«Si quieren democracia, les daremos democracia.» Esa fue una de las frases que entonaban los alborozados partidarios de Hamas en Palestina para celebrar la inesperada victoria de este partido islamista en las elecciones de enero.
Tal vez se trate de una pesadilla del gobierno estadounidense que se convierte en realidad. ¿Qué ocurriría si el radicalismo islámico prevaleciera en las urnas, en el marco del proceso de democratización del mundo árabe que promueve Washington?
Los ambiciosos planes del presidente estadounidense George W. Bush para "democratizar" Medio Oriente están en peligro de salirse de sus carriles, y no sólo por la victoria de Hamas (Movimiento de Resistencia Islámica).
Antes de los comicios del 25 de enero, hubo triunfos electorales y avances en las urnas de populistas radicales y conservadores islámicos en Líbano, Irán, Iraq y Egipto.
Regímenes autoritarios o monárquicos aliados de Estados Unidos en Arabia Saudita, Kuwait, Omán, Qatar, Bahrein, Emiratos Árabes Unidos, Marruecos y Túnez, entre otros, ya le advirtieron al gobierno de Bush que las urnas podrían ser la escalera de los radicales al poder.
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"La retórica de Bush sobre la democracia tiene poco que ver con los objetivos políticos reales de Estados Unidos en Medio Oriente", dijo a IPS Norman Solomon, director ejecutivo del Institute for Public Accuracy, organización acedémica con sede en Washington.
Solomon destacó que, mientras la Casa Blanca enarbola discursos con principios democráticos y derechos humanos, continúa asistiendo económica, política y militarmente a muchos regímenes que eliminan de modo brutal a la oposición política.
"Si el gobierno de Bush estuviera verdaderamente dedicado a promover el cambio democrático en la región, no continuaría volcando miles de millones de dólares en las arcas del régimen egipcio, que todavía encarcela y tortura a muchos opositores políticos", dijo Solomon.
Por toda su retórica sobre la democracia, Bush se convenció a sí mismo de una posición insostenible: "Urgir a la democracia mientras se rechaza la legitimidad de funcionarios electos alineados con Hamas como partes de un proceso de negociación", señaló Solomon, autor de "War Made Easy: How Presidents and Pundits Keep Spinning Us to Death" ("La guerra hecha fácil: Cómo los presidentes y expertos siguen llevándonos a la muerte").
La secretaria de Estado (canciller) estadounidense, Condoleezza Rice, dijo a la prensa a comienzos de mes que la única alternativa a que los radicales llegaran al poder a través de las urnas era reprimir la ira del mundo islámico.
"Los resultados que vemos en cantidad de lugares tienen un sentido de impredecibilidad. Esa es la naturaleza del gran cambio histórico", dijo Rice.
Mouin Rabbani, experto de la revista Middle East Report, de Washington, tiene un punto de vista diferente sobre la marcha de la democracia en la región.
"La cadena de elecciones celebradas en Medio Oriente y que llevaron a los islamistas a posiciones de poder político no pueden ser vistas simplemente como el producto de la política estadounidense", dijo a IPS.
En Iraq, por ejemplo, los comicios fueron celebrados a pesar de las intenciones de Estados Unidos, más que como consecuencia de su insistencia, aseguró.
"Las elecciones en Líbano no tuvieron nada que ver con Estados Unidos. Son un elemento regular del paisaje político de ese país desde antes de que Bush naciera", dijo Rabbani a IPS.
De modo similar, las elecciones presidenciales y parlamentarias en Irán se celebran con regularidad desde hace décadas, pero sólo porque uno de los clientes favoritos de Washington en la región, el shah Rezah Pahlevi, fue derrocado en 1979.
Rabbani alegó que tanto Estados Unidos como la Unión Europea se oponían, en realidad, a los comicios palestinos municipales del año pasado, y se manifestaron escépticos respecto de los legislativos y presidenciales de este año, convocados en respuesta a presiones internas y no del exterior.
Washington no dijo ni una palabra, recordó, cuando los comicios legislativos palestinos fueron postergados a mediados de 2005. Sólo en enero Washington manifestó su oposición a nuevas postergaciones, y la comunicó informalmente y porque las autoridades palestinas le solicitaron su opinión.
"El único ejemplo reciente en Medio Oriente, donde veo una clara relación entre la presión de Estados Unidos y la celebración de elecciones es Egipto. También fueron las más transparentemente fraudulentas, pero, a diferencia del caso palestino, Washington aplaudió más que rechazó el resultado", dijo Rabbani.
La propagación del radicalismo a través de las urnas puede ser la ola del futuro en Medio Oriente. Resulta difícil promover la democracia y luego cuestionar la elección de la ciudadanía.
Según los criterios occidentales, la victoria de Hamas no fue una aberración aislada. Pero obtuvo amplia publicidad por su potencial impacto en Israel, un aliado de Estados Unidos.
Solomon explicó que el gobierno de Estados Unidos se ha ganado un amplio odio en Medio Oriente no por su apoyo a los principios democráticos, sino porque, en realidad, ha sido una fuerza poderosa contra la democracia en la región.
"Cuando la hostilidad hacia las políticas de Estados Unidos se manifiesta en las urnas, el electorado a menudo se vuelve una fuerza que amenaza con desbaratar sus aspiraciones políticas en Medio Oriente. Ése es el tipo de democracia de la que Washington está ansioso de prescindir", agregó.
Francis Boyle, profesor de derecho internacional en el Colegio de Leyes de la Universidad de Illinois, dijo a IPS que el plan de Bush para "democratizar" al mundo árabe "es una broma y un fraude".
Semejante plan, opinó, está diseñado sólo "para presionar, debilitar y desestabilizar a los gobiernos y estados árabes a instancias del régimen genocida israelí de apartheid, y para mantener la continua campaña de Estados Unidos en pro del indiscutido control militar y el dominio del petróleo y el gas del Golfo".
"En las últimas tres décadas, la política exterior estadounidense hacia todo Medio Oriente estuvo determinada por el petróleo y por Israel, en ese orden", agregó.
Rabbani discrepa con la premisa de que "hay una política estadounidense de promover la democracia en Medio Oriente".
"Ciertamente hay un torrente sin fin de retórica, pero examinándola más de cerca, buena parte consiste en llevarse el crédito por las elecciones, y el resto en celebrar comicios dudosos escenificados por regímenes para contener a la población, como si representaran avances hacia una democracia genuina", señaló.
Y esto sin siquiera referirse al masivo apoyo que Washington sigue brindando a cualquier dictador o autócrata en Medio Oriente, dijo Rabbani.
"Hay una relación excepcionalmente clara entre la política de Estados Unidos en la región y la creciente fuerza electoral de los partidos y movimientos islamistas, particularmente los más militantes", expresó.
Dicho de otro modo, la política de Estados Unidos alienta un apoyo sin precedentes a esas organizaciones. "Pienso que el caso palestino ofrece un interesante caso de estudio", afirmó Rabbani.
Solomon dijo que hay enormes contradicciones entre la retórica prodemocrática del gobierno de Bush y sus políticas antidemocráticas.
"Y las realidades en Medio Oriente debilitan a los políticos de Washington, basados sobre fantasías. Así que la mano de hierro israelí, respaldada por Washington, puede hacer poco para erradicar un resultado electoral que refleja la opinión real del pueblo palestino".