La decisión de la Unión Europea (UE) de abstenerse de aplicar sanciones diplomáticas a Cuba provocó en medios de la oposición interna de este país reacciones que oscilan entre el apoyo y la crítica abierta.
El gobierno cubano de Fidel Castro, en tanto, parece haber optado por la indiferencia y, al menos públicamente, hasta este martes no respondió a los acuerdos adoptados en la víspera en Luxemburgo por el Consejo de la UE.
En su resolución, el también llamado bloque de los 25 decidieron mantener suspendidas por segundo año consecutivo las medidas en contra de Cuba que habían adoptado en 2003 para condenar los arrestos de 75 opositores, sentenciados a penas de hasta 28 años de cárcel bajo cargo de conspirar, con fines subversivos, con una potencia extranjera.
Sin embargo, en el texto que reseña las conclusiones de la UE en su política hacia esta isla caribeña se dejó constancia de que el bloque "deplora el nuevo deterioro de la situación de los derechos humanos en Cuba desde su última evaluación en junio de 2005".
Las medidas, que permanecen desactivadas desde enero del año pasado, incluyen la restricción de visitas oficiales de alto nivel a Cuba, la reducción de la participación europea en los actos culturales en el país y la invitación a representantes de la oposición cubana a las fiestas nacionales de las embajadas de la UE en La Habana.
La asistencia masiva de grupos disidentes a las fiestas nacionales de las embajadas europeas irritó especialmente a La Habana, que mantuvo interrumpidos los contactos diplomáticos hasta que cesó esa práctica.
"Suspender las sanciones es un error de la UE", dijo a IPS Ángel Polanco, presidente del Comité Pro Cambio, una agrupación opositora partidaria de "todo tipo de embargo económico (contra La Habana), sea multilateral o individual" y de posturas radicales frente al gobierno de Castro.
El activista opinó que la UE está dando prioridad a su necesidad de mantener relaciones económicas con Cuba por sobre los derechos humanos. "En la práctica, es decirle al régimen que siga reprimiendo", opinó Polanco.
El bloque se propone continuar el "diálogo crítico" con las autoridades de la isla, con la sociedad civil y con los grupos opositores, que carecen de estatuto legal y son considerados oficialmente mercenarios a "sueldo de Washington".
Con ese fin, pidió a La Habana que se comprometa "con acciones de mejoramiento en la situación de derechos humanos". El gobierno de Castro rechaza sistemáticamente estas exhortaciones y considera que su país exhibe una de las hojas más limpias en la materia.
Un compromiso constructivo y un diálogo crítico y de comprensión a todos los niveles "se mantiene como la base de la política de la Unión Europea hacia Cuba", consideró el Consejo, al reafirmar "la relevancia y validez" de la posición común adoptada en 1996.
La UE somete a revisiones anuales esa postura, con la cual aspira a "fomentar el proceso de transición hacia el pluralismo democrático y el respeto de los derechos humanos y de las libertades fundamentales en Cuba, así como el aumento y la mejora duraderos del nivel de vida del pueblo cubano".
Durante la Cumbre UE-América Latina y el Caribe, realizada a mediados de mayo en Viena, el vicepresidente cubano Carlos Lage aseguró que su gobierno no toma "en serio" la política europea hacia su país, pues carece de "independencia".
En su opinión, los 25 no han sido capaces de elaborar "una política propia" y se han plegado a Washington, que desde hace más de cuatro décadas mantiene un férreo embargo económico contra la nación caribeña.
En el sector más moderado de la disidencia la opinión es diferente. "Por primera vez, la política de la UE responde a un sentido estratégico y no coyuntural", consideró, en declaraciones a IPS, Manuel Cuesta Morúa, portavoz del Arco Progresista, formado por grupos cercanos a la socialdemocracia.
Cuesta estimó, además, que la UE está definiendo "su propia política hacia Cuba, al margen de si la situación interna en la isla es más o menos difícil". "Su postura es de acercamiento, diálogo y construcción, lo cual saludamos", subrayó.
En ese sentido, contrastó la posición asumida por el bloque europeo con la de Estados Unidos, orientada, según dijo, a la presión, acoso e intentos de derribar al gobierno de Castro.
Oscar Espinoza Chepe, uno de los 14 excarcelados por motivos de salud del grupo de 75, dijo ser partidario del diálogo constructivo en vez de las "rupturas". Pero, a la vez, consideró necesario que la UE refuerce sus acciones hacia la sociedad civil y que sus vínculos con la disidencia "sean más estables".
En su opinión, entre los 25 hay países que son más "cooperadores y abiertos y se destacan por cumplir los consensos". Naciones como República Checa, Polonia, Gran Bretaña y Holanda defienden al parecer posturas más duras frente a La Habana, aunque se pliegan al consenso.
"Son matices normales dentro de la pluralidad de la UE, movidos por el interés de que haya un a evolución más rápida hacia la democracia. A la larga se impone la racionalidad europea, lo cual es positivo para nosotros", consideró, al respecto, Cuesta Morúa.
Según analistas, la UE acordó también comenzar a trabajar en una estrategia de mediano y largo plazo sobre Cuba, justamente en atención a los diferentes puntos de vista que se mueven en su seno respecto de una "transición pacífica" en la nación caribeña de sistema socialista.
En sus conclusiones, el Consejo de la UE también se quejó de que el gobierno cubano "ha retrocedido en las reformas que conducen a una apertura de la economía", que incluyen restricciones a la iniciativa privada.