La Asociación de Naciones del Sudeste Asiático (Asean) decidió hacer una excepción en su principio de no intervención en los asuntos de otro estado miembro y anunció que procurará contactar a Aung San Suu Kyi, líder de la oposición en Birmania y detenida por la junta militar.
El canciller de Malasia, Syed Hamid Albar, anunció que intentará reunirse con Suu Kyi en el marco de su misión, encomendada por los 10 países de la Asean, para verificar si el régimen militar birmano lleva adelante las reformas democráticas a las que se comprometió.
Si el ministro malasio cumple su objetivo, se abriría una puerta clausurada durante años por la junta militar, que mantuvo a la activista y premio Nobel de la Paz aislada de la comunidad internacional y bajo sucesivas detenciones domiciliarias.
Su actual detención comenzó en mayo de 2003, tras ser arrestada junto a otros miembros del partido opositor que lidera, la Liga Nacional por la Democracia (LND).
Este último período fue el más severo, ya que Rangún le prohibió todo tipo de contacto con los miembros de la LND e incluso recibir las habituales llamadas telefónicas mensuales de su médico personal. La líder opositora pasó detenida 11 últimos 16 años.
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"Una reunión entre el equipo de la Asean y Aung San Suu Kyi sería muy positiva, ya que el gobierno militar birmano prohibió esos contactos por años. Eso ejercería presión al gobierno militar", dijo a IPS Bo Hla Tint, de la Coalición Nacional de Gobierno de la Unión de Birmania, el gobierno birmano en el exilio.
La iniciativa del canciller malasio para reunirse con Suu Kyi, y eventualmente gestionar su liberación, confirma un giro dado por la Asean tras la cumbre del grupo, celebrada en Kuala Lumpur del 12 al 14 este mes.
Al parecer, la Asean perdió la paciencia con Rangún ante su falta de cooperación y su indiferencia al hecho de que el bloque regional es el único que ha salido en su auxilio ante una cada vez mayor condena internacional.
La visita que hará Syed Hamid a inicios de enero también tiene una gran importancia porque se trata de la primera vez que la Asean tiene el valor de romper uno de sus principios más sagrados: la política de no interferencia en los asuntos internos de otro estado miembro.
"El plan para enviar un equipo (de la Asean) a Birmania llega en momentos que el grupo es duramente presionado por un sentido más profundo de culpa y desesperanza", escribió el periodista Kavi Chongkittavorn, editor y columnista del periódico The Nation, de Tailandia.
La Asean está integrada por Birmania, Brunei, Camboya, Filipinas, Indonesia, Laos, Malasia, Singapur, Tailandia y Vietnam.
El sentido de culpa del bloque se debe a que la escasa atención que le dio por años a los grupos opositores birmanos contribuyó al trato que el régimen militar tuvo para con Suu Kyi.
La indiferencia de la Asean asombró y molestó al diplomático malasio Razali Ismail cuando fue nombrado en 2000 enviado especial de la Secretaría General de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) para una reforma política en Birmania.
"Razali expresó asombro y preocupación luego de que en su primera visita a Birmania constatara que las embajadas de los países de la Asean en Rangún no mantenían contacto permanente con Suu Kyi ni con la LND. Entonces pidió a los países del bloque que cambiaran esa actitud", indicó a IPS un analista birmano que prefirió no dar su nombre.
Sin embargo, Razali pagó el precio de haber intentado involucrar a la junta y a Suu Kyi en una reforma política. Los militares le prohíben el ingreso al país desde marzo de 2004.
La junta militar también le negó la entrada al relator especial de la ONU sobre los derechos humanos en Birmania, el brasileño Paulo Sergio Pinheiro. Su última visita fue en noviembre de 2003.
Ese mismo año, el régimen militar birmano impidió que una delegación de diplomáticos de la Asean visitara a Suu Kyi, luego de que fuera puesta una vez más en detención domiciliaria.
El cambio de actitud de la Asean hacia los militares birmanos también se produce en momentos en que aumenta la presión contra Rangún dentro del Consejo de Seguridad de la ONU, que por primera vez analizó las violaciones a los derechos humanos y la crisis humanitaria en Birmania.
El subsecretario general de la ONU para Asuntos Políticos, Ibrahim Gambari, presentó el 18 de este mes un informe al Consejo de Seguridad en el que describía a Birmania como un país gobernado por un régimen despiadado que envió a prisión a más de 1.100 rivales políticos y destruyó más de 2.700 aldeas.
También denunció que los militares "trasladaron a cientos de miles de miembros de las minorías étnicas a centros aislados y cometieron delitos sexuales contra las mujeres".
Gambari también puso en duda la reforma política que la junta asegura haber iniciado —y que incluyen planes de elaborar una nueva constitución—, dado que Rangún se niega a ceder espacio a la LND, partido vencedor en los comicios generales de 1990, los únicos celebrados en el país desde el golpe de Estado de 1962.
En esas elecciones, la LND ganó 81 por ciento de los 485 asientos de la Asamblea Nacional, pero la junta no reconoció el resultado.
Suu Kyi es hija Aung San, héroe de la lucha por la independencia del poder colonial británico en los años 40, y asesinado en 1947.
"El régimen tuvo desde entonces una continua paranoia en relación a Suu Kyi. Los militares siempre interfirieron en sus contactos con la comunidad internacional", señaló Debbie Stothard, de la Red Alternativa de la Asean para Birmania, una organización humanitaria regional.
Stothard consideró oportuno que la Asean finalmente decidiera encarar el problema de los derechos humanos en Birmania, porque "el pasado del grupo en relación a Suu Kyi siempre dejó mucho que desear".