Unos 13 millones de indígenas mexicanos, gran parte de los cuales son pobres, analfabetos y trabajan sin recibir paga, empezaron 2006 escuchando por enésima vez promesas gubernamentales, y presenciando una sui géneris campaña de la guerrilla zapatista a favor de sus derechos.
El subcomandante Marcos, líder del Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN), dejó sus reductos del sureño estado de Chiapas, en la frontera con Guatemala, y se subió el domingo a una motocicleta para emprender, junto a otros dirigentes, un recorrido de seis meses por el país en busca de aliados de la "mera" (verdadera) izquierda.
El presidente Vicente Fox, de quien Marcos nunca aceptó una invitación a negociar, acudió por su parte a un sacerdote de la etnia huichol para recibir una "limpia" (purificación espiritual) e iniciar un viaje de una semana, desde el lunes, por remotas zonas rurales para ofrecer ayuda a sus "hermanos y hermanas indígenas".
La pobreza de los indígenas ha permanecido más o menos intacta desde antes que irrumpiera la guerrilla zapatista, en enero de 1994, y tampoco se ha visto alterada con la asunción de Fox en 2000 como el primer mandatario ajeno al Partido Revolucionario Institucional en 70 años.
Sin embargo, la cuestión indígena se ubicó como asunto central de debate en el mundo de la política. Eso lo atribuyen observadores y el propio gobierno de Fox a la presencia del EZLN, que desde sus primeros manifiestos demandó justicia y respeto para los pueblos originarios.
En 1996, tras varias rondas de negociaciones de paz con el gobierno de Ernesto Zedillo (1994-2000), las partes firmaron un acuerdo sobre derechos y cultura indígena que, en 2001, y luego que los dirigentes del EZLN realizaran una visita a la capital, los legisladores tradujeron en reformas constitucionales.
Pero el EZLN consideró insuficiente el alcance de esas reformas, que otorgan acotados derechos de autonomía a las etnias, mientras el gobierno reconoció las limitaciones, pero defendió que los cambios fueron lo máximo que pudo conseguirse en las negociaciones con los legisladores.
"No veo que cambie nada (en la situación de los pueblos originarios), aquí sigo como siempre, como me ve, pobre", dijo a IPS Estela Marín, indígena de unos 45 años que transita a diario una zona residencial de la capital con dos niños pequeños y pidiendo dinero a los transeúntes.
Hay miles de indígenas que migran a las ciudades para vender baratijas en las calles, pedir limosna, trabajar como empleadas domésticas o prostituirse.
En el campo permanecen millones atrapados en la pobreza, que se mitiga un poco cuando un presidente los visita, como hace Fox ahora, para inaugurar alguna obra de infraestructura y apoyos para salud y educación.
En Chiapas, donde el EZLN combatió al Ejército hasta la segunda semana de 1994, cuando el gobierno del presidente Carlos Salinas (1988-1994) declaró un cese unilateral de hostilidades, la pobreza persiste a pesar de programas sociales gubernamentales y al trabajo asistencial de organizaciones no gubernamentales.
Entre 1990 y 2004, la pobreza medida por la proporción de personas que reciben menos de 250 dólares mensuales, aumentó en Chiapas de 20,5 a 27,8 por ciento, indica una investigación del Centro de Estudios de la Cámara de Diputados de México.
"Chiapas sigue siendo la entidad (estado) con el más alto grado de marginación e índice de desarrollo humano más bajo del país", apunta el documento.
El EZLN reclama justicia para los pueblos originarios y respeto a su cultura y formas de organización. Sus líderes iniciaron el 1 de enero, sin armas y con la venia del gobierno, un recorrido por el territorio mexicano para buscar aliados y definir con ellos un "nuevo proyecto de país".
Los guerrilleros, de abrumador origen indígena, sostienen que no están interesados en la campaña electoral para los comicios presidenciales de julio de 2006, que coincide con el desarrollo de su recorrido.
"Si bien el EZLN no representa a todos los indígenas, lo que plantea recoge sus aspiraciones y esperamos que tenga éxito en su nueva iniciativa", dijo a IPS Antonio Meléndez, coordinador del no gubernamental Desarrollo Económico y Social de los Mexicanos Indígenas, que trabaja con nativos de Chiapas desde 1969.
La gubernamental Comisión Nacional para el Desarrollo de los Pueblos Indígenas calcula que en México hay alrededor de 13 millones de indígenas en una población nacional de 106,9 millones.
Se trata de los herederos de grandes culturas que fueron arrasadas por la ocupación española iniciada en siglo XVI en lo que hoy es México, desposeídos desde entonces.
Documentos de esa Comisión indican que de cada 100 indígenas que trabajan en México, 25 no reciben ninguna paga y 56 obtienen ingresos inferiores a 250 dólares mensuales.
Entre la población indígena de 15 y más años, 25 por ciento no sabe leer ni escribir, proporción que sube a 32 entre las mujeres.
Treinta y nueve por ciento de los indígenas de cinco a 24 años no acude a la escuela, con mayor desventaja para la población femenina, pues casi 42 de cada 100 mujeres están fuera del sistema educativo.
Casi la mitad de los indígenas viven sobre pisos de tierra, y nueve de cada 10 carecen de una habitación exclusiva para cocinar. En 40 por ciento de esos hogares no hay agua potable.
El gobierno de Fox calcula que, en los seis años de su gestión que culminará en diciembre, habrá gastado unos 1.000 millones de dólares en obras de infraestructura para la población indígena, incluyendo agua potable, caminos, vivienda y electrificación.
Nunca un gobierno de México apoyó tanto a los pueblos indígenas, proclamó el mandatario al iniciar su viaje.
"El actual presidente no ha hecho nada extraordinario por los indígenas, sus apoyos y promesas son similares a las hechas por otros gobiernos en el pasado", sentenció Meléndez.
El estudio del Banco Mundial "Pueblos indígenas, pobreza y desarrollo humano en América Latina: 1994-2004" señala que entre la población nativa mexicana, la pobreza disminuyó muy levemente en el período 1992-2002, al pasar de 90 por ciento a 89,7 por ciento.
Según ese documento, en 2002 una persona de un municipio predominantemente indígena de México tenía un ingreso equivalente a sólo 26 por ciento del de otra residente en un distrito no indígena.
En las zonas indígenas, la esperanza de vida es de 64 años y la mortalidad infantil de 41 por cada 1.000 nacidos vivos. En las no indígenas, se vive un promedio de 68 años y se registran 24 muertes infantiles por cada mil nacimientos.
"Yo no sé bien eso" de los recorridos de los zapatistas y del gobierno, pero sí que "aquí seguimos pobres como siempre y que nadie nos ayuda", dijo la indígena Marín, quien sobrevive con el dinero que le donan en las calles de la capital.