DISEÑO-ARGENTINA: Buenos Aires, capital de la creatividad

Una cantidad extraordinaria de jóvenes protagonizan una explosión creativa en la capital argentina. Superada la depresión económica de varios años, miles de egresados de carreras de diseño encontraron todo por hacer y pusieron manos a la obra.

Así lo explicó a IPS Adrián Lebendiker, el director del Centro Metropolitano de Diseño (CMD) que depende de la Secretaría de Cultura del gobierno de la Ciudad de Buenos Aires. "Fue una increíble paradoja, porque el auge de las carreras en esta área coincidió con la etapa de mayor caída de la producción manufacturera", destacó.

En poco tiempo, las carreras vinculadas al diseño se transformaron en las más atractivas para los estudiantes que comenzaron a trabajar por su cuenta, o a asesorar a las pequeñas empresas que en la década del 90 se habían volcado a importar y luego, tras la devaluación de la moneda, buscaban modernizar sus matrices abandonadas.

La Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco) puso la lupa sobre este fenómeno que está modificando la vida cultural y hasta la fisonomía de Buenos Aires.

En agosto, la capital argentina fue distinguida por la agencia de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) como "ciudad del diseño" y se sumó así a la Red de Ciudades Creativas de la Alianza Global para la Diversidad Cultural. La distinción fue entregada a inicios de este mes.

"Buenos Aires ha sido capaz de aprovechar la energía y la innovación del diseño para el desarrollo de iniciativas a nivel local, regional e internacional", celebró la Unesco. La ciudad desarrolló "una de las industrias de diseño más viables en América del Sur en arquitectura, moda, industria y diseño urbano", reafirmó.

De esa manera, la ciudad del tango "no sólo diversificó su crecimiento económico potencial sino que ocupó un amplio surtido de actores en la construcción de uno de los más vibrantes y dinámicos escenarios del diseño en América Latina", subrayó.

Además de la arquitectura y la tradición de diseño que se remonta a los años 30, el fenómeno surgió tímidamente hace 20 años con la creación de carreras de diseño gráfico e industrial en universidades estatales de ingreso libre y gratuito. Después se sumaron las escuelas privadas y se abrió la oferta al sector de la indumentaria y de imagen y sonido.

Sólo la Universidad de Buenos Aires tiene hoy 14.000 estudiantes de diseño.

No obstante, no fue solamente una cuestión de número. La crisis de los años 90 y el colapsó económico de 2001 generaron una oportunidad. Con la recesión, los diseñadores que trabajaban en empresas se quedaron sin empleo y se lanzaron a desarrollar sus propios proyectos "sólo para su subsistencia", precisó Lebendiker. Es decir, sin escala y sin financiamiento.

Los jóvenes profesionales comenzaron a producir objetos que cautivaron a la franja del mercado porteño más atenta a la novedad, y con un poder adquisitivo entre medio y alto. Para colocar sus productos, los diseñadores apelaron a ferias que comenzaron a surgir como un efecto colateral del movimiento.

En 2001, productores de ferias lanzaron las propuestas de "Puro Diseño" y "Fashion Week" (semana de la moda, destinada a la venta de indumentaria). Estas muestras se repitieron desde entonces cada año con competencia gubernamental y privada y la presencia de una gran cantidad de público local y de turistas extranjeros.

El CMD, que se inauguró ese mismo año, sumó la idea de "El Dorrego", un mercado que sesiona periódicamente con más de un centenar de puestos de distintos objetos de decoración, mobiliario, indumentaria, mantelería, accesorios, juguetes y artefactos de iluminación, entre otros rubros.

"El CMD surgió cuando el Estado percibió que había muchos diseñadores dispuestos a producir, pero que les faltaba capacidad financiera y estrategias para mejorar los productos y producirlos a gran escala", puntualizó Lebendiker. Además, tenían dificultades para ingresar en la cadena de comercialización.

Para que las ideas despegaran, las herramientas fueron principalmente dos. Por un lado trabajar con empresas para la incorporación del diseño profesional a sus procesos productivos y asistir a diseñadores que pudieran convertirse en proveedores de esas empresas. Y por el otro, ayudar al desarrollo de iniciativas individuales con potencial.

Actualmente, el CMD trabaja con numerosas empresas chicas pero también con la cadena francesa de hipermercados Carrefour y con la firma chilena Easy, dedicada al comercio de herramientas, objetos y mobiliario para la vivienda. "Ellos tienen 16 por ciento del mercado de muebles de Argentina y queremos estar allí", aseguró Lebendiker.

Paralelamente, el centro tiene en su sede unas 15 incubadoras de empresas. "Incuba es una herramienta de asistencia en un lugar físico para apuntalar a diseñadores que tienen buenos proyectos pero que carecen de capacidad financiera y de formación en el área de negocios", indicó el funcionario.

El CMD selecciona los proyectos y luego les brinda un local con línea telefónica durante un año, prorrogable a tres. También les da asesoramiento legal y contable, y un equipo de gerentes que los controla, además de capacitación en administración del negocio y contactos con redes de proveedores y de clientes.

"Muchos emprendimientos se revelan inviables al poco tiempo, pero hay al menos un tercio que prospera", aseguró el director.

Uno de ellos es "Replicante", una iniciativa de dos diseñadores industriales, que se dedica a desarrollar prototipos impresos en volumen para empresas pequeñas y medianas. Se trata de piezas tangibles, de material durable, que son diseñadas desde una computadora.

Daniel Arroyo, uno de los dueños de Replicante, dijo a IPS que con su socio habían trabajado para la empresa de motos Zanella hasta que la crisis los decidió a ponerse por su cuenta. "Pero en general, el tema de diseño de producción cayó mucho en los 90 y cerramos", sostuvo.

Entonces elaboraron este proyecto y lo llevaron a Incuba. Pasaron por los seminarios previos para interiorizarse en el manejo de empresas y concursaron con otros 54 proyectos. El CMD los eligió junto a otros ocho para que brindaran servicios a diseñadores y a empresas.

Las máquinas, que según Arroyo trabajan "día y noche" a un año de comenzar, transforman los diseños en piezas tridimensionales. La empresa también brinda servicio de digitalización de objetos en tres dimensiones, para trabajar luego en su mejora.

El diseñador consideró importante mantenerse bajo el paraguas de Incuba otros dos años porque la capacitación es constante, y porque quienes participan de talleres y seminarios en el CMD son "potenciales clientes nuestros". (FIN)

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