Fuertes diferencias acerca de una definición sobre terrorismo marcaron la Cumbre Euromediterránea clausurada este lunes. Los gobernantes europeos procuraron colocar bajo esa etiqueta a los movimientos que combaten la ocupación extranjera, con el rechazo de árabes y africanos.
En la reunión, celebrada desde el domingo en Barcelona, oriental ciudad española sobre la costa del mar Mediterráneo, participaron representantes de los gobiernos de los 25 países de la Unión Europea (UE), además de Croacia, Bulgaria, y Rumania, y los 10 de la ribera sur: Argelia, Autoridad Nacional Palestina, Egipto, Israel, Jordania, Líbano, Marruecos, Siria, Túnez y Turquía.
Mientras del lado europeo asistieron los jefes de Estado y de gobierno, fueron notorias las ausencias, comunicadas a último momento, de los reyes Mohamed VI, de Marruecos, y Abdalá, de Jordania, los presidentes Hosni Mubarak, de Egipto, Emile Lahoud, del Líbano, Zin el Abidin ben Alí, de Túnez, Bashar al Asad, de Siria, y el argelino Abdelaziz Bouteflika y el primer ministro israelí Ariel Sharon.
La polémica sobre el terrorismo llegó al extremo de que no se redactó un documento final firmado por todos los asistentes, sino una declaración de la presidencia de la Cumbre, ejercida por el primer ministro británico Tony Blair, quien preside la UE este semestre.
Los países no europeos se negaron a aceptar una definición del terrorismo que incluyera las acciones contra fuerzas de ocupación.
"El éxito en la lucha contra el terrorismo en el plano regional o internacional está supeditado al tratamiento de sus causas de origen y a la protección del derecho a la resistencia de los pueblos ocupados", dijo el canciller sirio, Farouj al-Shara.
El jefe del gobierno español José Luis Rodríguez Zapatero destacó que se había logrado aprobar un compromiso de cooperación contra todo tipo de terrorismo. "Todos sabemos lo que representa: matar inocentes, la violencia que sólo destruye", añadió.
Blair y Zapatero curiosamente subrayaron que todos los países representados en la reunión, incluidos palestinos e israelíes, se comprometieron a combatir "cualquier tipo de terrorismo, con independencia de la definición del concepto".
Blair dijo en rueda de prensa que la condena al terrorismo fue "la más dura que se podía aprobar y un paso adelante". Y sobre los desacuerdos, opinó que "las definiciones y discusiones semánticas son menos importantes que compartir una determinación".
Meir Margalit, dirigente de la organización no gubernamental Comité Israelí contra la Demolición de Casas, sostuvo en un acto paralelo a la Cumbre que en 2004 su país destruyó 125 viviendas en Jerusalén y 350 en Cisjordania, entre 500 y 600 en total, emplazadas en territorios palestinos ocupados.
Y eso ocurre porque Cisjordania y Jerusalén oriental están sumidos en un proceso de anexión, con el que "a los palestinos se les está haciendo la vida imposible. El gobierno israelí quiere negociar, pero con los palestinos arrodillados", opinó.
Tanto Blair como Zapatero omitieron pronunciarse sobre los problemas que impidieron una declaración final consensuada. Un error técnico en las comunicaciones permitió que los periodistas escucharan en la sala de prensa un intercambio entre Zapatero y el director de política internacional de su gobierno, Carles Casajuana.
Éste se acercó al presidente en la sala de reuniones para decirle que quizás tuviera que hacer alguna gestión con Blair para negociar de una declaración final, porque "ellos (los británicos) están a punto de tirar la toalla". Zapatero replicó, enérgicamente, que "hay que cerrarla como sea, vamos".
Casajuana precisó que los israelíes "están intratables y no aceptan un texto desde hace seis meses, y los otros (países árabes) están tranquilos, porque dicen que es culpa de Israel".
Si bien hubo discusiones por la ocupación estadounidense de Iraq, las diferencias de fondo que impidieron suscribir la declaración fueron las diferencias entre Israel y la Administración Nacional Palestina.
De todos modos, las autoridades aprobaron un Código de Conducta sobre el terrorismo, que suscribieron casi todos los asistentes, incluyendo a palestinos e israelíes. Según Zapatero, "se trata de una demostración de lucidez y hasta de valentía, una apuesta mayoritaria por el diálogo y la cooperación".
El presidente español destacó el "hecho sin precedentes" de que más de 30 países de la cuenca mediterránea, entre ellos Israel y sus vecinos árabes, hayan condenado de forma "enérgica y sin paliativos" el terrorismo.
Además, se diseñó un plan, suscripto por todos los participantes con el propósito establecer en 2010 un área de libre comercio entre todos los países del Mediterráneo. Para eso se seguirá negociando sobre el comercio agrícola, cuya liberación reclaman las naciones del sur de la cuenca, y el sector servicios, que quieren abrir los europeos.
El presidente de la Comisión Europea, José Manuel Durao Barroso, afirmó que la UE estudiaría en diciembre de 2006 la posibilidad de establecer una filial del Banco Europeo de Inversiones dedicada a la cooperación económica con los países del sur del Mediterráneo.
Esto podría constituir un mecanismo financiero para apoyar a los países que lleven a cabo reformas, como una manera de fomentar la democracia, el buen gobierno y la igualdad de género, añadió.
Más de un millar de personas protestaron contra la Cumbre, sin poder llegar al sitio de reunión debido a las medidas de seguridad. Levantando banderas con la inscripción "No al Mediterráneo del capital y la guerra", los manifestantes rechazaron la Cumbre, porque los allí reunidos "perpetúan las injusticias que ya existen, con hechos como el muro de la vergüenza de Palestina o los de Ceuta y Melilla, porque estas injusticias generan más violencia".
Israel erigió una muralla en torno al territorio palestino de Cisjordania, alegando se trataba de una protección contra los ataques palestinos. En las vallas que protegen los enclaves españoles de Ceuta y Melilla, en el norte de África, murieron entre octubre y septiembre 14 inmigrantes africanos.