DERECHOS HUMANOS: Minas antipersonal, del terror a la esperanza

El mundo está ganando la lucha contra las minas antipersonal, pero se necesita un mayor compromiso para reconstruir la vida de las víctimas, advirtieron expertos de la Organización de las Naciones Unidas (ONU).

La mayoría de los discapacitados por las minas sembradas en infinidad de conflictos en todo el mundo todavía carecen de acceso a cuidados de rehabilitación, aseguraron.

Más de 80 países sufren la presencia de minas antipersonal enterradas, así como otros explosivos que quedaron tras las guerras, que juntos matan o mutilan a entre 15.000 y 20.000 personas por año, según el Landmine Monitor Report 2005.

Al menos 20 por ciento de las víctimas son niños y 80 por ciento civiles.

Instituido por la ONU, el primer Día Internacional para la Concientización sobre las Minas y la Asistencia en Acción sobre Minas, celebrado el martes 4, dio una razón para la esperanza.

Gracias a los esfuerzos internacionales, la cantidad de países afectados por las minas se redujo en los últimos años, así como el número de los muertos o heridos por este motivo, que llegaron a sumar 26.000 en 1999.

El problema de las minas antipersonal y otros elementos explosivos sin detonar remanentes de los conflictos armados podría solucionarse en cuestión de años más que de décadas, opinó Paula Claycombe, del Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef).

Pero para miles de sobrevivientes, "el progreso no es evidente", pues "no sienten que sus vidas cotidianas se hayan alterado significativamente", dijo a IPS Cameron Macauley, quien lleva 25 años trabajando con la Red de Sobrevivientes de Minas Terrestres, una organización internacional creada para ayudar a las víctimas de estos explosivos terrestres.

Macauley enfatizó que la comunidad internacional debe reconocer las necesidades de los sobrevivientes en muchos países en desarrollo o que pasaron por conflictos

Sólo alrededor de 10 por ciento de las víctimas de minas antipersonal tienen acceso a servicios de atención básica de la salud y rehabilitación. Y para quienes necesitan atención post-traumática sofisticada, las cifras son aun menores, según la Red de Sobrevivientes de Minas Terrestres.

En Etiopía, por ejemplo, hay sólo dos cirujanos ortopédicos por cada 71 millones de personas.

"En África subsahariana, donde el problema está en su peor momento, muchas personas ni siquiera tienen información sobre la necesaria atención a la salud", dijo Macauley.

"Las minas antipersonal también generan un riesgo nutricional, dado que la seguridad alimentaria está en peligro. Si los agricultores creen que hay una sola mina antipersonal en un área, esa tierra será abandonada, los cultivos quedarán sin cosechar y, como resultado, las fuentes de alimentos serán escasas", explicó a IPS.

El temor a las minas antipersonal en áreas rurales "también obliga a las personas a mudarse a ciudades superpobladas en las cercanías, donde es probable que sean vistos como una carga más que como fuerza laboral", agregó.

La directora de avance institucional de la Red de Sobrevivientes de Minas Terrestres, Rachael Galoob Ortega, expresó a IPS que "la pérdida de un brazo o de la vista a menudo" no es lo peor, "si no la pérdida del lugar" de la víctima "en la familia o en la sociedad".

"Las minas antipersonal son un arma de destrucción masiva en cámara lenta", y mientras quede una sola en la tierra "los niños no pueden volver a sus lugares de juego, las familias no pueden cultivar sus campos y las semillas de la democracia no pueden ser sembradas", dijo la fundadora de la organización Roots of Peace (Raíces de la Paz), Heidi Kühn.

Esta organización con sede en Estados Unidos, que dirige proyectos en países que pasaron por conflictos, fue establecida para liberar al mundo de minas antipersonal y aspira a eliminarlas, rehabilitar los terrenos para la agricultura y reconstruir.

"Tenemos la obligación moral de eliminar estas semillas de destrucción y terror, y convertirlas en semillas de esperanza", dijo a IPS.

Según Unicef, un creciente número de países afectados por las minas antipersonal están involucrados en esfuerzos por despejar y destruir estos artefactos y otros explosivos remanentes de tiempos de guerra, para marcar y delimitar las áreas peligrosas, educar a las personas sobre los riesgos que implican las minas y asistir a las víctimas.

Desde 2003, naciones como Djibouti, El Salvador y Honduras fueron declaradas libres de minas antipersonal, y Guatemala y Namibia van en camino.

"La batalla contra las minas terrestres está siendo ganada", dijo el director del Servicio de Acción contra las Minas de la ONU, Max Gaylard, agregando que la victoria dependerá del compromiso constante de los gobiernos de esos países donde todavía existen estos explosivos y del apoyo sostenido de la comunidad internacional.

Pero pese al tremendo progreso, Scott Stedjan, coordinador de la Campaña Internacional para la Prohibición de las Minas Terrestres, con sede en Estados Unidos, expresó a IPS que no cree que "un mundo libre de minas antipersonales esté a la vista mientras los estados más poderosos, como Estados Unidos, China y Rusia, se reserven el derecho a producir y usarlas".

La Campaña Internacional para la Prohibición de las Minas Terrestres, ganadora de un premio Nobel de la Paz, comenzó a trabajar en octubre de 1992 y creció hasta convertirse en una red de más de 1.400 organizaciones no gubernamentales en 90 países.

Esta red ejerció presión sobre la comunidad internacional para crear un Tratado de Prohibición de Minas, que fue firmado en Ottawa en 1997 y está vigente, con carácter obligatorio, en 1999.

El tratado es el instrumento internacional más completo para liberar al mundo del azote de las minas terrestres, y cubre todos los aspectos, desde su uso, producción y comercio, hasta la asistencia a las víctimas, las tareas de despejar los terrenos de ellas y destruir arsenales.

También sirvió como una efectiva condena moral global de las minas antipersonal.

Dos tercios de las naciones del mundo se unieron al acuerdo internacional, pero todavía falta que lo suscriban 40 países, incluido Estados Unidos.

"Estados Unidos está asignando gran cantidad de dinero en actividades de extracción de minas en vez de firmar el tratado, lo que brinda cobertura para que otras naciones no firmen", manifestó Stedjan a IPS.

Ochenta por ciento de los estadounidenses encuestados en 2004 por el Consejo de Relaciones Exteriores de Chicago creen que el gobierno debería apoyar el tratado, pero Stedjan dijo no creer "que eso vaya a ocurrir mientras George W. Bush esté en el poder".

"El mundo se está volviendo más seguro, aunque no libre de minas" antipersonal, puntualizó.

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