El secretario general de la ONU, Kofi Annan, fue acusado cara a cara, en una reunión a puertas cerradas con diplomáticos del Sur en desarrollo, de doblegarse a la voluntad del gobierno de Estados Unidos para apaciguar a su ala más conservadora.
Ante delegados del Grupo de los 77 (G77), que con 132 integrantes es la principal alianza de países del mundo en desarrollo, Annan replicó que todas las decisiones políticas de la ONU (Organización de las Naciones Unidas) siguen siendo responsabilidad de los estados miembros y no de su secretaría.
"Nadie les va a usurpar el poder", aseguró el funcionario en la reunión reservada realizada el lunes.
"Hubo muchos malentendidos y molestias", añadió Annan, quien aseguró no tener intención de minimizar el papel de los 191 miembros de la Asamblea General, ni de quitarles el poder de tomar las decisiones, y menos "imponerles decisiones suyas a estados miembro".
Saliéndole al paso a las especulaciones, aseguró a los delegados que "no existe ninguna maniobra para amasar poder".
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Annan también negó que su jefe de gabinete, Mark Malloch-Brown, el jefe de su gabinete, hubiera estado informando "directamente a miembros de un parlamento nacional en particular acerca de acciones resueltas por los miembros de la ONU".
En una reunión del G77 del mes pasado, varias delegaciones criticaron la comparecencia del británico Malloch-Brown ante el Comité de Relaciones Internacionales del Senado estadounidense.
El presidente del grupo y embajador de Jamaica, Stafford Neil, advirtió entonces que la Secretaría General de la ONU "tiene que responder a la Asamble General, y no a un estado miembro particular".
Pero Annan manifestó a los delegados que "cuando Mark Malloch-Brown fue a Washington lo hizo para brindar información, no para testificar bajo juramento".
El secretario general también dijo que durante su administración, de 1997 en adelante, nunca ningún funcionario de la ONU había prestado testimonio bajo juramento.
"Yo mismo he hablado ante parlamentos nacionales", dijo, y la visita de Malloch-Brown al Congreso estadounidense correspondió a ese mismo espíritu.
Annan también se refirió a Christopher Burnham, flamante subsecretario general adjunto de la ONU, cuyo nombramiento fue inspirado por la Casa Blanca y que, según la prensa, reivindicó su "lealtad" hacia el presidente de los Estados Unidos, George W. Bush.
Según las reglas administrativas que rigen al personal de la ONU, los funcionarios que ocupan cargos políticos deben dejar de lado sus otras lealtades y afiliaciones. "Ya discutimos esto (con Burnham) y él se disculpó. Caso cerrado", dijo Annan.
Como parte de su plan para revitalizar la infraestructura administrativa del cuestionado foro mundial, Annan propuso la creación de una nueva Oficina de Ética y un Comité Supervisor Independiente para impedir el fraude y la corrupción en el ámbito de la ONU.
Además, Annan piensa establecer en la Secretaría una unidad de control de aplicación de las leyes, así como evaluar la pertinencia de varias oficinas y comités de la ONU que, a su juicio, se han vuelto obsoletos o sin sentido.
Todas estas propuestas de reforma fueron duramente atacadas.
Hablando en nombre de los 132 países en desarrollo más China, el presidente del G77 cuestionó la necesidad de agregar "más capas de burocracia".
También acusó a la secretaría general de tratar de pasar por encima del Quinto Comité de la ONU, órgano a cargo de los asuntos administrativos y presupuestarios, y de la Comisión Consultiva en Asuntos Administrativos y de Presupuesto.
Estos cuerpos figuran entre los más importantes de la ONU, pues en ellos se deciden cuáles programas se mantienen y cuáles no.
Annan, empero, aseguró a los delegados que no tiene ningún plan para pasar por el costado a estos dos comités.
"Necesitamos realizar asignaciones de recursos financieros. Por consiguiente, vamos a adherir escrupulosamente a los procedimientos establecidos. No vamos a pasarle por encima ni al Quinto Comité ni a la Comisión Consultiva. Y no les estamos quitando nada", dijo.
Respondiendo a la crítica de que estas reformas eran impulsadas por Estados Unidos, Annan dijo que las reformas que él propuso "son de interés para todos los países, no sólo para uno". Aludía así a críticas por la inspiración estadounidense de las reformas.
Además, recordó, los planes de reforma de la ONU datan de 1997, el año de inicio de su gestión. "La reforma no es un hecho puntual: es un proceso", indicó.
Cuando comenzó el primer periodo de Annan al frente de la secretaría general, había 25.000 funcionarios destinados a operaciones de mantenimiento de la paz. Hoy son 85.000.
En 1997, había solamente 17 oficinas en el terreno y 140 funcionarios para supervisar las misiones humanitarias de la ONU. Hoy las oficinas son 43 y el número de funcionarios, 815.
También dijo que, según su proyecto de reforma, en el futuro todos los programas y mandatos dependerán de los estados miembros. "Ustedes decidirán qué cortar o qué rechazar. Es su prerrogativa", señaló.
De todos modos, según un miembro del G77, Annan respondió a las preguntas "muy selectivamente". En este sentido, esta reunión fue "una farsa", dijo.
Neil dijo a los delegados que Annan no respondió por escrito una carta que él le había enviado el mes pasado detallándole las quejas y las acusaciones.
En la carta, el G77 también objetó declaraciones de Malloch-Brown críticas de los estados miembros, realizadas en el curso de entrevistas con diversos medios de prensa.
Esto, dice el G77, es una violación de la carta de la ONU "que obliga al personal de la Secretaría a comportarse de una manera políticamente neutra y a contenerse de realizar ninguna acción que no se corresponda con su estatus de funcionario civil internacional que debe responder solamente a la organización".
Cuando en una entrevista de televisión se le preguntó acerca de los "fracasos de su gestión" en la Secretaría, Malloch-Brown respondió sin rodeos.
"Tenemos un problema estructural infernal. El Consejo de Seguridad y los estados miembros suelen interferir con la gestión de esta organización. No le dieron al secretario general ni la autoridad ni los recursos ni los medios para gobernar una organización moderna capaz de rendirle cuentas adecuadamente a sus miembros", dijo.
"Las decisiones que se toman a diario son objeto de injerencias de un carácter altamente politizado de parte de los embajadores y sus subordinados".
Un diplomático asiático dijo a IPS: "Es obvio que Annan no iba a criticar a sus mandos altos en una reunión. O sea, hizo lo segundo mejor que podía hacer: sus ojos se pusieron vidriosos".
El embajador de Singapur, Vanu Gopala Menon, puso el dedo en la tecla cuando preguntó: "¿La ONU se está embarcando en un proceso de reforma porque siente la presión de un determinado país (léase Estados Unidos), o debido a la cobertura negativa que sufre en los medios?
La acusación de que "la Organización de las Naciones Unidas está podrida hasta la médula" es "absolutamente absurda".
Menon señaló que hay un grupo de gente que nunca estará satisfecha, no importa cuánto se reforme la organización.
"Ahí afuera hay gente que no le gusta nada la ONU y que buscan destruirla", agregó.