El agujero de ozono tuvo una extensión récord sobre territorio austral argentino en septiembre. Pero no hubo medidas especiales para alertar a la población sobre las peligrosas radiaciones ultravioleta.
El debilitamiento de la capa de ozono sobre el hemisferio Sur y la Antártida alcanzó este mes un nuevo récord, y develó la pasividad de las autoridades de Argentina para alertar del peligro a la población más expuesta a la radiación solar.
Según el Instituto Antártico Argentino, que mide la concentración de gas ozono en la estratosfera, el adelgazamiento de ese escudo que protege la tierra de los rayos ultravioleta alcanzó una extensión de 28 millones de kilómetros cuadrados en septiembre sobre la región austral, ocho por ciento mayor que el máximo alcanzado en septiembre del año pasado.
La densidad de la cubierta de ozono, que se considera en rojo cuando es menor a 220 unidades Dobson, cayó a 87 a mediados de septiembre. El registro más bajo en 2004 fue de 95 unidades.
"Son valores récord para septiembre", dijo a Tierramérica Jorge Araujo, director del Departamento de Ciencias de la Atmósfera del Instituto Antártico.
Por factores climáticos, el adelgazamiento de la cubierta de ozono sobre el polo sur se manifiesta especialmente durante la primavera austral, que acaba de comenzar.
La ausencia de la capa protectora deja a la vida terrestre y acuática inerme ante las radiaciones solares más nocivas, que pueden causar en los humanos afecciones en la piel, la vista y el sistema inmunológico. Las poblaciones de Argentina y Chile son las más expuestas a la radiación, por la ubicación austral de sus territorios.
Pero el Ministerio de Salud de la Nación no parece haber tomado ninguna medida. Tierramérica intentó infructuosamente y por varias vías obtener materiales informativos sobre los peligros del sol, que la cartera asegura tener.
Tatiana Petcheneschsky, de la Dirección de Promoción y Protección de la Salud del ministerio, se excusó varias veces por la imposibilidad de acceder a ese material.
La pediatra María Vaccaro, delegada de la Sociedad Argentina de Pediatría en la austral provincia de Tierra del Fuego, dijo a Tierramérica que allí solo se emiten avisos radiales para recordar a la población que debe protegerse del sol.
"Acá en primavera todavía hace frío, y la gente se expone menos. Pero los niños son siempre los más vulnerables porque salen a jugar y porque nacieron con el agujero de ozono que no existía en la infancia de los que ahora somos adultos", remarcó. El alerta por televisión se difundirá en enero, cuando la capa gaseosa comience a recuperarse.
En una encuesta realizada en Ushuaia, capital de Tierra del Fuego, 81,6 por ciento de los consultados aseguró conocer el fenómeno del agujero de la capa de ozono. Pero ante la pregunta sobre el período de "depleción" (agotamiento), apenas 15 por ciento contestó "en primavera".
El mismo estudio indicó que sólo 34 por ciento de los habitantes de esa ciudad conoce la existencia de filtros solares con graduaciones recomendados para proteger la piel expuesta al sol.
Entre los males cutáneos provocados por la exposición al sol se cuentan el eritema —inflamación y enrojecimiento superficial de la piel-, el envejecimiento prematuro y el cáncer. La predisposición a contraer estas enfermedades es mayor en personas rubias, de piel blanca y ojos claros, que se exponen al sol sin protección.
La radiación también puede provocar cataratas.
En este país, una piel bronceada sigue percibiéndose como "un signo de buena salud, imagen estética y estatus social alto", dijo a Tierramérica el presidente de la Asociación Argentina de Medicina Ambiental, Alberto Tolcachier.
Este error de percepción se debe en parte a que la correlación entre la mayor exposición al sol y sus efectos más graves nunca es inmediata. Las cataratas o el cáncer de piel tienen un largo período de latencia, dijo Tolcachier.
Además, la composición de la población que vive en las zonas más vulnerables de Argentina es cambiante, y los habitantes no están expuestos a la radiación a lo largo de toda su vida.
El mayor riesgo está en las bases antárticas y en Tierra del Fuego. En la Antártida, la población (principalmente militares y científicos) rota permanentemente, y en Tierra del Fuego, apenas 35 por ciento de los habitantes nació allí.
A pesar de estas atenuantes, Tolcachier aseguró que el agujero de ozono "constituye un problema grave de salud pública. Dado que la exposición en los primeros cinco años de vida produce el mayor daño, el riesgo es para los niños", alertó.
La agudización del adelgazamiento de la capa de ozono sorprende si se toman en cuenta los 16 años de vigencia del Protocolo de Montreal, ratificado por más de 180 países. Ese tratado establece la obligatoriedad de eliminar el consumo y la producción de sustancias agotadoras de la capa de ozono, como los clorofluorocarbonos, los halones y el bromuro de metilo.
Aunque los países han avanzado en la sustitución de esos productos contaminantes, éstos permanecen muchos años en la atmósfera y continúan destruyendo las moléculas de ozono.
(*) La autora es corresponsal de IPS. Publicado originalmente el 1 de octubre por la red latinoamericana de diarios de Tierramérica. (