Pese a las protestas de activistas por los derechos de los animales como el ex beatle Paul McCartney y la actriz francesa Brigitte Bardot, la caza de focas canadienses comenzó el 25 de marzo en el sudoriental y helado golfo de San Lorenzo.
Este año, el gobierno canadiense aumentó la cuota anual de caza de focas arpa (Phoca groenlandica) de 319.000 a 325.000. "Eso es demasiado", afirmó Chris Cutter, activista del Fondo Internacional para el Bienestar de los Animales (IFAW por sus siglas en inglés).
El cálido invierno dejó poco hielo en el golfo, dijo Cutter a Tierramérica luego que un helicóptero sobrevoló la zona a partir de 20 de marzo. "Apenas vimos alguna foca", relató.
Las focas arpa, cuyo lomo, cuando son adultas, se asemeja a ese instrumento, suelen dar a luz sobre el hielo flotante, donde están a salvo de los depredadores de tierra firme.
Los cachorros pueden flotar, pero son malos nadadores y frecuentemente se ahogan durante las tormentas. La manada de focas arpa está compuesta por alrededor de 5,8 millones de ellos, y se estima que un millón nace cada año, dijo Phil Jenkins, portavoz del Departamento Federal de Pesca y Océanos (DFO), que regula la caza.
La falta de hielo fue considerada al establecer la cuota de caza de 2006, dijo Jenkins a Tierramérica. "McCartney y las organizaciones de defensa de los animales tienen información equivocada sobre la caza", afirmó.
Las imágenes de McCartney y su esposa posando con tiernos cachorros de foca blancos recorrieron el mundo.
Estos cachorros —cuya caza es ilegal desde 1987— pierden su pelaje blanco aproximadamente 12 días después de nacer, y tienen entre tres y ocho semanas cuando los matan para obtener esa piel corta y chata que puede venderse hasta en 70 dólares la unidad. Pero la polémica sobre la crueldad con los animales supera ampliamente a la de la sostenibilidad de la caza.
Cada año, cientos de activistas y periodistas europeos y estadounidenses llegan a esta fría y tormentosa zona de Canadá para protestar y presenciar un sangriento espectáculo. Miles de focas jóvenes reciben disparos o golpes mortales, para luego quitarles la piel. A veces todavía están vivas mientras las despellejan, afirmó Cutter.
"La caza no es linda de mirar, pero matar animales nunca lo es", dijo la ambientalista Lori-Ann Martino, de St. John, en Newfoundland. La mayoría de los cazadores de focas son de esa oriental provincia, donde la caza de focas y la pesca constituyeron el principal medio de vida durante siglos.
"La mayoría de los habitantes de Newfoundland aman a los animales y 90 por ciento de ellos apoyan la caza", señaló Martino a Tierramérica.
Al estar económicamente deprimidos y prohibírseles pescar varias especies, quedan pocas opciones para ganar dinero, explicó Martino. "Los 2.000 dólares que gana un cazador de focas pueden sonar a poco, pero son bastante cuando uno vive con 700 dólares mensuales el resto del año".
La oposición internacional que demoniza a los habitantes de Newfoundland como bárbaros que blanden "hakapiks" fortaleció su resolución de continuar cazando focas, afirmó.
Los "hakapiks" son garrotes con un pincho en su extremo, utilizados para cazar en el golfo de San Lorenzo.
Disparar a focas que están sobre hielo flotante desde botes que se menean hace que algunas resulten heridas y sufran, concluyó el Grupo de Trabajo de Veterinarios Independientes (IVWG) sobre la caza de la foca arpa canadiense en 2005.
El IVWG dijo que, "si se cazan focas arpa, la matanza (debería) hacerse humana, correcta y eficientemente" y formuló 11 recomendaciones. Entre sus críticas está que la caza supone una batalla que recompensa a quienes juntan más pieles.
Aunque el DFO aún no implementó todas las recomendaciones, sí estableció cuotas regionales para reducir la competencia entre cazadores, dijo Jenkins. "También tendremos en la zona más funcionarios para hacerlas cumplir", agregó.
Pero "las cuotas regionales no harán ninguna diferencia. La economía de la caza de focas significa que ellos tienen que matar lo más rápidamente posible", hasta alcanzar el cupo, dijo Rebecca Aldworth, de Humane Society of the United States (Sociedad Humana de Estados Unidos).
Las peligrosas condiciones de caza implican costos enormes en seguros para botes e individuos. Además, hay demasiados cazadores buscando demasiado pocas focas, señaló Aldworth en entrevista.
"Los números de la población del DFO son absurdos", afirmó, pronosticando que, a este ritmo, en el futuro cercano la población de focas arpa colapsará.
"Esto es una repetición de (lo que ocurrió con) las existencias de bacalao septentrional administradas por el DFO", afirmó. El DFO mantuvo demasiado altas las cuotas de esa variedad por razones políticas y ahora, 10 años después de prohibir su pesca, las reservas de bacalao siguen agotadas.
Equivocadamente, según Aldworth, muchos pescadores culpan de eso a las focas arpa.
* El autor es colaborador de Tierramérica. Este artículo fue publicado originalmente el 25 de marzo por la red latinoamericana de Tierramérica.