ARGENTINA-BRASIL: La protección llega a la industria

Tras casi tres años de negociaciones, Argentina y Brasil firmaron este miércoles un convenio que permite restringir el comercio de un país a otro cuando se dañe la producción local. También se prevé la aplicación de un plan de reconversión para el más rezagado.

"Estamos muy satisfechos", expresó la ministra de Economía de Argentina, Felisa Miceli, al anunciar el acuerdo. De este modo se mejorará "la productividad de la industria nacional, para que llegue a ser competitiva sin necesidad de estos mecanismos" en el futuro, agregó.

En tanto el vicecanciller de Brasil, Samuel Pinheiro Guimaraes, sostuvo en el mismo acto en Buenos Aires que las medidas "permitirán el fortalecimiento de inversiones industriales y (aclaró que) no van a perjudicar el comercio bilateral".

Si bien el protocolo es de doble vía, el convenio es el resultado de una iniciativa del anterior ministro argentino de Economía Roberto Lavagna con miras a paliar su creciente déficit en el comercio bilateral, que alcanzó a 3.700 millones de dólares en 2005, el doble del registrado el año anterior.

Los sectores de la industria argentina más afectados por la competencia brasileña son el de los electrodomésticos, productos de línea blanca (refrigeradores, congeladoras, lavarropas, lavavajillas y otros), televisores, productos de telefonía, textiles, calzados y juguetes.

Por su parte, Brasil busca protegerse de la entrada de arroz, harinas y vinos de Argentina a precios más competitivos que esos productos locales.

Pero, además, en estos debates los gobiernos pujaban también por las inversiones extranjeras directas que se dirigen principalmente a Brasil. En la medida en que el comercio se torna más equilibrado, también se espera que los flujos de capital se repartan de modo más equitativo, argumentaron funcionarios de Argentina.

A raíz de este desbalance, que se acentúa más aún en el rubro de las manufacturas de origen industrial, Lavagna había propuesto a Brasilia crear una "cláusula de adaptación competitiva" para que las industrias que sufran un daño por esta causa gozaran de protecciones especiales, como un impuesto a las importaciones.

El mecanismo que se crea es "una oportunidad para ir definiendo una estrategia de desarrollo", señaló a IPS la economista argentina Marta Bekerman.

A su juicio, este tipo de medidas deben ser transitorias, pues para que sean efectivas en el largo plazo "es clave la implementación de un programa de industrialización" en el que debe participar activamente el Estado.

"Argentina necesita una política industrial agresiva, de promoción, pero con metas concretas como se hizo en el sudeste asiático y, para ello, hace falta que se fortalezca el sector público y pueda acompañar y hacer el seguimiento de esos objetivos", apuntó Bekerman, experta en temas de integración regional del Plan Fénix, que reúne a economistas críticos del neoliberalismo.

La iniciativa de Lavagna tuvo algunas modificaciones en función de las resistencias de la industria de Brasil, hasta que a fines de 2005 el presidente de ese país, Luiz Inácio Lula da Silva, se comprometió ante su par argentino, Néstor Kirchner, a dar impulso a este acuerdo bilateral.

Con este aval, los negociadores se reunieron en los últimos dos días en Buenos Aires hasta alcanzar finalmente un acuerdo. Según el texto aprobado, los gobiernos decidieron "establecer medidas que contribuyan a la adaptación competitiva, la integración productiva y la expansión equilibrada y dinámica del comercio" entre los dos países.

Las medidas se adoptarán "cuando las importaciones de un determinado producto originado en un estado parte registrare un aumento sustancial en un período de tiempo relevante, de manera tal que causare daño importante o amenaza de daño importante a una rama de la producción nacional o de un producto competidor del otro estado".

La herramienta se denomina Mecanismo de Adaptación Competitiva (MAC), que fijará aranceles al ingreso del producto competidor y que podrá tener vigencia por tres años prorrogable a uno más. La aplicación de esta normativa será atribución de la Comisión de Monitoreo del Comercio Bilateral, creada en 2003.

El MAC tendrá como objetivo "reparar el daño o prevenirlo". Además, el protocolo prevé que el país cuyo sector productivo sufre los efectos negativos de la importación ponga en marcha la llamada Política de Adaptación Competitiva, que deberá ser frecuentemente seguida por la comisión bilateral.

Esta política podrá incluir apoyo crediticio, medidas de promoción científico-tecnológica, entrenamiento de empleados, y otros mecanismos tendentes a lograr que el sector más desfavorecido en la competencia pueda reconvertirse y ponerse a la altura de la producción proveniente del país socio.

El procedimiento no será automático, como pretendían los industriales afectados por lo que denominan la "invasión" de productos brasileños. Para que se aplique el MAC, habrá que demostrar primero el daño ante el gobierno nacional y luego ante la comisión bilateral. Para ello hacen falta requisitos específicos..

Por ejemplo, la rama productiva afectada que solicite reparación del daño debe demostrar que representa al menos a 35 por ciento de la producción local del producto. Luego hay una serie de presentaciones ante el gobierno respectivo y la comisión para que las partes privadas en conflicto se avengan a negociar un acuerdo particular.

Sólo si ese acuerdo no se alcanza es que actúa la comisión para ver si corresponde o no aplicar el MAC, por cuánto tiempo, y hacer un seguimiento paralelo a la modernización del sector productivo afectado.

Si bien el acuerdo involucra sólo a Argentina y Brasil, los gobiernos firmantes se avendrán a dejarlo sin efecto si entra en vigencia un tratado de similares características en el que se incluya a todo el Mercado Común del Sur (Mercosur), que también integran Paraguay y Uruguay.

Al respecto, Kirchner y Lula se comprometieron este mes en Brasilia a trabajar para reducir las asimetrías con los dos países menores del bloque. "Debemos ser generosos con nuestros hermanos pequeños", dijo el brasileño, en tanto Kirchner habló de ser "solidarios" con las economías más chicas.

"El Mercosur debe dotarse hacia su interior de lo mismo que reclama hacia fuera: la atención de las asimetrías generadas por la integración de economías de menor escala", reclamó el mandatario argentino, y justificó el malestar de Uruguay por la falta de beneficios de la sociedad con sus vecinos.

Ese descontento se tradujo en la intención señalada por el ministro uruguayo de Economía, Danilo Astori, de iniciar conversaciones con Estados Unidos en procura de un tratado de libre comercio bilateral. Una propuesta que, empero, es resistida por parte del gobierno izquierdista de Tabaré Vázquez.

Compartir

Facebook
Twitter
LinkedIn

Este informe incluye imágenes de calidad que pueden ser bajadas e impresas. Copyright IPS, estas imágenes sólo pueden ser impresas junto con este informe