La Organización Mundial del Comercio (OMC) elevó al rango de norma duradera una disposición temporal que resolvió hace dos años el problema de fabricación y abastecimiento de medicinas genéricas en los países en desarrollo que carecen de capacidad para elaborarlos. Pero activistas critican la decisión.
Amina Mohamed, de Kenia, quien preside este año el consejo general de la OMC, celebró la determinación y resaltó que los países africanos "condujeron la campaña" que ahora permitirá atraer inversiones a la región para que en el sector farmacéutico "pueda comenzar un proceso de industrialización básica", dijo.
Aunque el principal motivo de satisfacción es que esta resolución asegura a los africanos el acceso a medicinas de menor costo y la posibilidad de llevar los precios de esos fármacos a niveles aún más bajos, insistió.
La decisión de la OMC es otra secuela de la polémica sustentada en la década de 1990 por los países en desarrollo, en particular los africanos, necesitados de acceso a fármacos de bajo precio para hacer frente a las epidemias que asolan esas regiones.
En la otra acera de la controversia se ubicaban las naciones industrializadas, celosas de las prerrogativas que el acuerdo de la OMC sobre los Aspectos de la Propiedad Intelectual Relacionados con el Comercio (Trips, por sus siglas en inglés) concede a las transnacionales farmacéuticas en materia de patentes.
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El paso dado por la OMC consagra el derecho de un país en desarrollo a otorgar a laboratorios de otra nación una licencia obligatoria para la producción de un fármaco determinado, que luego importará.
Las licencias obligatorias son excepciones contempladas en el acuerdo Trips que permiten el uso de la patente sin autorización de su dueño en casos de extrema urgencia, como las epidemias.
Una declaración aprobada por la cuarta conferencia ministerial de la OMC, celebrada en Doha, la capital de Qatar, en noviembre de 2001, estableció claramente que las normas del acuerdo Trips no podían impedir que los países miembros adoptaran disposiciones para proteger la salud pública.
Sin embargo, la declaración no contenía especificaciones acerca de la forma en que los países podían acceder a los genéricos cuando carecían de capacidad suficiente para fabricarlos.
Para colmar ese vacío, la OMC estableció el 30 de agosto de 2003 un mecanismo provisional autorizando la producción y exportación de medicinas genéricas entre países en desarrollo.
En su momento, la aprobación del mecanismo fue acompañada de la lectura de una declaración de la presidencia del consejo general, reclamada por los países industriales, en la que se descartaba la posibilidad de que el nuevo método amenazara con abusar o socavar el régimen de protección de las patentes farmacéuticas.
Otra novedad del mecanismo es que un grupo de 33 países de altos ingresos declaró formalmente su decisión de optar por la renuncia del beneficio de emplear las licencias obligatorias aun en casos de emergencias sanitarias.
Pero la decisión de agosto de 2003 fue criticada por organizaciones no gubernamentales dedicadas a la salud porque la juzgaron "restrictiva, compleja y proteccionista".
Ellen 't Hoen, especialista en la cuestión de la organización no gubernamental Médicos Sin Fronteras, la calificó de "demasiado engorrosa e ineficaz".
La organización Consumidores Internacional dijo que ese régimen permitía a los países ricos exportar a los pobres, mientras prohibía en cambio la importación de los países pobres a los ricos.
Ahora, una vez que ese mecanismo ha sido convertido en norma permanente de la OMC, el director de política tecnológica de Consumidores, el estadounidense James Love, opinó que se trata de "una decisión horrible".
"Es contraria a los consumidores, a la competencia y al comercio libre", sostuvo.
Los países en desarrollo fueron intimidados y presionados por las grandes compañías farmacéuticas y por la Unión Europea para que aceptaran el acuerdo, aseguró Love.
La portavoz de Médicos Sin Fronteras observó que el mecanismo no ha sido todavía experimentado. Ningún paciente se ha beneficiado de ese sistema a pesar de que nuevos fármacos, como la segunda generación de las medicinas contra el sida, aparecen con precios inalcanzables para los pobres, mencionó.
Como consecuencia de las campañas de los países en desarrollo y de grupos de la sociedad civil en el decenio de 1990, los fármacos contra el sida experimentaron una disminución pronunciada de su precio. En algunos casos, el costo del tratamiento anual de un paciente de sida, que se elevaba a unos 10.000 dólares, se redujo a unos 175.
Mohamed afirmó que el mecanismo introducido en agosto de 2003 favoreció la caída de los precios de los medicamentos, como ocurrió "en el país de donde vengo, que ha sido duramente golpeado por la epidemia de sida", síndrome de inmunodeficiencia adquirida.
Hemos asistido a un derrumbe de los precios de los fármacos de 70 por ciento y, en algunos casos, hasta de 80 por ciento, como resultado de esa decisión, dijo.
Sin embargo, 't Hoen expuso que su organización hacía frente a los precios de los nuevos productos necesarios en el tratamiento antirretroviral contra el sida para reemplazar a la primera generación de medicinas que han perdido efectividad.
"Pagamos precios de cinco a 30 veces más altos por la segunda línea de medicinas contra el sida para tratar a los pacientes que necesitan esos fármacos", explicó. La experta de Médicos Sin Fronteras declaró preocupación ante la extrema dificultad de que los precios de las nuevas medicinas vayan a reducirse de la misma manera que lo hicieron los fármacos contra el sida de la primera generación.
La decisión adoptada por el consejo general de la OMC deberá ser ratificada por la sexta conferencia ministerial de la organización, que se celebrará en Hong Kong, del 13 al 18 de diciembre.