SALUD-CUBA: Aborto compite con anticonceptivos

Muchas mujeres en Cuba recurren al aborto, más de 40 años después de ser despenalizado, como si fuera un método anticonceptivo más. Algunas llegan incluso a preferirlo por encima del condón, las pastillas o los dispositivos intrauterinos, sin pensar en sus riesgos.

"Es un método seguro", "no pasa nada", "se sale de eso rápido", mientras que "los anticonceptivos provocan molestias y no resultan efectivos ni gratos", fueron algunas de las explicaciones de 132 mujeres que aseguraron preferir el aborto al responder a una investigación de alcance nacional.

Más de 4.000 mujeres de todo el país fueron entrevistadas por la especialista en bioestadística Miriam Gran para su investigación titulada "Interrupción voluntaria de embarazo y anticoncepción: dos métodos de regulación de la fecundidad", publicada con el apoyo del Fondo de Población de las Naciones Unidas (UNFPA).

Aunque las tasas de aborto muestran un descenso, la tendencia no es tan marcada "como para hablar de cambios trascendentales" en los últimos dos años, dijo Gran a IPS.

"En términos de décadas, sí han habido descensos, lo que habla a favor de la planificación familiar, educación sanitaria y sexual. Hay que tener en cuenta que casi siempre que la natalidad desciende, algo que viene ocurriendo en Cuba, la interrupción de embarazos también disminuye", aseguró.

El estudio, publicado este año y que circula en medios oficiales y especializados, incluyó a 1.806 mujeres que decidieron interrumpir su embarazo y 2.442 que no lo hicieron.

El 52,2 por ciento de las que abortaron contestaron que llegaron a ese extremo por "abandonar" algún anticonceptivo, 30,1 por ciento por "desconocimiento", 7,3 por ciento por "preferencia" y las restantes fue por accidente o por problemas de salud, entre otras razones.

El aborto es legal en Cuba desde 1965, como un derecho de la mujer. La norma respectiva establece como período máximo para realizarlo la décima semana de embarazo y a partir de ese momento sólo se hace por razones de salud. Están sí penalizadas las interrupciones practicadas fuera de las instituciones del sistema público de salud.

La interrupción del embarazo "en condiciones de seguridad contribuye a la baja percepción del riesgo que tienen las mujeres e incluso a la que pudieran tener los proveedores de estos servicios" y proporciona "un estado psicológico más favorable en la mujer para enfrentarlo", concluye la investigación de Gran.

"No es que me guste, pero es una salida", comentó Patricia García, una estudiante universitaria de 21 años que reconoció haber abortado en dos ocasiones desde que empezara a tener relaciones sexuales a los 17 años. "Siempre pasa algo, o se te olvida la pastilla o se rompe el condón", comentó a IPS.

García espera ahora la confirmación de un tercer embarazo y está decidida a interrumpirlo de nuevo. Confiesa su temor al "momento desagradable", al dolor de las inyecciones, al malestar posterior, pero no piensa en las consecuencias que puede tener la anestesia general o la intervención quirúrgica en sí y mucho menos en la posibilidad de morir.

El último Anuario Estadístico de Salud del Ministerio de Salud Pública indica que 58 mujeres murieron en esta isla caribeña en 2004 por causas vinculadas al embarazo y el parto, para una tasa de 38,5 fallecidas por 100.000 nacidos vivos. También señala que 11 de esos casos de fallecimiento fue a consecuencia de aborto.

La cifra es insignificante si se compara con las altas tasas de aborto en el país. Un total de 67.277 embarazos fueron interrumpidos en 2004 en las instituciones especializadas del sistema de salud, 93.649 menos que en 1986, pero aún considerada una cifra alta por medios especializados.

El descenso se atribuye, en parte, al uso creciente de la regulación menstrual, un método que se aplica cuando la mujer acude al especialista inmediatamente después de detectar tardanza en el ciclo. La tasa de regulaciones menstruales en 2004 fue de 36 mujeres de cada 1.000 en edad fértil, según el Ministerio de Salud Pública.

Fuentes especializadas estiman que el caso cubano demuestra que la despenalización del aborto incide significativamente en la reducción de la mortalidad materna, pero debe ir acompañado de acciones sostenidas en materia de educación sexual y de planificación familiar para limitar su uso a momentos de urgencia.

Con 11,2 millones de habitantes, según estimaciones de fines de ese año, y una proporción de 1003 hombres por 1000 mujeres, Cuba muestra tasas de fecundidad por debajo del nivel de reemplazo poblacional (0,75 hijas por mujer), 20,9 abortos por cada 1,000 mujeres en edad reproductiva y 52,5 por cada 100 partos.

En algunos países latinoamericanos, el aborto es permitido sólo en casos de violación o cuando la vida de la madre está en peligro. Cuba y Guyana figuran entre los pocos países del mundo donde el aborto está totalmente legalizado y se practica a solicitud de la mujer.

Fuentes del UNFPA estiman que se realizan cada año alrededor de 19 millones de abortos en el mundo en condiciones sépticas o inaceptables desde el punto de vista médico. De ese total, unos cuatro millones se realizan en América Latina, muchos de ellos terminando en lesiones graves o la muerte de la madre.

Unas 68.000 mujeres mueren cada año por esta causa en el mundo. Investigaciones citadas por esta agencia especializada de la Organización de las Naciones Unidas concluyen que uno de cada 10 embarazos terminará en aborto realizado en malas condiciones, la mayoría de los cuales se practican en Asia, África y América Latina.

"El UNFPA apoya los esfuerzos de Cuba para mantener sus logros en salud sexual y reproductiva, incluidas las acciones en materia de educación sexual y acceso a los métodos de planificación familiar", confirmó a IPS Alfonso Farnós, representante auxiliar de la oficina de la agencia en La Habana.

El programa de cooperación del UNFPA con la isla, para el período 2004-2007, destina 3,3 millones de dólares a proyectos de salud reproductiva.

A diferencia de lo que ocurre en muchas naciones, la cubana Patricia García no necesitó ser víctima de una violación, tener un problema grave de salud u obtener el permiso de su pareja para abortar en un hospital público. Para ella, ese servicio es un derecho que ni siquiera se discute.

Las altas tasas de aborto tienen antecedentes históricos en el país, que datan de mediados del siglo XX. "La interrupción del embarazo en Cuba no esta signada simbólicamente como algo negativo, no se considera un crimen", comentó a IPS la doctora Leticia Artiles, coordinadora de la Red Cubana de Género y Salud Colectiva.

Este hecho y la inexistencia de "tabúes sociales" para que "las mujeres solteras busquen métodos anticonceptivos" facilita el ejercicio de "los derechos reproductivos de decidir cuántos, cuándo y cada qué tiempo tener un hijo o hija; que se produzca este proceso cuando sea un embarazo deseado", opinó Artiles.

Para la especialista, a la vez que refleja "una absoluta confianza en los servicios de salud", la alta recurrencia al aborto muestra "una baja percepción del riesgo que cualquier intervención, por simple que sea, puede significar para la vida, para un próximo embarazo, o para la salud integral" de la mujer.

Fuentes especializadas estiman que más de 70 por ciento de las cubanas que acuden a una consulta de infertilidad, para lograr un embarazo, tienen como antecedente uno o más abortos durante la adolescencia o en la etapa de adulta joven.

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