«A esta tierra no llega siquiera la guerra», se queja Ranulpho para realzar su rechazo al lugar donde nació, el semiárido nordeste de Brasil. Pero el conflicto bélico aparece en su vida por el drama de su nuevo amigo, un alemán convocado al servicio militar en 1942.
Este es uno de los muchos temas narrados en "Cine, aspirinas y urubús", un filme sorprendente en el ciclo actual de la producción brasileña, que retoma el realismo del "cinema novo" y hace recordar especialmente una obra clásica de los años 60, como fue "Vidas secas", de Nelson Pereira dos Santos.
Nada de melodramas, lujos, colores fuertes, imágenes exuberantes o músicas envolventes. Uno tiene la impresión de que se trata de una película en blanco y negro. Los diálogos son parcos, el silencio y las imágenes áridas dominan la pantalla.
La estética sirve al tema como pocas veces ocurrió en el cine, según un crítico. Es un filme "espectacular en su modestia", definió otro. La austeridad narrativa estimula el espectador a pensar e imaginar.
Esta opera prima del director Marcelo Gomes cuenta la historia de la amistad entre un joven alemán, Johann, que aparece en el seco paisaje del nordeste brasileño en 1942, y Ranulpho, un "sertanejo", habitante de la región semiárida, pobre y rural, excluida del progreso industrial.
Johann, quien llegó a Brasil huyendo de la Segunda Guerra Mundial, se gana la vida vendiendo aspirinas, visita para ello las pequeñas comunidades del interior de Brasil en un camión que le sirve de vivienda y transporta los equipos para exhibir filmes de publicidad que exaltan las calidades del nuevo y milagroso medicamento, una panacea "para todos los males".
En la carretera toma como auxiliar a Ranulpho, que sueña huir de la pobreza y la sequía para establecerse en Río de Janeiro, con un empleo formal.
Son dos casos opuestos, el brasileño "ácido" execrando la miseria y el rezago de su tierra y el alemán siempre descubriendo aspectos "interesantes" en la realidad que va conociendo. La amistad entre personas de culturas tan alejadas es el tema del filme, según el propio director.
Pero el trasfondo, la época y el local elegidos destacan muchos aspectos, como la miseria del nordeste brasileño fomentando el anhelo de migrar al más próspero sur del país, la escasez de agua, tierra y la vegetación quemada de sol donde no parece viable la siembra.
La guerra se hace presente con el alemán pacifista, que reitera no haber "nacido para matar", especialmente cuando él recibe la convocación para incorporarse a las fuerzas armadas de su país, bajo amenaza de prisión y extradición.
Para escapar, Johann renuncia a la identidad, deshaciéndose de sus documentos personales y juntándose a las multitudes que emigran del nordeste a la Amazonia para extraer caucho natural, cuya demanda la guerra hizo crecer.
La forma como Johann promueve y vende aspirinas desnuda la codicia de la industria farmacéutica y su publicidad engañosa, mientras introduce la modernidad en los rincones "parados en el tiempo", con el camión y los filmes publicitarios que encantan la población.
Gomes, director y guionista, no inventó toda la historia que narra en su filme. Ranulpho era su tío, que realmente vendió aspirinas en los años 40 en el interior de Brasil.
Con este primer largometraje ganó el premio del Ministerio de Educación de Francia en el Festival de Cannes, en mayo, y varios otros en muestras de Río de Janeiro y de Sao Paulo en los dos últimos meses. Muchos críticos lo consideran uno de los mejores filmes de este año en el país, si no el mejor.
El director, que estudió cine en Gran Bretaña en los primeros años 90 e hizo algunos cortometrajes, forma parte de una generación de realizadores surgidos en el nororiental estado de Pernambuco, que proponía el "árido movie" (cine árido), con producciones de bajo costo y buenas ideas para hacer factible el cine en una región pobre.
El éxito ante la crítica debe mucho al desempeño de los dos actores principales, el alemán Peter Ketnath, quien se casó con una brasileña, y Joao Miguel, un "nordestino" típico que Gomes eligió al verlo interpretar, en el teatro, un conocido y esquizofrénico pintor brasileño, Bispo do Rosario.
"Cine, aspirinas y urubús (Cine, aspirinas y aves de rapiña)" debe constituir un hito en la filmografía brasileña al proponer una actualización de la llamada "estética del hambre" que marcó los años 60.
Los filmes recientes producidos en Brasil tratan la miseria y las llagas del país con tanto colorido, imágenes y músicas tan seductoras que una historiadora, Ivana Bentes, ironizó el movimiento llamándolo "cosmética del hambre". (