La guerra mundial contra el terrorismo declarada por el presidente estadounidense George W. Bush obró contra la vigencia de los derechos humanos en 2005, según el último Informe Mundial de Human Rights Watch (HRW).
La hipocresía de Estados Unidos y Europa en su apoyo a esa guerra condujo a un "vacío mundial de liderazgo" del que se aprovecharon potencias más oportunistas, particularmente Rusia y China, advirtió la organización de derechos humanos con sede en Nueva York.
Human Rights Watch consideró que los múltiples argumentos del gobierno de Bush en defensa de los abusos a los detenidos en el marco de la guerra al terrorismo conspiran contra sus esfuerzos contra el extremismo islámico.
Pero también, agregó, son particularmente destructivos para su credibilidad como campeón global de los derechos humanos.
"El uso y la defensa por parte del gobierno de Estados Unidos de la tortura y el trato inhumano jugó el rol más grande en el debilitamiento de la capacidad de Washington para promover los derechos humanos", alega el informe de 532 páginas.
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También aduce que la tortura y el maltrato de prisioneros fue "una opción política deliberada" de la estrategia antiterrorista del gobierno y que nueva evidencia de los abusos conocidos en 2005 dejaron en evidencia que "la cuestión no podía reducirse a unas pocas manzanas podridas en el fondo del barril".
La Casa Blanca inmediatamente descartó esa conclusión, al considerarla políticamente motivada, al tiempo que insistió en que la política oficial implicaba el trato humano a los detenidos.
"El presidente dejó en claro que nosotros no torturamos", afirmó el portavoz de la Casa Blanca, Scott McCormick. "El mundo ha visto que nos tomamos el trato a los prisioneros muy en serio."
"Parece que el informe está más basado en una agenda política que en hechos", continuó. McCormick opinó que el ejército de Estados Unidos había "liberado" a 50 millones de personas de regímenes brutales en Afganistán e Iraq.
"Si uno mira los hechos, está claro que Estados Unidos está liderando el camino de los derechos humanos", sostuvo.
La mayor parte del informe se dedica a evaluar la situación de los derechos humanos en 2005 en más de 70 países.
El director ejecutivo de HRW, Kenneth Roth, enfatizó en la introducción del estudio que mientras las políticas de detención de Estados Unidos eran particularmente destructivas, y que el apoyo —o al menos la tolerancia— de abusos por parte de sus aliados en la guerra contra el terror también tenía su costo.
En particular, citó el respaldo al presidente de Pakistán, general Pervez Musharraf y a la equívoca respuesta de Washington a la masacre de cientos de manifestantes en la oriental región uzbeka de Andiján, en mayo pasado.
Al mismo tiempo, mencionó el levantamiento de las sanciones militares contra Indonesia y la falta de un pronunciamiento convincente contra la represión en Rusia, Egipto y Arabia Saudita.
"El mismo cálculo que condujo al gobierno a adoptar políticas de interrogatorios abusivos y detenciones arbitrarias —la creencia de que los derechos humanos pueden ser sacrificados en nombre de la lucha contra el terrorismo— lo llevó a desestimar la promoción de la democracia, y aún más de los derechos humanos, entre gobiernos a los que ve como aliados", asevera el informe.
Pero Washington no estaba solo en su hipocresía, continúa el texto. Gran Bretaña no sólo justificó la política de detenciones de Estados Unidos, sino que también consideró adoptar la controvertida práctica de Washington de las "entregas extraordinarias" de prisioneros.
Las "entregas" consisten en el envío de sospechosos de terrorismo a gobiernos extranjeros que tienen antecedentes de de torturas a islamistas radicales, lo cual constituye una violación de la Convención de las Naciones Unidas sobre la Tortura.
La Unión Europea (UE) también probó ser decepcionante durante el año, según Roth. El bloque "podría haber reducido la brecha" creada por la hipocresía de Washington, pero no lo hizo, "debido en parte a la desorganización institucional y en parte a las prioridades" establecidas.
Con excepción de Uzbekistán, donde la UE suspendió su acuerdo de sociedad y cooperación e impuso otras sanciones luego que el presidente Islam Karimov se negó a acordar una investigación internacional sobre la masacre de Andiján, la UE y sus miembros fueron reacios a sacrificar los negocios y los importantes intereses políticos en favor de una fuerte promoción de los derechos humanos, según el informe.
"La posición de la UE sobre Rusia en 2005 hizo que la defensa de los derechos humanos por parte de Estados Unidos pareciera vigorosa", dice, citando una desilusión similar con la política hacia con China.
La UE, tras "ignorar ampliamente las transgresiones de Estados Unidos a los derechos humanos" durante la mayor parte del año, se volvió "más enérgica sólo en vistas de la amplia indignación pública" disparada por nuevos informes dados a conocer en noviembre, indica el estudio.
Según esos informes, Washington usaba aeropuertos europeos para "entregas extraordinarias", y prisiones en Polonia y Rumania para mantener detenidos en secreto a sospechosos de terrorismo.
En ausencia de un liderazgo occidental sobre derechos humanos, Rusia y China "estuvieron demasiado ansiosas por afirmarse a sí mismas", según el informe.
En contraste con la fuerte condena de la UE a la masacre de Andiján y la respuesta en cierto modo más equívoca de Washington, China dio la bienvenida a Karimov a Beijing con 21 cañonazos y un considerable paquete de asistencia en dos semanas después del episodio.
Rusia también se alineó detrás del líder uzbeko y firmó un tratado de defensa mutua con él varios meses después..
Moscú demostró ser el país menos colaborador en la promoción de los derechos humanos y la democratización en los países cercanos, particularmente en Uzbekistán, Ucrania, Belarús y Azerbaiyán.
Mientras, el rápido crecimiento económicos de China y su explosivo apetito por productos básicos "condujo al reforzamiento de regímenes corruptos y represivos en África, América Latina y Asia, para desventaja del público de esas regiones", según el informe.
Beijing también le brindó ayuda económica "a gobiernos tan abusivos como los de Sudán y Zimbabwe", agrega.
El informe también destacó que Rusia, China y Uzbekistán, así como otros varios estados represores, habían usado efectivamente la guerra contra el terrorismo para calificar a sus adversarios políticos de "terroristas islámicos" y justificar el maltrato que les depararon.
La credibilidad de Washington en denunciar tales tratos se vio muy debilitada por su propio registro de abuso de detenidos, según el informe.
La presión pública que el gobierno ejerció sobre los países árabes de Medio Oriente, en particular, para que adoptaran reformas políticas se limitó, en general, a la promoción de elecciones, indica el estudio.
En este aspecto, el gobierno estadounidense pareció releer la página de la era Ronald Reagan (1981-1989) en América Central, cuando los escuadrones de la muerte organizados por fuerzas armadas respaldadas por Washington recogieron una espantosa cosecha de disidentes, según Roth.
Pese al decepcionante desempeño de Estados Unidos, la UE y otras grandes potencias, en 2005 hubo algunos avances en materia de derechos humanos, establece el informe.
Entre otros acontecimientos positivos, HRW mencionó el aislamiento occidental de Zimbabwe y Birmania, la suspensión por parte de India de la mayor parte de la asistencia militar a Nepal tras el golpe de estado del rey Gyanendra, y la renuncia de Birmania, bajo presión de sus vecinos, a la presidencia de la Asociación de Naciones del Sudeste Asiático (Asean).
El estudio también cita el liderazgo de México para persuadir a la Organización de las Naciones Unidas (ONU) de mantener un comisionado especial para la protección de los derechos humanos en relación con la guerra contra el terrorismo y la negativa de Kyrgyzstán de entregar más de 400 refugiados a Uzbekistán luego de la masacre de Andiján.