CUBA-EEUU: Apuesta a la confrontación

Los contactos pueblo a pueblo, fórmula pensada la década pasada como complemento del bloqueo económico contra Cuba, parecen haber cedido paso definitivamente a una nueva y más agresiva estrategia de Estados Unidos en su viejo anhelo de buscar el fin del socialismo en esta isla del Caribe.

Si el llamado "Carril II" de la Ley Torricelli (1992) fue impulsado como un complemento al embargo contra La Habana, siempre con los mismos objetivos, los planes del actual presidente estadounidense George W. Bush al respecto sólo piensan en la transición hacia una "nueva Cuba" en una "era pos Castro".

Desechada así la ilusión de derrocar la Revolución Cubana en vida del presidente Fidel Castro, Washington apuesta por el momento a lo que sucederá a la muerte del líder y opta por colocar todo su apoyo en la sociedad civil de este país que, a su juicio, se limita a los grupos visibles de la disidencia política, periodistas y bibliotecas independientes.

"El actual gobierno de Estados Unidos ha fracasado totalmente en sus planes de aislar y de asfixiar económicamente a Cuba, no se resigna a su fracaso y se desespera", aseguró Castro este domingo por la noche al convocar a la población a una "marcha pacífica" frente a la sede de la Oficina de Intereses de Washington en La Habana.

La manifestación está programada para este martes, el mismo día en que será analizado en Estados Unidos el estatus migratorio del terrorista de origen cubano Luis Posada Carriles, acusado de varios atentados contra Cuba, entre ellos la voladura en pleno vuelo en 1976 de un avión de Cubana de Aviación que costó la vida de los 73 ocupantes.

Para Castro, los actuales planes de Washington incluyen liberar a Posada Carriles, violar abiertamente los acuerdos migratorios bilaterales, vigentes desde 1994 y 1995, impedir la venta de productos agrícolas a esta isla y "forzar una ruptura de los actuales vínculos diplomáticos mínimos con Cuba".

"Las groseras provocaciones que se vienen realizando desde su Oficina de Intereses en La Habana, no tienen ni pueden tener otro propósito", dijo el mandatario al presentar la respuesta de su gobierno, que es la oferta de operar de la vista gratuitamente a 150.000 personas pobres y necesitadas procedentes de Estados Unidos.

"¿Multará el gobierno de Estados Unidos a esos enfermos norteamericanos por venir a operarse en Cuba o acaso preferirá que se queden ciegos?", se cuestionó Castro y ofreció, incluso, garantizar la transportación aérea entre ambos países.

La confrontación pacífica aparece por el momento como la única opción entre dos países que, a pesar de los desencuentros políticos, comparten historia, cultura, intereses, un espacio geográfico y desafíos comunes de alcance internacional, como la lucha contra el narcotráfico, el enfrentamiento a los desastres naturales y la preservación del ambiente.

"Sueño que un día esta nación se levantará y vivirá el verdadero significado de su credo", dijo el líder afroamericano de los derechos civiles Martin Luther King, asesinado el 4 de abril de 1968 en la meridional ciudad estadounidense de Memphis.

Esta frase pudo leerse el 16 de este mes en un mensaje electrónico desplegado en la fachada de la Oficina de Intereses de Estados Unidos en La Habana (SINA), junto a fragmentos de la Declaración Universal de los Derechos Humanos que, según fuentes de ese país, intentan brindar "información sin censura" a Cuba.

Así, lo que podría empezar a llamarse el "tercer carril" se caracteriza por un creciente activismo desplegado por la SINA dentro de la isla. Nunca antes fue tan visible la labor de la diplomacia estadounidense en Cuba.

"Hablar e intercambiar ideas no lo considero provocador. Considero eso la vida, la vida misma", dijo el sábado el jefe de la SINA, Michael Parmly, para luego añadir que lo único que "queremos" es promover el "diálogo entre los cubanos y otra gente que quiere la libertad".

Además de la propaganda destinada a la población cubana en general, en los últimos tres años la SINA distribuyó más de 500.000 textos de diversa índole y miles de radios de onda corta, organizó cursos para periodistas independientes y abrió una sala de navegación por Internet con servicio gratis para unas 50 personas cada día.

Aunque el anterior jefe de la misión diplomática en La Habana, James C. Cason, afirmó varias veces que su país no financia a los grupos cubanos de oposición, reconoció la entrega de papel, computadoras portátiles, cámaras e impresoras, y el acceso a los servicios de la red mundial de computación, fax y fotocopiadora en la sede diplomática.

Durante todo 2005, la SINA promovió además una serie de videoconferencias sobre la transición en Cuba con temas como el sistema de salud, la educación, crecimiento económico y disparidades sociales, expropiación de propiedades y su marco legal, el papel del sector público y la reconciliación nacional.

En un gesto de consolidación del apoyo estadounidense a la oposición al gobierno de Castro, Cason asistió a la inauguración de un congreso disidente realizado en condiciones de ilegalidad, en mayo del 2005, y presentó la grabación de un mensaje especialmente enviado para la ocasión por el propio presidente Bush.

Para cerrar el año, el nuevo jefe de la sede diplomática aseguró que los cubanos aspiran a un cambio y ese cambio se acerca. "Cuando la democracia triunfe en Cuba, los Estados Unidos, Europa, América Latina y otros campeones de la libertad estarán allí para darles la bienvenida", afirmó Parmly.

Paradójicamente, las acciones de la SINA no sólo han contado con el rechazo de las autoridades cubanas y de los seguidores de Castro sino también de sectores moderados de la disidencia interna que promueven una visión de la oposición política cubana independiente de Washington.

Con su política, afirman estos grupos opositores, Washington confirma la versión oficial cubana de una disidencia "mercenaria" que sólo existe porque es preparada, organizada y financiada por los sucesivos gobiernos estadounidenses con el fin de promover la subversión interna y preparar el terreno para una invasión militar.

Sólo la población cubana puede decidir qué hacer con su destino, sostienen opositores como Eloy Gutiérrez Menoyo, Manuel Cuesta Morúa y Elizardo Sánchez. En contraposición, otros opositores, como Marta Beatriz Roque, defienden las vías más extremas para lograr el fin del actual sistema cubano.

Acostumbrada al conflicto de más de 40 años entre La Habana y Washington, para la población cubana muchos de estos hechos no serían más que anécdotas cotidianas si no supiera que las escaladas de tensiones desembocan en medidas y las medidas suelen tener la virtud de afectarla en primer lugar.

Un alza de salarios y pensiones decretada por el gobierno cubano el año pasado no logró compensar las afectaciones provocadas a la población por las restricciones al envío de remesas de dinero y de paquetes desde Estados Unidos, el descenso de los viajes de emigrantes a su país de origen y la multa aplicada al cambio del dólar estadounidense en la isla.

"Ya empezaron", fue la reacción de muchas personas ante la aparición del cartel lumínico en la fachada de la SINA.

Mientras el gobierno de Bush fortalece su estrategia para cerrar los flujos de recursos hacia la isla, Cuba eleva cada año sus compras de alimentos a empresas estadounidenses. En 2005, la excepción aplicada al bloqueo desde 2001 permitió importar 1.816,2 toneladas de productos estadounidenses por un valor de 540,8 millones de dólares.

El gobierno de Castro está preparado para que una "abrupta interrupción" de estos suministros no afecten a la población cubana y asegura que "la conducta y las acciones de respuesta de Cuba frente a las provocaciones del imperio serán absolutamente pacíficas", afirmó Castro al convocar a la primera marcha de esta año 2006.

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