DESARROLLO-AMÉRICA LATINA: Desiertos sí pueden generar riqueza

Los desiertos avanzan en América Latina y el Caribe, donde cubren ya unos cinco millones de kilómetros cuadrados, casi una cuarta parte de la región. Aunque este fenómeno preocupa, nuevos estudios sugieren que las tierras áridas también pueden generar riqueza.

Estos ecosistemas tienen el potencial de producir electricidad por energía solar, permiten cultivar peces y atraer turismo. Además, existen indicios de que su fauna y flora contienen armas genéticas contra enfermedades como el cáncer uterino.

Aunque en la región se explota una mínima proporción de las tierras desérticas, hay algunos casos exitosos.

En el septentrional desierto chileno de Atacama se aprovecha la energía solar. En la norteña provincia argentina de Salta se promociona el turismo. Y en una región del estado de Chihuahua (norte de México), los arbustos desérticos permiten alejar del peligro de extinción a un tipo de roedores llamados perros llaneros o de pradera (Cynomys ludovicianus).

Además, en lugares áridos del estado mexicano de Sonora emerge agua pura que permite cultivar granos de buena calidad.

"No todos los cambios (generados por la desertización) tienen que ser necesariamente dañinos. Algunos pueden tener beneficios concretos para los pueblos indígenas y otros habitantes de los desiertos, e inclusive para el mundo entero", señala la Evaluación Mundial de los Desiertos, elaborada por el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (Pnuma).

Según el estudio, elaborado con motivo del Día Mundial del Medio Ambiente —el 5 de junio—, "los desiertos se podrían convertir en la fuente de electricidad libre de carbón para las habitaciones del siglo XXI".

"Un área de 800 por 800 kilómetros de un desierto como el Sahara podría capturar suficiente energía solar para generar las necesidades eléctricas de todo el mundo, e inclusive más", agrega.

En el desierto de Atacama ya se saca una pequeña partida de energía. Allí, comunidades quechuas de la llamada comuna de Ollagüe, que viven a 4.000 metros de altura y llegan a soportar temperaturas nocturnas de hasta 40 grados bajo cero, calientan sus viviendas con baterías solares.

El uso de esta tecnología, que integra un proyecto financiado desde 2004 por el Fondo para el Medio Ambiente Mundial, beneficia a 12 familias de esa comuna, de apenas 273 habitantes.

Por el aislamiento de la región, allí no existen sistemas de electricidad. Y sus caseríos, de piedra y barro, hasta hace poco sólo podían calentarse con la combustión de leña y alumbrarse con velas y lámparas de carburo.

La auxiliar municipal de Ollagüe, Carmen Achu Colte, explicó a Tierramérica que en breve el programa con paneles solares se extenderá a 25 familias, que aspiran a desarrollar riego por goteo, piscicultura y turismo.

Según el documento del Pnuma, el "turismo basado en la naturaleza de los desiertos puede proporcionar (à) nuevas posibilidades y perspectivas para los pueblos de las regiones más pobres del mundo".

En Argentina, se creó en 1996 el Parque Nacional Los Cardones, en la zona desértica de Salta. Allí, las autoridades turísticas promocionan safaris fotográficos y observación de flora y fauna.

En México, el científico Gerardo Ceballos busca preservar a los roedores conocidos como perros de pradera en una zona de Chihuahua de 500.000 hectáreas amenazada por la desertización. Pretende que el gobierno la declare reserva natural.

Ceballos, ganador del premio británico Whitley por su trabajo, afirma que llegarán otros animales en un número tan alto que transformarán el lugar en un gran atractivo turístico, similar al parque natural estadounidense de Yellowstone.

Según la Evaluación Mundial de los Desiertos, los ecosistemas de esas áreas también tienen un potencial prometedor en el frente alimentario.

Por ejemplo, señala que en una zona del desierto de Sonora emerge agua tan pura que favorece la producción de granos de calidad, lo que podría contribuir a una mejor cosecha global de alimentos.

Los desiertos prometen, además, "nuevas fuentes para medicinas derivadas de sus plantas y animales que están asombrosamente adaptados a su severo y comúnmente impredecible hábitat", señala el Pnuma.

Una de las posibles minas genéticas está en los desiertos de Chihuahua, en México. Según estudios de la organización ambiental WWF, allí radica casi 25 por ciento de las 1.500 especies de cactus conocidos por la ciencia y varios son endémicos, es decir que no se encuentran en ninguna otra parte del mundo.

Cerca de una cuarta parte de la superficie del planeta se considera zona desértica. En su entorno habitan más de 500 millones de personas.

Los desiertos están amenazados por actividades humanas no sustentables, extracción excesiva de agua y fenómenos climáticos y, por estas causas, su presencia se extiende hacia zonas antes llenas de vegetación, fenómeno conocido como desertización..

En América Latina y el Caribe hay unos 313 millones de hectáreas afectadas por la desertización (250 millones en América del Sur y 63 millones en América Central y México).

El avance de la erosión en tierras antes productivas es de tal dimensión en el mundo, que alrededor de 191 países ratificaron una convención de la Organización de las Naciones Unidas —vigente desde 1996— que apunta a detener el fenómeno.

* El autor es corresponsal de IPS. Con aporte de Gustavo González (Chile). Este artículo fue publicado originalmente el 3 de junio por la red latinoamericana de Tierramérica.

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