INDÍGENAS-AMÉRICA DEL SUR: En busca de la tierra sin males

La unión del pueblo guaraní, disperso por cinco países de América del Sur, quedó sellada en el encuentro que culminó este martes con una marcha de casi 8.000 participantes en la meridional ciudad brasileña de Sao Gabriel, donde murió el héroe indígena Sepé Tiarajú.

La denominada Asamblea Continental del Pueblo Indígena se destinó a "rescatar la memoria de lo que ocurrió a nuestro pueblo para reflexionar, aprender y seguir luchando por nuestros derechos, principalmente por el sagrado derecho a la tierra", señala el documento final de los "más de mil participantes"..

Cerca de 1.500 guaraníes de varios países, más 100 representantes de otros pueblos indígenas brasileños, compartieron desde el viernes pasado una serie de reuniones en homenaje a Sepé, explicó Mario Karaí, líder de esta etnia en el meridional estado de Río Grande del Sur y uno de los organizadores.

El tributo al héroe muerto el 7 de febrero de 1756, símbolo de la lucha guaraní, incluyó en rigor a más de 4.000 personas, al sumar reuniones paralelas de campesinos sin tierra, un campamento de 700 jóvenes y una asamblea de unos 200 "quilombolas" (descendientes de esclavos africanos que siguen viviendo en comunidades propias), además de organizaciones locales y eclesiásticas.

Estos movimientos son aliados de los indígenas en la lucha por un "reclamo básico, la tierra", y en el combate común contra la exclusión social, explicaron los organizadores. Entre los jóvenes se hicieron presente representantes de los "sin techo" urbanos, los recolectores de residuos para reciclaje y otros colectivos.

A la marcha también se sumaron pobladores locales. Es que Sepé, además de líder místico de los indígenas, marcó profundamente la cultura de Río Grande del Sur. Tres libros sobre su historia y su papel fueron lanzados durante el encuentro múltiple de cinco días e, incluso, se formó un movimiento católico por su canonización.

Pero su mayor importancia se vincula naturalmente a las luchas indígenas. Esta fue la primera vez que se reunieron los guaraníes de Argentina, Bolivia, Brasil, Paraguay y Uruguay, dando "inicio a un movimiento nunca visto en la historia de este pueblo", como indicó Karaí a IPS.

Se creó un comité permanente que se reunirá mensualmente para discutir los problemas y los nuevos pasos del movimiento, que "por ahora es guaraní", pero podrá extenderse a otras etnias, que estuvieron representadas en Sao Gabriel.

La elección de Evo Morales, un indígena aymara, como presidente de Bolivia, lo convirtió en "un gran aliado".

Con su apoyo, Karaí estima "que dentro de dos o tres años se podrá hacer un gran encuentro indígena en Bolivia", dijo Karaí.

Es indispensable la unidad de los guaraníes en la lucha por cambios, porque ese pueblo enfrenta "una de las peores situaciones de exclusión" en los cinco países y empieza ahora a reunirse, después de siglos de dispersión provocada por las masacres sufridas a mano de los colonizadores españoles y portugueses.

La muerte de Sepé hace exactamente 250 años ocurrió en el contexto de la peor masacre. Las tropas españolas y portuguesas asesinaron a casi 1.500 guaraníes tres días después de matar a su líder, determinando así el fin de los denominados Siete Pueblos de las Misiones, cuyas ruinas el centro-oeste de Río Grande del Sur son hoy una atracción turística.

Los Siete Pueblos brasileños formaban parte de una especie de república constituida por misioneros jesuitas que comprendía otros 23 asentamientos en el cercano nordeste argentino y en el sur de Paraguay, con 5.000 a 10.000 habitantes cada uno.

Era una sociedad comunitaria, de bienes en común, en que huérfanos como Sepé y viudas eran sostenidas por la comunidad sin excluidos.

España y Portugal firmaron en 1750 el Tratado de Madrid, en el que se repartieron las tierras en la región y se determinó el traslado de los habitantes de los Siete Pueblos al lado oeste del río Uruguay, bajo dominio español. Sepé lideró la resistencia a ese traslado.

Los españoles y portugueses se unieron, pese a sus disputas territoriales, para destruir los Siete Pueblos misioneros, "al darse cuenta que formaba allí una gran nación guaraní" que contrariaba los intereses coloniales de ambas potencias, recordó a IPS Roberto Liebgott, coordinador del Consejo Misionero Indigenista (CIMI) en el sur de Brasil.

Exterminados en varios lugares y obligados a huir, los guaraníes se dispersaron. En la Asamblea estuvieron representados grupos incluso del estado de Pará, en el norte amazónico de Brasil. Pero ellos se concentran en el oeste central y meridional de Brasil y en Paraguay, donde el guaraní es hoy una lengua hablada por gran parte de la población.

Es decir, los cerca de 150.000 guaraníes estimados por Liebgott se concentran principalmente a lo largo de las fronteras del Cono Sur de América. Para ellos no es problema, es un pueblo que se mueve mucho y no reconoce fronteras en busca de su mítica "Tierra sin males", sostuvo el dirigente del CIMI, una organización católica.

La asamblea, en ese contexto, fue "extraordinaria", consolidó el movimiento continental en torno a la figura del mártir Sepé, un símbolo de la lucha por la tierra pero que para los indígenas "es más profundo, pues tiene una dimensión sagrada, está presente en las oraciones y los ritos guaraníes", observó.

El documento final de la Asamblea Continental del Pueblo Guaraní recuerda que las Constituciones de Argentina y de Brasil reconocen los derechos indígenas a su territorio.

Sin embargo, las constituciones de las provincias argentinas no los reconocen y en Brasil no se cumplió con la determinación de demarcar todas las tierras indígenas hasta 1993.

"Sólo cerca de 40 por ciento de los territorios indígenas fueron demarcados y homologados" en Brasil y, además, sufren frecuentes invasiones, generando conflictos y asesinatos de indígenas, señala el documento.

En Paraguay, la movilización indígena evitó que se aprobara una ley que hubiera violado muchos derechos.

Pero la "situación de los territorios indígenas es escandalosa", con tierras insuficientes o no reconocidas, forzando la emigración. Muchos invasores que se adueñan de tierras ancestrales son empresarios brasileños, los "brasiguayos" que ocuparon extensas áreas paraguayas para la agricultura.

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