El principal avance de la Cumbre Mundial sobre la Sociedad de la Información es haber concebido un modelo de gobernanza de Internet en que estados, sociedad civil y sector privado actúen en pie de igualdad, según el experto uruguayo Raúl Echeberría.
Este esquema, denominado "multi-stakeholder" (de múltiples participantes), podría servir en otras áreas de gestión internacional, como los derechos humanos o el ambiente, dijo a IPS Echeberría, director ejecutivo del Registro de Direcciones de Internet para América Latina y el Caribe (LACNIC).
Sin embargo, las negociaciones para alcanzar ese modelo están trabadas. Estados Unidos procura mantener el statu quo, en el que ejerce considerable hegemonía, y países del Sur pugnan por un papel más protagónico de los demás gobiernos en la administración y control de la red informática.
En América Latina, el Mercosur (Mercado Común del Sur) y sus asociados no coordinaron posiciones para la Cumbre Mundial, cuya segunda fase se celebrará en diciembre en Túnez, dijo Echeberría.
El Mercosur está integrado por Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay, pero sus miembros asociados comprenden al resto de América del Sur.
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Brasil y otros países en desarrollo proponen un rol asesor y no decisivo para la sociedad civil en la gobernanza de Internet, explicó Echeberría, uno de los 40 expertos del Grupo de Trabajo sobre Gobernanza de Internet que asesoró este año al secretario general de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), Kofi Annan.
"Más temprano que tarde" debe cesar la actual subordinación de la Corporación de Internet para la Asignación de Nombres y Números (ICANN, sigla en inglés) a Estados Unidos, opinó.
IPS: —¿Hay alguna coordinación o posición común entre los países del Mercosur, Chile y Bolivia en torno de la gobernanza de Internet?
ECHEBERRÍA: —Que yo sepa, no hay ninguna coordinación formal. Argentina, Chile y Uruguay han manifestado posiciones similares junto con varios países latinoamericanos, como Ecuador y México, pero decir que son totalmente idénticas sería demasiado absoluto. Brasil está en una posición diferente.
—¿Cuál es?
—Brasil integra el "like minded group" (grupo de países que piensan parecido) junto con China, India, Sudáfrica, Arabia Saudita e Irán, entre otros, apoyados por algunos latinoamericanos como Cuba y Venezuela. Su idea, en general, es promover un organismo intergubernamental, al que llaman Consejo Global de Internet, con amplias facultades de control en la gobernanza de la red. Las organizaciones de la sociedad civil y el sector privado participarían en él como asesores u observadores, sin capacidad de voto.
—¿La sociedad civil quedaría en ese caso fuera del gobierno de Internet?
—Participaría, pero, lamentablemente, esa participación sería restringida, a pesar de que lo más importante de todo este proceso de discusión de años es el advenimiento de un nuevo modelo de gobernanza que puede ser aplicado en diversas áreas. Se trata del modelo "multi-stakeholder", en que todos los actores vinculados con un asunto específico participan en igualdad de condiciones.
En este caso se trata de la gobernanza de Internet, pero también sirve para derechos humanos, para el ambiente… Es un verdadero punto de inflexión en la evolución de los sistemas de gobernanza.
—La posición de Brasil choca con la declaración final de la primera fase de la Cumbre Mundial sobre la Sociedad de la Información en Ginebra, que postulaba un sistema de gobernanza "multilateral, transparente y democrático" que involucre "la participación plena de gobiernos, sector privado, sociedad civil y organismos internacionales".
—El texto aprobado en diciembre de 2003 no es lo suficientemente claro. Como al mismo tiempo se habla de la creación de un Foro de discusión sobre la gobernanza en Internet con participación de todos los sectores en pie de igualdad, idea que más allá de matices logrará consenso, se podría justificar que habría un involucramiento completo de la sociedad civil. Todo depende del cristal con que se mire.
—¿Cómo caracteriza la posición de Argentina, Chile y Uruguay?
—Estos países, y otros, sienten temor ante la complejidad del Consejo Global. No ha alcanzado el tiempo para establecer los mecanismos de participación de los gobiernos, qué tipo de decisiones tomaría, y cómo las tomaría.
Ciertos temores se refieren al costo de nuevos organismos, porque la burocracia internacional sale muy cara, así como a los recursos que deberían dedicar los países para participar con eficacia. Solo las naciones más poderosas tienen posibilidades de participar con éxito en todos los organismos y ámbitos de negociación.
Algunas decisiones parecen imposibles de tomar con participación de todos los gobiernos. Podría establecerse un comité ejecutivo. Y eso también preocupa: comenzarían las disputas para cubrir esos cargos. Algunos querrán estar siempre en esos ámbitos reducidos de decisión, y podrían repetirse escenarios como el del Consejo de Seguridad.
La posición de Argentina, Ecuador, México, Uruguay es que los gobiernos deberían tener más participación, pero sin la creación de nuevos organismos. Estos países ven ya en la creación del Foro un cambio muy importante, que minimizaría la necesidad de nuevos ámbitos.
—Desde ese punto de vista, la ICANN seguiría existiendo.
—Habría que garantizar la forma en que los gobiernos participen mejor.
—¿Qué tipo de reforma prefiere usted?
—Hay bastante acuerdo en que la subordinación de la ICANN al gobierno de Estados Unidos tiene que terminar más temprano que tarde, que debe tener una mayor internacionalización. El Comité de Gobierno, que hoy tiene un rol asesor, debe ser más influyente en las decisiones de ICANN.
Pero por más que todos nos pongamos de acuerdo en que los gobiernos deben tener un rol más fuerte en la ICANN, va a ser muy difícil que se pongan de acuerdo entre sí sobre el grado de influencia que quieren tener. Algunos gobiernos tienen una visión más liberal y quieren menos participación. Otros, en cambio, quieren más.
—¿Usted ve a Estados Unidos dispuesto a ceder el control? Aunque, en realidad, Washington nunca ejerció una presión directa en la ICANN.
—Eso es cierto. Nunca hubo un abuso de ese control. No creo que quiera mantenerlo para siempre… Estados Unidos ha admitido alguna evolución del sistema, como la creación del Foro y las preocupaciones legítimas de los gobiernos por problemas de soberanía vinculados con los códigos por país.
Aunque tiene un discurso muy de statu quo, Estados Unidos está dispuesto a moverse un poco. No va a tener más remedio que aceptar un proceso evolutivo con apoyo internacional, siempre que se dé respuesta a sus preocupaciones sobre la seguridad y la estabilidad. Creo que las perspectivas son buenas.
—¿De qué manera se puede atender a las inquietudes estadounidenses?
—El propio modelo multi-stakeholder, con un alto grado de control social, juega a favor de la estabilidad y la seguridad. Me parece que no sería una buena respuesta instalar un férreo control en manos de los gobiernos, el cual podría hipotéticamente ser ejercido por un subgrupo de los gobiernos del mundo.
—¿Qué futuro ve a la participación de la sociedad civil en la gobernanza de Internet?
—La lucha de la sociedad civil y el sector privado por mayor participación e influencia en la toma de decisiones y de políticas internacionales es a largo plazo y va a continuar. Hubo avances en este proceso en particular, enormes y muy positivos.
Es probable que las resoluciones que se alcancen no sean absolutamente satisfactorias para todos. Habrá que seguir trabajando. Pero el modelo multi-stakeholder de gobernanza es un camino sin retorno. Una vez que la sociedad civil y el sector privado han tenido un buen nivel de participación en este proceso, no veo por qué no irían a pedirla en otros.
La cuestión de la gobernanza en Internet se va a terminar de discutir en Túnez en los días anteriores a la cumbre, y se anuncian algunas limitaciones para la participación de la sociedad civil y del sector privado por razones de espacio o geográficas.
—¿Qué posibilidades hay de alcanzar un acuerdo?
—El peor escenario posible es que no haya acuerdo. Hay posiciones divergentes en cuanto al tipo de control que tendrán las instituciones de gobernanza. El intento de compatibilizar los modelos bottom-up (de abajo a arriba) y los top-down (de arriba a abajo) va a crear situaciones conflictivas.
Dependerá de si los participantes quieren salir fortalecidos en sus propias posiciones o alcanzar acuerdos. Y la única manera de alcanzarlos en una cumbre donde por lo menos no deben presentarse objeciones de los países, es partir de la base de las posiciones comunes, y no del punto medio.