La campaña electoral de Sri Lanka en territorio tamil semeja una guerra. Mientras se dirigen de un búnker a otro, los candidatos mantienen contacto por radio con las patrullas que les abren paso. Helicópteros y lanchas artilladas surcan cielos y mares.
Los dos principales aspirantes a la presidencia, el primer ministro Mahinda Rajapakse y el líder opositor Ranil Wickremasinghe, se lanzaron a la conquista de cierto electorado de la península de Jaffna, en el volátil territorio tamil.
Wickremasinghe llegó el jueves a Jaffna, capital política y cultural del área del norte y el este de Sri Lanka donde los tamiles son mayoría. Rajapakse lo hizo 24 horas después. Ambas giras proselitistas parecieron, más bien, una operación militar.
De todos modos, la apelación al voto de ambos candidatos no se dirigió a los tamiles, sino que se concentró en los más de 100.000 soldados y policías apostados en la zona.
Pero los tamiles, que constituyen 14 por ciento de los 20 millones de habitantes del país, serán decisivos en la puja electoral, según las últimas encuestas.
"Vine para apreciar por mí mismo el estado de los soldados", dijo Wickremasinghe al visitar la base militar Palaly. El candidato no se aventuró a salir del cuartel para dialogar con los civiles tamiles.
Rajapakse tuvo una agenda similar. La única diferencia fue una reunión con un grupo de 300 tamiles, cuidadosamente seleccionados por un partido político local que apoya su candidatura.
Ambas giras ocuparon mucho espacio de emisión en los canales de televisión de Colombo, la capital, pocos días antes de la primera ronda de votos por correo.
Wickremasinghe y Rajapakse se comprometieron a reanudar el diálogo de paz con los insurgentes Tigres para la Liberación de la Patria Tamil (LTTE), estancado desde abril de 2003, pero el candidato opositor propone renegociar el acuerdo de cese del fuego teóricamente vigente.
Los Tigres luchan hace dos decenios por el establecimiento de un estado tamil independiente en el norte y nordeste de Sri Lanka. El conflicto se ha cobrado ya más de 65.000 vidas.
Pero los grandes combates se detuvieron desde el cese del fuego firmado en febrero de 2002 entre Wickremasinghe, entonces al frente del gobierno, y el líder de los Tigres, Velupillai Prabhakaran.
La tregua quedó en entredicho en abril de 2004, cuando un comandante tamil se entregó a las fuerzas de seguridad del gobierno.
Wickremasinghe aseguró que está dispuesto a lograr un acuerdo con los Tigres en caso de ser elegido, y recordó que en el acuerdo de cese del fuego los insurgentes aceptaron la soberanía de Sri Lanka.
Rajapakse, cuya plataforma es más nacionalista y dura respecto de la cuestión tamil que la de Wickremasinghe, se comprometió a volver a negociar el cese del fuego de 2002.
"Estoy preparado para alcanzar un compromiso rumbo al fin completo de la guerra. Pero no lo estoy para sacrificar el país con tal de lograrlo", advirtió.
La falta de seguridad en territorio tamil le impidió a estos dos candidatos, entre otros, hacer campaña en áreas civiles. Agencias de inteligencia del gobierno advirtieron que ambos sufrieron amenazas.
"Me gustaría" hacer campaña en Jaffna y fuera de los cuarteles, afirmó Wickremasinghe. Los Tigres, por su parte, han evitado manifestarse en favor de algún candidato.
"El LTTE no ejercerá presión alguna en la materia. De todos modos, nos mantendremos vigilantes durante el periodo electoral", dijo luego de las giras el líder político de los Tigres para Jaffna, C. Ilamparathi.
Pero varias organizaciones más pequeñas emitieron comunicados para convocar a los tamiles a boicotear las elecciones. Los Tigres desacreditaron una declaración pública que apareció con su firma exhortando a acudir a las urnas.
Los principales dirigentes de LTTE consideran que ninguno de los grandes candidatos está plenamente comprometido con la búsqueda de una solución al conflicto étnico, y que su principal objetivo es ganar las elecciones.
Observadores en Colombo consideran que los Tigren están flexionando los músculos para mejorar su posición en las negociaciones cuando asuma el próximo presidente.
La encuesta Social Indicator, realizada por el Centro para las Alternativas Políticas, indicó que la ventaja de Wickremasinghe se consolida, en parte, por el apoyo de los tamiles, 82,4 por ciento de cuyos votantes sufragarán por él.
Cuarenta y cinco por ciento de los entrevistados pertenecientes a la mayoría cingalesa consideran que Rajapakse es el más adecuado para manejar el proceso de paz. Pero la aprobación de Wickremasinghe subió a 45,4 por ciento en todo el país.
Observadores electorales advirtieron que un aumento de la violencia en territorio tamil desalentará la asistencia a las urnas y, por lo tanto perjudicarían a Wickremasinghe.
En la semana en que los candidatos visitaron Jaffna, se registraron varios incidentes violentos, entre ellos el ataque contra una patrulla de policía y otro con granadas contra un local de la campaña de Rajapakse.