Japón está muy lejos de hacer realidad el sueño de la igualdad de género, pero el dramático descenso de la población nacional obliga al gobierno a tomar medidas para abrir más espacios a las mujeres y alentarlas a tener más hijos.
"Ya se prendió la luz amarilla de alerta", expresó el ministro de Salud, Jiro Kawasaki, a fines de diciembre, refiriéndose al bajo índice de natalidad y a sus efectos sobre la economía nacional, en la medida que escaseará la mano de obra.
El gobierno reconoce que las consecuencias del declive del índice de natalidad —que en Japón se sitúa actualmente en 1,29 hijos por mujer— podría atenderse, en parte, aumentando las posibilidades laborales de las mujeres o extendiendo la edad de jubilarse de 65 a 70 años.
Otra forma de responder a la escasez de trabajadores es que nazcan más niños, por lo que el gobierno también se mostró interesado en ver cómo podría ayudar e incentivar a las familias en tal sentido.
Pero las mujeres se mostraron cautas. "Es bueno escuchar al gobierno que se debe ayudar a las mujeres para aumentar la población. Pero todavía hay mucho por hacer antes de que éstas puedan decidir si en Japón existen las condiciones apropiadas para tener más hijos", dijo Yuko Ashino, una experta en reproducción y ex directora del Instituto de Planificación Familiar de Japón.
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Ashino opina que las mujeres japonesas no tienen más hijos porque se sienten angustiadas y preocupadas por el futuro y están desilusionadas porque piensan que el gobierno no hace todo lo que debería hacer.
Japón invierte menos de dos por ciento de su producto interno bruto para asistir en la crianza de los hijos, lo cual es muy poco si se lo compara con más de 2,5 por ciento que invierte Gran Bretaña.
"Las mujeres necesitan un ambiente en el cual puedan formar una familia y continuar trabajando sin que esto signifique una carga económica desmedida. Tampoco quieren que la responsabilidad del cuidado de los niños descanse exclusivamente sobre sus espaldas. Pero el gobierno todavía no nos ha dicho cómo pueden aliviarse estas cargas", explicó Ashino.
El declive del índice de natalidad es un problema persistente que viene ocupando al gobierno nipón desde hace mucho tiempo. Se ha ensayado todo tipo de programas durante la pasada década, pero sin éxito, según los expertos.
Por ejemplo, el Ministerio de Salud propuso el "Plan Ángel", una iniciativa para financiar la expansión del número de jardines de infantes para los hijos de las mujeres que trabajan fuera del hogar.
El plan se implementó durante la década de los noventa y elevó estos establecimientos a 24.000 en todo el país. Pero no consiguió su objetivo último, y se espera que la población de Japón baje de los 128 millones de habitantes de la actualidad a 100 millones para el año 2050, si no ocurre nada inusual.
El índice de natalidad está descendiendo a un ritmo extremadamente acelerado si se lo compara con Europa y Estados Unidos, señaló un informe del Instituto Nacional de Población y Seguridad Social el mes pasado.
La gente joven dice que no quiere tener hijos porque no tiene dinero para casarse ni para financiar los costos educativos de los hijos, indicó el mismo documento.
El número de parejas que se casaron en 2005 fue de 713.000, lo que representa un cuarto año de caída Además, 70 por ciento de las mujeres con hijos quieren una mayor asistencia para la educación.
Sumiko Shimizu, una ex legisladora que actualmente participa de un grupo de mujeres que promueven la igualdad de género, piensa que estos datos reflejan la brecha entre las expectativas del gobierno y los cambios culturales y en el estilo de vida de las mujeres niponas, la clave del decrecimiento de la población.
"Las mujeres jóvenes quieren tener un trabajo (fuera de la casa) y disfrutar de un estilo de vida independiente. El matrimonio en Japón conlleva una pesada responsabilidad social, lo cual explica por qué ellas evitan casarse y tener hijos o le dan largas al asunto", dijo Shimizu.
Akiko Yahagi, una mujer de 30 años, da fe de ello. Obtuvo un título en relaciones internacionales en su país, y luego pasó tres años en Estados Unidos estudiando diseño. Ahora trabaja en un banco extranjero y confiesa que el matrimonio es apenas un sueño distante.
"Estoy demasiado ocupada disfrutando mi trabajo como para empezar una familia. Quizás cuando tenga 40 años me decida a aceptar esa responsabilidad", explicó Yahagi.
Shimzu también culpa a la creciente competencia global que enfrentan las compañías japonesas, ante la cual pretenden reducir los costos de personal contratando mujeres a tiempo parcial.
Las mujeres son la mitad de la fuerza laboral de Japón, pero más de 60 por ciento están empleadas a tiempo parcial.
"La tendencia en las empresas privadas es contratar mujeres a tiempo parcial para reducir costos tales como los pagos extraordinarios y las vacaciones pagas. Dudo que esto vaya a cambiar en la medida en que Japón enfrenta una mayor competencia en el mercado global", dice Shimzu.
Katsuya Saito, un funcionario a cargo de una nueva dependencia del Ministerio de Salud denominada Apoyo a la Crianza de los Niños, dice que el gobierno central planea tomar una serie de medidas históricas para cambiar la situación y empezar a revertir la tendencia.
Los planes incluyen duplicar las pensiones familiares actuales a partir de abril, y dar el equivalente a 100 dólares por mes a las parejas que tengan un tercer hijo.
También se están preparando una serie de nuevas regulaciones para presionar a las empresas a reducirla jornada laboral tanto para mujeres como para hombres a fin de que puedan compartir las tareas domésticas y las responsabilidades familiares en general.
"El gobierno ahora reconoce que la clave de un índice de natalidad más elevado reside en que sea más fácil para las mujeres trabajar (fuera de casa) y tener una familia. Nuestros nuevos planes ayudarán a cambiar la situación", dijo Saito.