AMBIENTE-BRASIL: Lula desarma ayuno de obispo

Tras un acuerdo con el gobierno, el obispo católico brasileño Luiz Flavio Cappio suspendió este jueves la huelga de hambre iniciada hace 10 días, que puso en jaque el proyecto de desviar aguas del río Sao Francisco a tierras semiáridas del nordeste del país.

La solución, al menos temporal, llegó de la mano del ministro de Relaciones Institucionales, Jacques Wagner, enviado del presidente Luiz Inácio Lula da Silva a Cabrobó, el pequeño municipio ubicado a orillas del río en cuestión donde se prevé la desviación de las aguas y donde el obispo protagonizó la protesta en una capilla.

De este modo se desactiva o aplaza una nueva crisis en el ya vapuleado gobierno de Lula, pues el obispo amenazaba con inmolarse "para salvar la vida del río de la integración nacional", como le llaman a este curso fluvial por nacer en el centro de Brasil y cruzar un extenso territorio hasta desembocar en el litoral nororiental en aguas del océano Atlántico..

La reapertura de los debates sobre el proyecto, un aumento inmediato de los recursos para la revitalización del río Sao Francisco y aportes mayores asegurados en el futuro por un fondo a ser aprobado en el Congreso Nacional legislativo fueron las condiciones acordadas entre el ministro y el obispo.

Además se pactó una reunión de diálogo en Brasilia entre Lula y el obispo católico de Barra, una pequeña ciudad del nororiental estado de Bahía, tan pronto éste recupere su salud, debilitada por 10 días de huelga de hambre.
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El fondo destinado a la revitalización depende de una enmienda constitucional que sumará contribuciones de empresas de energía eléctrica y del presupuesto gubernamental, para así poder alcanzar el equivalente a casi 2.200 millones de dólares en 20 años, informó el diputado Fernando Ferro, relator de la propuesta.

La protesta del obispo aceleró los trámites de la enmienda, que enfrenta resistencia del Ministerio de Hacienda, preocupado en mantener el aprieto fiscal.

Una carta del papa Benedicto XVI, llevada por el nuncio apostólico en Brasilia, Lorenzo Baldisseri, también contribuyó a convencer Cappio a suspender su acto, según Folha Online, noticiero del diario Folha de Sao Paulo por Internet.

El proyecto de "transposición" de las aguas, como es llamado por los opositores. o de "integración de cuencas", como prefiere el gobierno, tiene por fin captar 26 metros cúbicos por segundo del río Sao Francisco y transportarlo por dos canales hasta causes fluviales intermitentes ubicados más al norte, lo cual beneficiará a 12 millones de personas.

Organizaciones ambientalistas, movimientos campesinos y sindicales, además de grupos eclesiásticos se oponen al proyecto por considerar que dañará un río ya muy degradado por la deforestación de sus orillas, falta de saneamiento en la cuenca y la consecuente sedimentación.

Por eso exigen como prioridad la revitalización de toda la cuenca, en la que ya desaparecieron 1.500 nacientes y viven millones de personas pobres.

Según el obispo y sus adherentes, la transposición del río no favorecerá a los pobres de otras áreas del nordeste semiárido sino "al poder económico", que siempre disfrutó de los grandes proyectos en la región.

En cambio, Cappio propone aplicar los 4,5 millones de reales (unos 2.000 millones de dólares) que costaría la transposición, en los proyectos populares, como cisternas para almacenar agua de lluvia, pequeñas represas y pozos, es decir tecnologías sociales desarrolladas con éxito para la convivencia con el territorio semiárido.

La manifestación del obispo, que obtuvo el apoyo de numerosos grupos religiosos y de activistas sociales en todo el país, llevó el debate a las calles. Gobernantes de estados y municipios bañados por el río también respaldaron su gesto, reafirmando su oposición a la transposición.

Pero también aparecieron los defensores del proyecto. Comerciantes de Cabrobó, el pequeño municipio donde se captarán las aguas del río Sao Francisco, tendieron carteles con la consigna "transposición ya". En varias otras ciudades del nordeste que serán beneficiadas también se alzaron voces a favor.

El proyecto es una idea surgida en Brasil hace más de 150 años. Varios intentos de ponerlo en marcha se frustraron, hasta que el presidente Lula, que nació en ese semiárido nordeste, decidió ejecutarlo, destinándole un presupuesto y cumpliendo los trámites necesarios.

El comienzo de la construcción de los canales por unidades de ingeniería del ejército depende aún de una licencia ambiental, que se esperaba para la próxima semana.

Sin embargo, la juez del estado de Bahía Cynthia de Araujo Lopes decidió el martes, en decisión preventiva, suspender el proceso de autorización ambiental, respondiendo a pedidos de la fiscalía y de asociaciones de abogados locales.

Bahía es un centro de oposición al proyecto, porque el estado teme perder recursos hídricos vitales.

El acuerdo de Lula con el obispo suspende una protesta de sumo riesgo, porque la muerte del sacerdote generaría reacciones imprevisibles y afectaría duramente la imagen del gobierno.

Empero, la polémica proseguirá, ahora en otro nivel, con movilizaciones y conflictos de los grupos interesados y, en consecuencia, mayor repercusión en la prensa local e internacional.

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