas que llegan a El Salvador han alterado la actividad económica local, al punto que en las áreas rurales hay tantos trabajadores en la actividad agrícola como en las típicamente urbanas, como el comercio, la industria, la construcción y los servicios.
El grupo de estudio Inter-American Dialogue, con sede en Washington, identificó en El Salvador cuatro sectores beneficiados por las remesas: las telecomunicaciones, el turismo, los viajes y el llamado "comercio nostálgico" de productos originales del país, que representa 450 millones de dólares por año, 10 por ciento de las exportaciones.
Los negocios inmobiliarios también se han visto beneficiados, pues los operadores del sector privado, tanto de El Salvador como de México, canalizan parte del flujo de remesas hacia la construcción de viviendas.
El Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) ofrece otra perspectiva para analizar la migración y las remesas en su último Índice de Desarrollo Humano, en que compara varios países en función de la pobreza, educación, esperanza de vida y otros factores.
El peso relativo y la influencia de la diáspora salvadoreña en Estados Unidos llevaron al PNUD a analizarla como si se tratara de un país distinto.
La proporción de la pobreza y el nivel de ingresos de este "país" se ubican en un punto intermedio, entre los de la población de Estados Unidos y la de El Salvador. Pero aun más revelador es la comparación de la colonia salvadoreña con otros países en términos de desarrollo humano.
El Índice del PNUD ubicó a la diáspora salvadoreña en el puesto 40, junto a Chile, Lituania y Kuwait. Mientras, El Salvador ocupa el lugar 103 de los 177 países analizados, entre Palestina y Guyana. México figura en el lugar 52, detrás de Cuba.
Estas estadísticas sugieren que los marginados seguirán emigrando para satisfacer sus necesidades y las de sus familias. El desarrollo de esta tendencia determinará el logro de una verdadera democracia económica.
(*) Ulysses de la Torre da clases de periodismo en del Instituto Tecnológico Autónomo de México en la capital mexicana. Este informe integra una serie sobre los efectos de las remesas y el microcrédito en el desarrollo social y económico y en los mercados.
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