CUBA-SUIZA: Cambios de vida

Gilberto González, un cooperativista de la oriental provincia cubana de Holguín, concluyó que los silos metálicos son lo «mejor del mundo» tras descubrir que podía guardar en ellos su cosecha de frijoles sin perder un solo grano.

Más al centro de esta isla caribeña también hay otras personas agradecidas por los avances logrados en su trabajo y calidad de vida con el apoyo de la Agencia Suiza para el Desarrollo y la Cooperación (Cosude), la columna vertebral de la cooperación de ese país europeo con naciones menos desarrolladas.

Una de ellas es Felicia Lezcano, quien se considera afortunada porque ya no pierde el techo de su casa en cada temporada ciclónica, al igual que decenas de otros campesinos, que han mejorado y diversificado su producción al calor del intercambio con la ciencia.

También en San Antonio de los Baños, a 35 kilómetros de La Habana, la Escuela Internacional de Cine y Televisión (EICTV) se precia de haber conseguido "asomarse a la contemporaneidad tecnológica" gracias al mejoramiento de sus equipos.

"En el trabajo de cooperación buscamos acompañar procesos de largo alcance, mas allá de la política o de la diplomacia de día a día", dijo a IPS Olivier Berthoud, quien llegó a Cuba en septiembre de 2000 para explorar las posibilidades de colaboración suiza con este país.

Historiador, con una experiencia de trabajo en América Latina que data de 1980, Berthoud pudo comprobar en la vida cotidiana que "Cuba posee una población de nivel educativo excepcional para la región, y que allí reside sin duda su principal potencial para el desarrollo".

Pasados tres años, Cosude decidió poner en marcha un programa de cooperación de mediano plazo, enfocado a acompañar a la sociedad cubana "en un proceso de desarrollo pacifico, participativo y con equidad".

"De menos de medio millón de dólares a fines de la década del 90, la cooperación de Suiza con Cuba alcanza hoy más de cuatro millones de dólares anuales", detalló Berthoud quien, tras cinco años de trabajo en la isla, regresa a su país este mes.

Desde el día 1, la dirección de Cosude en La Habana está a cargo de Herbert Schmid, un economista con 20 de trabajo en la institución y que llega de Macedonia tras cinco años de funciones al frente de la oficina de ese país.

Esta agencia suiza está presente en 17 países del Sur en desarrollo y en 10 de Europa oriental. Bolivia, Ecuador, Perú y Nicaragua son otros países latinoamericanos beneficiados con el aporte de Suiza, que utiliza alrededor 0,4 por ciento de su producto interno bruto (PIB) para la cooperación al desarrollo.

Los países industrializados confirmaron su compromiso de destinar al menos 0,7 por ciento del PIB para la asistencia al Sur en la asamblea de la Organización de las Naciones Unidas de 2000, cuando se acordaron los ocho Objetivos de Desarrollo para el Milenio a cumplirse en 2015, entre ellos el de reducir a la mitad los indicadores de indigencia y hambre registrados en 1990.

En Cuba, Cosude ha trabajado con instituciones estatales y no gubernamentales, apoyándolas en desarrollar opciones viables, sostenibles y rentables en tres campos: la seguridad alimentaria, el ahorro energético y el mejoramiento de la vivienda.

Entre los proyectos de mayor impacto en el sector campesino se encuentra la introducción de una tecnología sencilla de conservación de granos a pequeña escala, que se ha desarrollada con éxito también en América Central en los 25 últimos años.

"Para el campesino, la cuenta se hace fácilmente: con lo que deja de perder en una o dos cosechas, paga una herramienta que le durará por lo menos 30 años. Cosude ha invertido en la adaptación de esta tecnología 450.000 dólares en los cinco primeros años", informó Berthoud.

Otro programa de gran interés para esta isla, que vive una severa crisis energética, es el desarrollado con el Ministerio de la Industria Básica, que permite ahorrar energía, recursos financieros y disminuir la emisión a la atmósfera de dióxido de carbono (CO2), el principal de los gases invernadero causantes del recalentamiento del planeta.

Con la substitución de los tubos de iluminación y transformadores existentes por otros más eficientes, se reduce a la mitad el consumo eléctrico. Las nuevas lámparas promovidas son un poco más caras que las tradicionales, pero a la larga el ahorro es sustancial.

Cosude invirtió 1,2 millones de dólares para comprobar a escala real la factibilidad técnica y financiera del proyecto. Con las 40.000 lámparas instaladas, se estima que en cinco años Cuba ahorrará más de 23,2 millones de kilovatios de electricidad y dejará de emitir 17.662 toneladas de CO2.

"Si se sustituyen los tres millones de luminarias existentes en la isla, el ahorro en gastos energéticos sería de 40 millones de dólares anuales", comentó Berthoud.

La agencia suiza, además, ha brindado ayuda de emergencia tras el paso de huracanes y también apoya, entre otros proyectos y organizaciones cubanas, al no gubernamental EL Centro de Intercambio y Referencia sobre Iniciativas Comunitarias, al Festival de Cine Pobre de Gibara y a Infomed, el portal de la salud de este país en Internet.

La cooperación suiza está presente también en un proyecto piloto de recolección de desechos sólidos urbanos en La Habana, en la introducción del uso del bambú y en la producción de "ecomateriales" más resistentes que los tradicionales en caso de desastres.

"Más de 2.500 familias han podido realizar las acciones de rehabilitación de sus viviendas en los últimos cinco años, en gran parte gracias al apoyo de Cosude", explicó a IPS Fernando Martirena, especialista de la Universidad Central de las Villas, ubicada a 300 kilómetros de La Habana.

Para Berthoud, ninguno de los proyectos apoyados por Cosude en Cuba es la única solución al problema abordado. Los logros sociales alcanzados por este país, aseguró, "tendrán que sustentarse a largo plazo sobre una economía local desarrollada".

A su juicio, la historia suiza prueba que "países pequeños, sin recursos naturales y dependientes del exterior pueden lograr un desarrollo propio sostenible, diversificando sus actividades y sus dependencias de la economía internacional, a partir de actividades solidamente insertadas en la vida local".

"Cuba tiene un gran potencial de diversidad", aseguró Berthoud a IPS al término de su misión en la isla.

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