Canadá y Dinamarca lanzaron a inicios de este mes una expedición conjunta que busca trazar un mapa del subsuelo del Ártico y les ayudaría a probar sus reclamos de soberanía sobre áreas con potenciales recursos petroleros y gasíferos.
Mientras la oscuridad invernal se alza todavía sobre la vasta región ártica canadiense, helicópteros y aviones transportan científicos y equipamiento de investigación sísmica desde ambos países para este proyecto que cuesta entre 50 y 60 millones de dólares.
Nadie sabe dónde termina Canadá. Su frontera septentrional nunca fue establecida en un mapa porque todo el año está cubierta por un manto de hielo de entre cinco y 10 metros de grosor.
Aunque está en Europa septentrional, Dinamarca todavía considera como su territorio a Groenlandia, que se extiende a pocas docenas de kilómetros desde las islas árticas de Canadá.
"La expedición es un esfuerzo único y cooperativo, aunque los dos países tienen reclamos territoriales superpuestos", dijo Rob Huebert, profesor del Instituto Ártico de América del Norte, adscrito a la Universidad de Calgary, en la meridional provincia de Alberta, Canadá.
"Trabajando juntos, Canadá y Dinamarca pueden compartir los costos y coincidir en la ciencia", señaló Huebert a Tierramérica.
En las próximas semanas, los científicos realizarán 11 perforaciones en el hielo a lo largo de una cadena montañosa submarina en el océano Ártico llamada Lomonosov Ridge.
Esta divide el océano Ártico a la mitad y se extiende a lo largo de 1.800 kilómetros, desde las Nuevas Islas Siberianas de Rusia, a través de la parte central del océano, por el Polo Norte y hasta la isla canadiense Ellesmere y Groenlandia.
El ancho del Lomonosov Ridge va de 60 a 200 kilómetros y se alza entre 3.300 y 3.700 metros por encima del fondo del mar, pero mil metros o más son submarinos.
Como fue descubierto en 1948 por Mikhail Lomonosov, un científico de la entonces Unión Soviética, Rusia alega que es una extensión de Siberia.
Funcionarios canadienses y daneses discrepan, arguyendo que es una continuación de sus masas continentales. Y esperan demostrarlo dinamitando dentro de las perforaciones efectuadas en el hielo.
Las fuertes olas submarinas derivadas de esas explosiones serán rastreadas por unos 150 sismómetros digitales desplegados a lo largo de la cadena montañosa.
Los ángulos y la velocidad de esas olas pueden utilizarse para crear un mapa tridimensional del suelo oceánico y del Lomonosov Ridge.
Bajo la Convención de las Naciones Unidas sobre el Derecho del Mar, los países controlan los recursos submarinos en una zona de exclusión económica de 200 millas náuticas (370 kilómetros) desde sus costas.
Si Canadá o Dinamarca pueden demostrar que su plataforma continental se extiende más allá de esa distancia, pueden reclamar derechos sobre los recursos del suelo marino en hasta 350 millas náuticas (unos 650 kilómetros), dijo Huebert.
"Los altos precios del petróleo y el gas generan este nuevo interés en la región ártica", agregó. Tradicionalmente, Canadá ignoró su norte helado, que abarca 40 por ciento de su territorio pero tiene relativamente pocos habitantes y un clima demasiado severo.
Pero con el recalentamiento planetario, el clima del Ártico se está suavizando: es dos grados más cálido en promedio, y puede serlo entre seis y ocho grados antes de 2100. El hielo marino se derrite, volviendo la zona mucho más accesible.
De acuerdo con Michael Byers, experto canadiense en política global y derecho internacional de la Universidad de Columbia Británica, el Ártico podría albergar alrededor de 25 por ciento de las últimas reservas potenciales de petróleo y gas del mundo.
Tanto Canadá como Dinamarca reclaman la diminuta isla Hans, cercana a Groenlandia. Aunque llevará años de negociación, Byers espera que ambos resuelvan sus reclamos de soberanía amigablemente.
Los de Rusia pueden ser más problemáticos. Pero el reclamo más difícil de todos implica a Estados Unidos. En particular, una histórica disputa sobre la soberanía del Pasaje Noroccidental, que va del océano Atlántico al Pacífico a través del archipiélago ártico de Canadá.
Estados Unidos lo consideró internacional desde los años 50. "Será todo un desafío lograr que cambie su posición", dijo Byers.
La Unión Europea y Japón mantuvieron posturas similares cuando el Pasaje quedó prácticamente sin hielo, en verano, debido al calentamiento global. Las rutas desde Europa hasta el Lejano Oriente se ahorran cuatro mil kilómetros a través del mismo, en comparación a las rutas actuales a través del Canal de Panamá.
Canadá lo considera una hidrovía interna que no puede utilizarse sin permiso expreso. Esta semana, 46 soldados canadienses realizaron un viaje de cuatro mil 500 kilómetros por el hielo a lo largo del Pasaje, en la primera misión oficial de lo que será una expedición anual.
"Esta tierra es nuestra, y esta (otra) también", dijo el líder de la expedición, teniente coronel Drew Artus.
* El autor es corresponsal de IPS. Publicado por Tierramérica el sábado 15 de abril por la red latinoamericana de diarios de Tierramérica. (