Menos de una semana antes de comenzar en Argentina la IV Cumbre de las Américas bajo el lema «crear empleo para enfrentar la pobreza y fortalecer la gobernabilidad democrática», las posiciones divergentes de los gobiernos respecto del libre comercio amenazan el ansiado consenso.
"En el tema de la liberalización comercial del hemisferio, no hemos alcanzado aún un lenguaje común", admitió cauto el vicecanciller argentino, Jorge Taiana, coordinador de la cumbre que se celebrará el viernes y el sábado de la próxima semana en el balneario de Mar del Plata, unos 400 kilómetros al sudeste de Buenos Aires.
En el caso de Argentina, como en otros países de la región, la posición oficial hace prever que no habrá avances en materia de liberalización comercial.
"No tenemos prejuicios contra el comercio, pero ante cada negociación hacemos un balance: si lo que vamos a obtener no nos satisface, entonces no avanzamos", explicó Taiana.
El proceso en busca de la integración comercial del continente nació en la cumbre de 1994 de Miami con la iniciativa de Estados Unidos de crear el Área de Libre Comercio de las Américas (ALCA), propuesta resistida en buena parte de la región por movimientos sociales y partidos de izquierda y progresistas, varios de los cuales hoy son gobierno.
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No obstante los escasos avances en las negociaciones, las cumbres siguieron realizándose y la agenda fue variando. "Poner el tema del empleo decente en el centro de este debate es un hito", destacó Taiana, al recordar que en los años 90 los problemas laborales eran subestimados y desaparecieron de la agenda.
Ahora, por iniciativa del país anfitrión, el tema volvió a la palestra. El gobierno argentino del centroizquierdista Néstor Kirchner sostiene que, en la década del 90, el crecimiento económico, la apertura comercial y las privatizaciones no sirvieron para generar empleo y reducir la pobreza, sino mas bien lo contrario, y por eso es necesario "un nuevo paradigma".
En ese viraje influyó en parte el fracaso del modelo económico, que colapsó en este país a fines de 2001 y arrastró con el gobierno de Fernando de la Rúa a mitad de su mandato de cuatro años, y en buena parte la porfiada acción de la sociedad civil, que participa del proceso de cumbres con sus planteamientos en un foro convocado por la Organización de Estados Americanos (OEA).
En esta oportunidad, ese foro reunirá el jueves próximo también en Mar del Plata a unos 400 delegados de diversas organizaciones con los cancilleres americanos. Estarán allí agrupaciones de mujeres, de pueblos indígenas, de migrantes, afrodescendientes, ambientalistas y representantes de pequeñas empresas, entre otros.
Sin embargo, el mayor impacto político de la sociedad civil surge de una asamblea paralela de organizaciones sociales y políticas contrarias al ALCA y que, en esta ocasión, se reunirán desde este martes al sábado en el mismo balneario argentino en lo que será la III Cumbre de los Pueblos.
Bajo el lema de "Otra América es posible", la también llamada "contracumbre" convocará a miles de activistas de América para elaborar alternativas a la integración signada por el libre comercio y culminará con una movilización callejera el viernes 4 en repudio a la presencia del presidente de Estados Unidos, George W. Bush.
Gustavo Gamallo, de la Red Interamericana para la Democracia, participará del foro, pero probablemente también estará en la movilización que recorrerá las calles de Mar del Plata hasta los límites de la vigilada reunión de jefes de Estado y de gobiernos de 34 países de América, todos excepto Cuba.
En diálogo con IPS, Gamallo admitió que entre los participantes del foro hay críticas a la eficacia de los mecanismos de participación propuestos por la OEA. No obstante, consideró que esa instancia de diálogo de la sociedad con los gobiernos es imprescindible si lo que se busca es influir en la agenda de discusión.
Para este dirigente social, la realización de la Cumbre de los Pueblos "es complementaria" del foro y contribuye a producir conocimiento en torno a la agenda de la reunión de mandatarios.
En cambio, los organizadores de la contracumbre rechazan de plano la participación dentro del proceso de las reuniones de mandatarios por considerar que sólo sirve para legitimar políticas que no siempre representan el interés de las mayorías.
"Estamos de acuerdo con el lema de crear trabajo, pero una cosa es la consigna de un gobierno y otra cosa es el poder real para lograr los cambios", dijo a IPS Juan González, secretario de la organización de la Cumbre de los Pueblos.
"Para lograr cambios hay que movilizar a la sociedad por fuera de la Cumbre" de las Américas, añadió este dirigente, integrantes de la Central de Trabajadores Argentinos, una de las dos partes en que está dividido el sindicalismo en este país.
González rechaza las recetas de Washington que recomiendan liberalizar el comercio en la región y generar condiciones atractivas para la inversión privada como vía para crear empleo y reducir la pobreza. Por eso Bush es la figura a rechazar.
Bush "representa todo lo que no queremos: el libre comercio, la renuncia a la soberanía y la militarización", enumeró el dirigente sindical.
De hecho, el libre comercio irrumpió esta vez en el tramo final de la negociación y se erigió en un punto de discordia. "Es uno de los núcleos duros de la discusión y va a retener el consenso hasta último momento", pronosticó para IPS el vicecoordinador de la cita oficial, Leonardo Franco.
Los gobernantes firmarán una declaración y un plan de acción sobre el lema de la cumbre. Para eso, negociadores de los 34 países del hemisferio trabajan contrarreloj. El viernes se reunieron por última vez en Buenos Aires y a partir del lunes volverán a hacerlo en Mar del Plata.
Según Taiana, que cree que hay voluntad de acordar, todos coincidieron en el lema de la reunión. Aceptaron que el crecimiento económico no resulta suficiente para asegurar la creación de empleo digno y que las políticas asistencialistas tampoco alcanzan para terminar con la pobreza.
Pero los "matices", dijo el coordinador, o "las distintas aproximaciones" a los temas, aparecieron en torno a los modos de llevar adelante las metas.
En ese sentido, reveló que algunos países —que no identificó— sostienen que las dificultades para crear empleo y combatir contra la pobreza están dentro de cada estado, en tanto hay otros, como Argentina, que creen que los problemas no están sólo allí.
"Hay asuntos internacionales que limitan el desarrollo de los países de la región, como por ejemplo los subsidios a la agricultura (que aplica el Norte industrializado), que afectan nuestras exportaciones, o las condiciones que imponen los organismos multilaterales de crédito que a veces, en lugar de ser parte de la solución, son un problema", declaró el funcionario.
Taiana también explicó que, mientras algunos países consideran necesario crear condiciones favorables a la inversión privada como vía para crear empleo, otros plantean la necesidad de ayudar a la iniciativa particular con políticas públicas que contribuyan al desarrollo.