Al tiempo que Afganistán asiste este lunes a la inauguración del nuevo parlamento en Kabul, toda la atención está puesta en la legisladora Malalai Joya, de 27 años, consolidada como crítica implacable de los «señores de la guerra» que controlan este país.
En 2003, Joya, que trabajaba en la alfabetización y la atención médica de las mujeres, aprovechó una reunión pública para dar su opinión acerca de la nueva Constitución y denunciar a los líderes de las distintas facciones como "criminales" que debían ser llevados a juicio ante la Corte Penal Internacional.
Lógicamente, su discurso le valió numerosos enemigos.
Pese a su inmensa popularidad, que la llevó a triunfar por esfuerzo propio en las elecciones parlamentarias de septiembre por la occidental provincia fronteriza de Farah, Joya rara vez viaja sola.
Por lo general la acompañan no menos de 12 guardias de seguridad personal —hubo al menos cuatro intentos de asesinarla— y en público siempre viste la "burqa" (traje tradicional de las mujeres que las cubre desde la cabeza, incluido el rostro, hasta los pies). Pero en ocasiones muestra su rostro, como puede verse en su sitio en Internet http://www.malalaijoya.com/index1024.htm.
[related_articles]
Además de la continua violencia que ejercen los señores de la guerra en buena parte del país, Afganistán sigue ocupado militarmente por Estados Unidos, y una fuerza militar y policial multinacional actúa en la capital y sus alrededores.
"La violencia contra las mujeres es algo constante y generalizado", indicó un informe de Amnistía Internacional de mayo.
La expectativa de vida de las mujeres afganas es de apenas 45 años.
"Las mujeres y las niñas afganas viven siempre con el riesgo de ser secuestradas y violadas por individuos armados, forzadas a contraer matrimonio contra su voluntad y canjeadas para resolver disputas y saldar deudas. Deben enfrentar la discriminación diaria por parte de todos los segmentos sociales y de las autoridades estatales", dice el informe.
La agencia independiente de noticias Pajhwok Afghan News informó el 6 de este mes que los crímenes violentos contra las mujeres seguían en ascenso tanto en la provincia suroccidental de Helmand (Lashkargah es su capital) como en Kapisa, en el norte del país.
En ocasiones, las mujeres fueron golpeadas hasta morir por sus esposos o parientes varones.
También hay muchas denuncias de torturas ocurridas en varios distritos de Helmand, incluidos Baghran, Baghni, Nad Ali y Washir.
La mayoría de las víctimas fueron entregadas como esposas a manera de "swara" para resolver alguna disputa familiar, una cruel práctica muy común entre las tribus de Afganistán y de su vecino Pakistán.
Bibi Shirinai, de 65 años, residente del distrito de Marja, recuerda la tragedia de una vecina suya, que fue entregada por su padre para solucionar un desacuerdo. "Su marido la tortura", dice. "Ahora su miseria es doble. Su esposo se casó con otra mujer".
Rahmato, del área de Kart-i-Lagan, adyacente a Lashkargah, relató a Pajhwok que su esposo y los dos hermanos de éste, desposaron a sus dos hijas menores de edad sin decirle nada.
"La familia de su marido maltrataba y golpeaba a una de mis hijas", dijo la madre, "Cuando se enfermó, no la llevaron al hospital. Cuando su estado de salud se agravó, la trajeron a mi casa. Murió a los dos días en el Hospital Bust", agregó.
Abdul Ghani, un residente de la aldea de Ubaidullah en el distrito de Nad Ali, reveló que había entregado a su hija a sus enemigos para salvar la vida de un hijo varón. "Todo resultó bien por tres meses. Pero luego ya no dejaron que mi hija me visitara más y cinco meses después me vine a enterar de que la había asesinado su suegro".
La tragedia de Ghani fue confirmada por el subjefe de la oficina contra crímenes de la estación de policía provincial, Mohammad Hashem Haibat, quien anunció haber detenido a un hombre llamado Mohammad Rasool por haber asesinado a su nuera. El acusado está recluido en la prisión central.
En la septentrional provincia de Kapisa, el 10 de diciembre, un hombre acusado de haber asesinado a su esposa mató a un primo que denunció el crimen.
"Asadullah mató a mi hermano Shukrullah sólo por haber condenado el asesinato de Samia como un acto brutal", dijo a Pajhwok el hermano de la víctima.
El jefe de policía del área, coronel Atta Mohammad, indicó que el hombre había enterrado a su esposa dentro de la casa luego de decapitarla. Para ocultar el crimen, Asadullah divulgó el rumor de que Samia lo había abandonado luego de robarle sus pertenencias.
La investigación policial confirmó el crimen contra la mujer de 25 años.
"Mi padre peleó con mi madre, le dio una golpiza y luego la decapitó", relató el hijo de la pareja, Nauman.
Asadullah desapareció tras cometer su segundo asesinato y continúa prófugo.
La directora del Departamento para Asuntos de las Mujeres de Afganistán, Fauzia Uloomi, sostuvo que el analfabetismo y la ignorancia son las principales causas de los ataques contra la población femenina.
"Hay un elevado analfabetismo en las zonas más aisladas del país. Los hombres afganos son analfabetos. Siempre buscan pelear con otros hombres, y descargan su furia contra sus parejas femeninas", señaló.
Para la mayoría de las afganas, poco ha cambiado desde que el movimiento islamista Talibán fue desalojado del poder por Estados Unidos en 2001.
El índice de alfabetización entre las mujeres es de apenas 14 por ciento, contra 50 por ciento de los hombres.
Mientras, muchos afganos acusan de inoperancia al Departamento para Asuntos de la Mujeres.
Los funcionarios del Departamento "reciben grandes salarios por nada. Su único deber es tener una reunión una vez al mes y eso es todo", señaló un maestro de la central provincia de Lashkargah que no quiso dar su nombre.
Algunos líderes religiosos salieron a defender a las mujeres. Maulvi Mohammad Sadiq Haqqani llamó a todos los hombres del país a respetar a sus esposas.
"Si una mujer desobedece a su esposo, el hombre debe resolver el asunto de manera cordial en lugar de usar la fuerza", señaló.
Los ataques a las mujeres tienen que acabar, dijo la relatora especial de la Organización de las Naciones Unidas sobre la violencia contra la mujer, Yakin Ertürk, durante una conferencia realizada en Kabul en agosto.
"Se deben tomar acciones para proteger a las mujeres y salvar vidas. La situación actual es una oportunidad única que no se debe perder", afirmó, en vísperas de las elecciones de septiembre.
Ahora, el futuro de las mujeres afganas está en manos de los nuevos parlamentarios, entre ellos Joya.