Otra aparente demostración de la incapacidad diplomática de la Casa Blanca en Medio Oriente quedó al descubierto tras una nueva revelación: el gobierno de Estados Unidos bloqueó en marzo el inicio de negociaciones con Irán, que ya había sido acordado.
La decisión de interrumpir las conversaciones con Irán distanció profundamente a Estados Unidos de sus aliados de Occidente en el camino hacia la solución diplomática de la crisis por el desarrollo nuclear de Irán.
David Ignatius, columnista de The Washington Post, sostuvo el día 19 que la secretaria de Estado (canciller) Condoleezza Rice le informó en marzo al embajador en Iraq, Zalmay Khalilzad, "que no era el momento adecuado para reunirse" con negociadores iraníes.
Según las instrucciones de Rice, el diálogo debía quedar indefinidamente postergado.
Antes se había informado que las conversaciones se habían pospuesto sólo hasta que se formara un nuevo gobierno en Bagdad.
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Rice dijo a los periodistas que viajaban con ella en el avión hacia Berlín, donde estuvo el 29 y 30 de marzo, que el diálogo se realizaría "tarde o temprano", y sugirió entonces que Khalilzad estaba "muy ocupado en este momento en Iraq".
Pero Ignatius sostuvo en su columna que destacados funcionarios del gobierno estadounidense decidieron cortar las negociaciones.
También informó que Khalilzad había mantenido "varias reuniones secretas con un representante iraní" a fines del año pasado. Presumiblemente, esas reuniones fueron para convencer a Teherán de que aceptara mantener conversaciones de alto nivel sobre la situación en Iraq.
Ignatius no identificó la fuente de ese dato, pero ya había informado en el mismo sentido basado sobre declaraciones de Khalilzad, quien suele aprovechar su buena llegada a la prensa estadounidense para vencer la resistencia que sus iniciativas políticas despiertan en altos círculos de Washington.
Este periodista atribuye la decisión de marzo al deseo de Rice de coordinar una estrategia sobre Irán con los tres países europeos —Alemania, Gran Bretaña y Francia— que ya han mantenido negociaciones directas.
Pero la decisión tiene mucho menos que ver con la diplomacia multilateral que con la determinación del vicepresidente Dick Cheney y del secretario (ministro) de Defensa Donald Rumsfeld de evitar cualquier elemento, en especial un diálogo directo, que implique legitimar a la República Islámica de Irán.
La marcha atrás del gobierno de George W. Bush desactivó, al parecer, las gestiones de Khalilzad y Rice, quien había declarado antes de partir hacia Sydney el 16 de marzo que las conversaciones con Irán sobre Iraq "podrían ser útiles".
Pero cuando Rice llegó a la ciudad australiana, el consejero de Seguridad de la Casa Blanca, Stephen J. Hadley, y otro influyente funcionario al que Ignatius no identifica ya "habían desestimado la idea de tales conversaciones".
Al parecer, esos funcionarios le habían dicho a Rice que era inaceptable que altos jerarcas del gobierno participaran en intercambios de ese tipo. "Veremos cuándo, si es que se realizan" las reuniones con Irán, terminó declarando Rice en Sydney.
Las reuniones bilaterales entre Estados Unidos e Irán respecto de Iraq no fueron, por cierto, interrumpidas para coordinar mejor la diplomacia multilateral sobre la crisis nuclear iraní.
Todos los involucrados en las negociaciones, a excepción de Estados Unidos, ya se habían puesto de acuerdo en marzo sobre la necesidad de que el país norteamericano emprendiera negociaciones directas con Teherán con el objetivo de resolver el conflicto.
"Todos (…) están de acuerdo en la necesidad de buscar una salida política integral que tome en cuenta todos los aspectos subyacentes", declaró el director general de la Agencia Internacional de Energía Atómica (AIEA), Mohammed ElBaradei, el 8 de marzo, después la reunión de la junta de esa agencia que abordó la cuestión.
"Una vez que empecemos a discutir los asuntos de seguridad, mi opinión personal es que Estados Unidos debe involucrarse en un (à) diálogo" directo con Irán, añadió.
Los europeos —especialmente Alemania y Francia— han estado muy desconcertados con la negativa estadounidense a emprender un intercambio diplomático con Irán.
Esos gobiernos consideran que las esperadas conversaciones entre Estados Unidos e Irán respecto de Iraq pueden ser una oportunidad para que ambos discutan la cuestión atómica.
El país europeo que más ha presionado en ese sentido es Alemania, a pesar de la expectativa del gobierno de Bush en que la canciller (jefa de gobierno) Angela Merkel siguiera sus pasos en esta materia.
Pero ahora el gobierno de Merkel es el exige con más énfasis a Estados Unidos la apertura de negociaciones directas con Irán.
En su visita a Estados Unidos en abril, el ministro de Relaciones Exteriores alemán Frank-Walter Steinmeier recomendó a Rice y a Hadley el inicio de un diálogo con Irán, pero no sólo sobre los problemas en Iraq sino también sobre la crisis nuclear, informaron medios de comunicación europeos.
Steinmeier también dijo que su par británico, Jack Straw, apoyaba esa posición.
Straw quien había enfurecido a los halcones de Estados Unidos al declarar que un ataque a Irán era "inconcebible" e injustificado, fue removido de su cargo por el primer ministro Tony Blair a principios de mayo.
Entrevistado a fines de abril por la periodista Judy Dempsey, del diario International Herald Tribune, el ministro de Defensa alemán Franz Josef Jung se refirió declaró: "Esto es lo que le pedimos a Washington: que tenga conversaciones directas (con Irán) y que obtenga resultados".
La Casa Blanca esperaba que Merkel planteara lo mismo directamente a Bush en su visita a Washington el 3 de mayo. Un alto funcionario estadounidense dijo al diario británico The Financial Times que, si eso hubiera sucedido, Bush se había reafirmado en su oposición al diálogo directo con Teherán.
Francia comparte la posición alemana al menos desde el 5 de julio, cuando el canciller Philippe Douste-Blazy, en una conferencia de prensa conjunta que brindó junto a Condoleeza Rice, dio su palabra de que los tres países europeos discutirían con Irán "la seguridad de su país".
"Y para esto, necesitaremos que Estados Unidos —con quien deberemos discutir antes un paquete de opciones — haga la propuesta", agregó.
Pero Rice no realizó comentarios sobre los intentos para que su gobierno asuma un rol activo respecto de Irán ni sobre una propuesta europea.
El rechazo del gobierno de Estados Unidos de reunirse con Irán está ahora en el centro de las prolongadas discusiones entre este país y otras cinco potencias respecto de una posición común hacia Irán.
Alemania, Francia, Gran Bretaña, China y Rusia insisten desde una reunión realizada en Nueva York el 8 de mayo que Estados Unidos firme un paquete de incentivos para Irán que incluya no sólo la tecnología nuclear sino también garantías de seguridad, según informó el periodista Philip Sherwill, del diario London Telegraph, el 9 de mayo.
La postura de Estados Unidos, su rechazo implícito a un compromiso y su disposición a usarla fuerza son las principales razones por las que Alemania, China y Rusia se oponen a cualquier resolución de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) que le imponga sanciones a Irán.
Pero algunas figuras del gobierno de Bush pueden estar dispuestas a dar un giro a la actual política de relacionamiento con Teherán.
La revista Newsweek informó el 15 de mayo que el vicecanciller Nicholas Burns había indicado a funcionarios extranjeros "que esperaba el momento adecuado" para iniciar el diálogo de Irán, y que eso sucedería "cuando la influencia de Estados Unidos y sus oportunidades de éxito estén maximizadas".
Pero Bush no parece escuchar a los diplomáticos sino a los mismos dirigentes que vetaron la posibilidad de tener conversaciones directas con Irán en marzo y se han opuesto irreversiblemente durante cuatro años a cualquier tipo de negociación directa.
(*) Gareth Porter es historiador y experto en políticas de seguridad nacional de Estados Unidos. "Peligro de dominio: Desequilibrio de poder y el camino hacia la guerra en Vietnam", su último libro, fue publicado en junio de 2005.
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