Mientras se procesa el debate sobre la democratización del mundo árabe, el público y numerosos intelectuales de Medio Oriente se oponen a la imposición del modelo occidental y enfatizan en que las reformas deben respetar las especificidades de la región.
"La creencia en que un modelo democrático pueda ser exportado a cualquier lugar es un disparate y carece de credibilidad moral, tras la tragedia causada por Estados Unidos en Iraq", dijo Omro Hamzawi, experto del Fondo Carnegie para la Paz Internacional con sede en Nueva York.
"La democracia es una demanda popular en algunos países árabes, pero no tanto en el Golfo, pues el pueblo no sufre problemas económicos severos y tiene preocupaciones diferentes", explicó Hamzawi, de visita en Dubai, Emiratos Árabes Unidos.
"La situación debe manejarse separadamente en cada caso. La democracia es inaceptable si afecta de un modo negativo la cultura a la cual se supone que debe gobernar", añadió.
"Lograremos más éxito cuanto más duro trabajemos para encontrar soluciones propias a las crisis regionales, evitando mostrarnos como cediendo a las reformas por presión extranjera", dijo el secretario general del Consejo de Cooperación del Golfo (CCG), Abdul Rahman bin Hamad Al-Attiyah.
"Debe haber un modo de implementar eficazmente una política de modernización y de combate a los problemas sociales como la pobreza y el analfabetismo al mismo tiempo que nos embarcamos en la democratización y activamos las organizaciones de la sociedad civil", añadió Al-Attiyah, en una conferencia en el Centro de Estudios Estratégicos de Emiratos Árabes Unidos.
En el pasado, el debate estaba vinculado invariablemente con la resolución del conflicto palestino-israelí, pero ahora es Iraq el ejemplo del fracaso de los modelos extranjeros de democracia en la región.
La guerra en Iraq y la presión estadounidense sobre Medio Oriente tiene un impacto negativo, sostuvo Bourhan Ghalioun, director del Centro para Estudios Orientales Contemporáneos de la parisina Universidad de la Sorbona.
"Desde que el gobierno estadounidense lanzó su plan de promoción de la democracia y el desarrollo económico en Medio Oriente como medio de enfrentar a la 'cultura' que alimenta el terrorismo, ha cometido errores mortales pues vincula su proyecto con la protección de los intereses israelíes", añadió Ghalioun.
"La guerra para democratizar Iraq fue el regalo más valioso que el gobierno estadounidense pudo haberle dado a los dictadores del mundo árabe. Es un ejemplo práctico de lo que significa la democracia para los estadounidenses. Las naciones árabes, en cambio, ven la guerra en Iraq como un intento de asegurarse la provisión de petróleo de la región y la destrucción de un país en beneficio de Israel", explicó.
Incluso los ciudadanos comunes y corrientes creen que las condiciones sociales y culturales deben considerarse en el diseño de una reforma para la región, además de ideas y opiniones innovadoras.
"Muchos países de la región tienen nuevos líderes y toman pasos constructivos en la mejora del sistema político", dijo Amer Moustafa, empleada de una compañía petrolera.
"Pero la democracia no puede alcanzarse en el corto plazo. Será exitosa solo si es planificada por etapas y toma en cuenta nuestra cultura. Sería desastroso seguir, lisa y llanamente, el modelo occidental", añadió.
Algunos expertos insisten, sin embargo, en que es posible combinar equilibradamente de valores occidentales y reformas domésticas. En ese sentido, exhortan a los gobiernos a mantener la mente abierta al implementarlas.
Al mismo tiempo que advirtió que la presión no funciona, el académico Dawood Al-Azdi reiteró que los países árabes deben cooperar con Occidente más que involucrarse en un conflicto.
"El éxito de nuestra democratización radicará en la creación de un foro para el diálogo multilateral, que puede crear una atmósfera de confianza mutua", afirmó.
Al-Azdi sugirió que los árabes pueden adaptar el sistema democrático de India más que el occidental. "Los indios tienen sus problemas y los atacan, y nosotros también deberíamos atacar los nuestros. Deberíamos comenzar arrancando de raíz la corrupción y estableciendo criterios de transparencia", dijo.
Ghalioun introdujo un matiz sobre la "presión" occidental. "Es crucial para las reformas del mundo árabe, porque las organizaciones de la sociedad civil son débiles", dijo. "Pero sería más aceptable que la presión sobre los regímenes árabes procediera de organizaciones internacionales como la ONU más que de Estados Unidos."
El actual debate también sugiere que, si bien las reformas tienen mejores resultados al ser implementadas por los propios gobiernos, deben ser duramente rechazadas si se imponen desde afuera.
Los expertos advierten que el proceso afrontará numerosos obstáculos. Algunos consideran que los reformistas deberían concentrar sus esfuerzos en la educación, pues la población árabe ha desarrollado una "injustificable paranoia" contra todo tipo de reformas.
El director general de la Organización Árabe del Trabajo, Ebrahim Guider, sostuvo también que la región también debe alcanzar el desarrollo económico y acabar con el creciente desempleo.
"Es una bomba de tiempo que podría explotar en cualquier momento. El problema radica en los gobiernos corruptos, que impiden la integración de los países árabes", sostuvo Guider. (