El Mecanismo de Adaptación Competitiva (MAC) firmado entre Brasilia y Buenos Aires en respuesta a reclamos de la industria argentina, representa un retroceso para el Mercosur pero le cae muy bien a sectores de la agricultura brasileña.
Así lo reconoció el presidente de la Federación de Agricultura del Estado de Río Grande del Sur (Farsul), Carlos Sperotto, recordando que desde noviembre los agricultores de Brasil pedían al gobierno de Luiz Inácio Lula da Silva aplicar medidas de salvaguardia contra las importaciones desde Argentina de arroz, trigo, vino, cebolla y derivados de leche.
La medida se proponía implementar según las reglas de la Organización Mundial del Comercio, pero quedó facilitada por el acuerdo bilateral suscripto la semana pasada, aclaró Sperotto a IPS.
De esa forma, puede ser que sea Brasil el que debute en el uso del MAC, que prevé las medidas de salvaguardia que Argentina pedía hace más de un año ante el desequilibrio comercial entre los dos países. El hechizo se vuelve contra su autor.
Los industriales argentinos se quejan de la "invasión" de productos brasileños, como electrodomésticos, calzados y textiles, que estarían dañando gravemente algunas ramas e impidiendo la "reindustrialización" del país.
El actual gobierno argentino del centroizquierdista Néstor Kichner intensificó los reclamos para superar las "asimetrías" en el Mercosur (Mercado Común del Sur) que favorecen a la industria brasileña. El bloque también lo integran Paraguay y Uruguay, que vuelven a parecer convidados de piedra ante el manejo bilateral de los dos países grandes.
Las presiones empresariales llevaron a Buenos Aires a imponer varias restricciones a las importaciones en los últimos años, a veces logrando que los brasileños aceptaran autolimitar sus exportaciones al país vecino.
Pero los artificios proteccionistas, selectivos e intermitentes no impidieron un creciente desequilibrio.
En 2005, Brasil obtuvo un superávit de 3.676 millones de dólares en el intercambio bilateral, el doble del año anterior.
Las exportaciones brasileñas a Argentina ascendieron a 9.915 millones de dólares el año pasado, 92 por ciento de las cuales fueron productos manufacturados.
Era mejor flexibilizar y organizar esas relaciones que seguir sujeto a medidas unilaterales, como las que venía adoptando Argentina, argumentaron los diplomáticos brasileños en defensa del acuerdo duramente criticado por los industriales de Sao Paulo como "un paso atrás en el proceso de integración".
Además, el acuerdo no se limita a las medidas de salvaguardia requeridas por Argentina, que "contrarían el espíritu del libre comercio y del Mercosur", según los críticos.
Brasil logró condicionar la aplicación del MAC a la comprobación efectiva de daños sectoriales provocados por un gran aumento de las importaciones, a negociaciones y procedimientos previos, a un arbitraje de expertos internacionales e instrumentos para evitar desviaciones del comercio, es decir que las ventas brasileñas sean sustituidas por las de otros países.
Además, el sector beneficiado por las medidas proteccionistas temporales debe presentar un programa de reestructuración para ganar competitividad y no tener que recurrir al MAC nuevamente. El mecanismo tendrá duración máxima de cuatro años, aunque los industriales brasileños teman su perpetuación.
Creado para proteger la industria argentina, el MAC resulta ahora oportuno para los agricultores del sur de Brasil, que periódicamente se movilizan para evitar la "invasión" principalmente del arroz de Argentina y de Uruguay, cerrando las fronteras con sus tractores o hasta sus propios cuerpos.
Río Grande del Sur produce 6,5 millones de toneladas de arroz al año, la mitad del consumo nacional, recordó Sperotto, para luego destacar la importancia económica y social de ese cultivo en el meridional estado brasileño, también gran productor de trigo, soja, uva y tabaco.
"Dentro de 30 días podremos iniciar el proceso" contra el arroz argentino, de cuerdo con el MAC, anunció. Pero reconoció que es una medida precaria, pues la solución es "armonizar" la producción y el comercio agrícola en ambos países, evitando la competencia destructiva en la época das cosechas.
Hay que equilibrar los costos de fertilizantes y defensivos agrícolas, que son más baratos en Argentina, así también la adquisición de máquinas que en Brasil son gravadas por elevados impuestos, sostuvo Sperotto.
A eso se suma un suelo más fértil, que permite a los argentinos un costo de cerca de 20 por ciento más barato en la producción de arroz.
Una situación similar afrontan los productores brasileños de trigo, vino, cebolla, ajo y derivados de leche.
En términos generales, el dirigente empresarial agrícola se manifestó "preocupado por las debilidades" del Mercosur, de lo cual el MAC es un reconocimiento.
Las barreras impuestas "allá y acá", el comercio argentino "rechazando productos brasileños ostensivamente en las calles", todo eso niega que "nuestros países constituyan un bloque", sentenció.
Para Silvia Portela, asesora de la Central Única de Trabajadores (CUT) en asuntos internacionales, el MAC "no es malo", como medida provisional para "buscar formas definitivas" de superación de los desequilibrios y las disensiones entre los socios mayores del Mercosur.
La flexibilidad era necesaria, admitió, obligada por el enorme superávit brasileño en el comercio con Argentina, pese a las condiciones cambiarias desfavorables, con el real muy sobrevaluado desde el año pasado y el peso argentino más débil frente al dólar.
Pero será inútil si el Mercosur no avanza en "la integración productiva", si Argentina no pone en marcha una verdadera política de desarrollo industrial y no se integran las cadenas productivas de los países miembros del bloque, explicó Portela a IPS.
La socióloga y experta en relaciones externas de la mayor organización sindical brasileña se queja también de que los sindicatos fueron totalmente excluidos de las negociaciones del MAC y otros acuerdos del Mercosur, en que el gobierno sólo consultó el empresariado.
"Es lamentable y antidemocrático", ya que el tema afecta a toda la población, no sólo ante las empresas, acusó.