Las cuatro familias brasileñas que se instalaron en Portugal este mes son una avanzada de otras 250 decididas a cumplir el sueño europeo y a la vez contrarrestar la desertificación humana que afecta las regiones del interior de este país..
Llegaron extenuados por el largo viaje desde Maringá, ciudad del meridional estado brasileño de Paraná. Pero eso no impidió que con expresivo optimismo marcasen el inicio de una nueva vida en el Vila de Rei, remoto municipio de la región de Beira Baixa, en el centro este de Portugal.
Cinco siglos después del arribo de la escuadra del almirante portugués Pedro Álvares Cabral, el 22 de abril de 1500, a la ensenada en la que fundó Porto Seguro, en la exuberante costa que llamó Terras de Vera Cruz, luego Santa Cruz y más tarde Brasil, se da inicio a un flujo migratorio inverso.
El cometido de los repobladores de la "tierra quemada" es revivir el municipio de Vila de Rei, a unos 300 kilómetros de Lisboa, donde los decesos superan a los nacimientos desde 1981.
Comenzarán por la aldea de São João de Peso, en un inédito programa de la alcaldesa de Vila de Rei, Irene Barata, que cuenta con apoyo unánime de todos los partidos representados en el parlamento unicameral portugués.
Maringá, una ciudad tropical de 500.000 habitantes, y el pequeño Vila de Rei, en el que viven 3.250 personas en 90 aldeas y caseríos, tienen un pasado en común.
En las décadas de 1940 y de 1950, muchos portugueses emigraron a Brasil por la precaria situación económica de su país, incluidos los habitantes más pobres de Vila de Rei, que se establecieron en Maringá y prosperaron.
En el siglo XX, en especial entre 1940 y 1985, se produjeron grandes flujos migratorios portugueses hacia Brasil, Estados Unidos, Sudáfrica, Francia, Venezuela y Alemania.
Con la inversión del flujo y por geminación histórica, son ahora los brasileños de apellidos lusitanos castizos, como los 15 miembros de las familias Oliveira, Padilla, Ramos, Duarte y Faria, los que intentarán salvar el futuro de Vila de Rei, con la voluntad de trabajo traída de Maringá.
Beira Baixa es apreciada por sus quesos de cabra y oveja, sus vinos y embutidos. El turismo representa una fuente de ingresos importante. Pero la región languidece por la constante caída de su población debida a la emigración de los jóvenes.
La diputada del Partido Ecologista Verde, Isabel de Castro, hizo para IPS un balance del impacto ambiental vivido en las últimas dos décadas en la zona, fenómeno llamado "tierra quemada" en alusión al abandono de la población y a los grandes incendios que afectan desde 2003 al país.
La realidad más visible "es la pérdida de biodiversidad, tanto de fauna como de flora, el empobrecimiento de los suelos ha llegado al punto de que más de la mitad del territorio está amenazado de desertificación y un tercio sufre de erosión grave, un panorama marcado por el desequilibrio demográfico, con un cuarto de los portugueses 'expulsados' de los campos a las ciudades", apuntó la parlamentaria.
Este proceso derivó en que "cerca de 25 por ciento de la población del interior fue empujada hacia el litoral, donde se concentra 90 por ciento de la actividad económica", explicó De Castro. "Más de dos tercios de la población portuguesa reside en dos áreas metropolitanas: Lisboa y (la norteña) Oporto", dijo.
Barata explicó a la agencia de noticias Lusa y a varios periódicos que la idea de combatir el despoblamiento del municipio, que "hace muchos años me preocupaba", comenzó a tomar forma a fines del año pasado.
"Es casi imposible atraer gente para establecerse y trabajar en Vila de Rei, ganando el salario mínimo (385 euros, unos 480 dólares), que es lo que se le va a pagar al padre y a la madre de las familias que llegan", explicó Barata.
Ese sueldo no es menor que el de 20 por ciento de la población lusa, y será financiado por la alcaldía por un plazo máximo de seis meses.
La avanzada de familias brasileñas ya tiene trabajo asegurado en el asilo de ancianos de São João de Peso, que sirve a todo el municipio y cuyos puestos vacantes varias veces ofertados por Barata no interesaron a nadie en casi medio millón de cesantes portugueses.
El trabajo "se ve facilitado por la misma lengua" y por "la inmensa simpatía que en general caracteriza a los brasileños", subrayó Barata.
Entre los repobladores adultos hay una psicóloga, un profesor de literatura portuguesa, una peluquera, una vendedora de vestimenta, un carpintero y un operador de sistemas informáticos.
La búsqueda de seguridad fue el anhelo común de los brasileños inmigrantes, dijo el 14 de este mes la psicóloga Leticia Duarte a la privada Televisión Independiente.
"En Brasil ya hemos llegado al punto de que es un peligro para los niños hacer una cosa tan simple como jugar en la calle, y en términos de poder adquisitivo éste será prácticamente igual, con la tranquilidad de que mis hijos no serán agredidos o hasta asesinados en la calle", dijo.
El mismo argumento expuso el profesor de literatura Pedro Luiz Ramos."Tal vez en Brasil ganase más, pero Portugal es una puerta para Europa y es un país de buena acogida, que abre otras perspectivas culturales", sostuvo.
Las familias que llegarán más tarde recibirán igual remuneración por actividades en la agricultura, el comercio y los servicios. "Deberán pagar su alimentación y transporte, pero van a vivir en casas prestadas por particulares y otros locales, como escuelas en desuso. Luego de un tiempo encontrarán su propias casas y se lanzarán a su nueva vida", explicó la alcaldesa.
Los habitantes de São João de Peso recibieron en general a los brasileños como hermanos del otro lado del Atlántico. El anciano Antonio Simão recordó en declaraciones al diario Publico haber sido inmigrante durante 30 años en Venezuela, "donde siempre me trataron muy bien".
El hecho de que haya seis niñas y niños en el grupo "es una alegría para los únicos cinco niños" de São Jõao de Peso. "Yo los recibo de brazos abiertos", sostuvo Simão.
En Vila de Rei "los viejos están muriendo y los jóvenes se van a las grandes ciudades", abundó el comerciante Antonio Moreira.
Pero no faltaron las críticas. El jubilado y ex colono Antonio Vicente lamentó ante la agencia Lusa que al regresar de Angola en 1975, cuando ese país africano se independizó de Portugal, "nadie nos dio ningún apoyo", y ahora el municipio trae extranjeros "que van a ocupar lugares que podrían ser desempañados por portugueses".
Pero sólo los neonazis del Partido Nacional Renovador (PNR), sin representación parlamentaria, son contrarios a la operación. El día 13, el líder del PNR, José Pinto Coelho, convocó una protesta frente a la alcaldía de Vila de Rei, a la que acudieron 60 seguidores, según la policía, pero que tuvo amplia cobertura de televisión.
La medida fue "contra la colonización promovida por la edil Irene Barata con el dinero de los impuestos de los portugueses", dijo el PNR.
Eliana Bibas, presidenta de la Casa do Brasil, la principal organización de los casi 120.000 residentes de ese país en Portugal, dijo a Diario de Noticias el 11 de este mes que la iniciativa de Barata era "positiva porque atiende a lo que hemos estado diciendo y que ha sido demostrado en varios estudios: en Europa existe necesidad de inmigrantes".
El presidente de la Asamblea General de la Casa do Brasil, Eduardo Tavares de Lima, dijo a IPS que los municipios "también podrían realizar una encuesta coordinada sobre necesidades en las regiones más despobladas del país, y no solo de Beira Baixa, e informar a la comunidad brasileña ya residente sobre las posibilidades existentes".
Desde que Portugal ingresó a la entonces Comunidad Económica Europea, en 1986, los fondos comunitarios de cohesión se concentraron en inversiones en el litoral y en las grandes ciudades, iniciando el inexorable abandono del interior.
Los municipios tienen gran autonomía del gobierno central y cuentan con recursos propios para llevar a cabo programas como el de Vila de Rei. Pero, además, resultan determinantes los fondos para el desarrollo regional enviados por la Unión Europea y cuya distribución corresponde a Lisboa.
El problema es que muchas veces esa distribución favorece a los alcaldes según su color político.
La meridional región de Alentejo es un ejemplo. "Es la que más ha perdido población en los últimos 30 años. Dos tercios de sus habitantes emigraron o se trasladaron a las grandes ciudades", dijo a IPS el presidente de la Asociación de Ganaderos de Portugal, Manuel de Castro e Brito, quien aplaudió la iniciativa de Barata.
"En Alentejo, tenemos grandes problemas de mano de obra, yo tengo problema para encontrar gente para trabajar en mi hacienda, porque los portugueses prefieren declarar cesantía y vivir de los subsidios, o el Servicio de Extranjeros y Fronteras crea grandes dificultades para otorgar autorizaciones de residencia", lamentó.
Los gobiernos socialistas y de derecha, que se alternan en el gobierno desde 1986, han aplicado una "política primitiva" de postergar a Alentejo por ser mayoritariamente comunista, indicó.
En todo caso, para el columnista José Manuel Barroso, del Diario de Noticias, los brasileños repobladores podrán "convertir el interior de Portugal en algo que valga la pena".
(