La globalización y la apertura comercial no garantizan la creación de empleo por sí mismas y por ello es necesaria la intervención del Estado. Pese a que esta postura logra consenso en América Latina y el Caribe, hay escepticismo sobre el futuro laboral en la región.
Bajo ese acuerdo, en el que conjugan sindicalistas, activistas sociales y muchos empresarios, los gobiernos latinoamericanos han firmado múltiples compromisos desde los años 90 para promover el empleo y proteger los existentes. Sin embargo, poco se mejoró en la materia.
"Lo que sucede es que los gobiernos no cumplen lo que prometen y siguen apostando por el neoliberalismo y la apertura comercial", dijo a IPS Carlos Molina, portavoz de la Confederación Centroamericana de Trabajadores.
Similar postura expresó Mario Rodarte, jefe del Centro de Estudios Económicos del Sector Privado de México, aunque a su entender lo que se requiere para crear fuentes de trabajo es que los gobiernos promuevan una mayor apertura de mercados y la flexibilización de las normativas laborales.
En cuanto a los "famosos acuerdos regionales o mundiales sobre empleo", este observador ligado al mundo empresarial señaló a IPS que "esos se firman, pero nada más".
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Según los últimos datos de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), la tasa de desempleo en la región fue de 9,6 por ciento de la población económicamente activa en el primer semestre del año, un punto porcentual más que la registrada en todo 1998.
Además, la mayoría de quienes ahora están trabajando, lo hacen en el sector informal de la economía, donde los derechos laborales son casi inexistentes.
Un nuevo compromiso para que los Estados coadyuven en la creación de empleos decentes, tomando medidas que atenúen los posibles efectos negativos de la globalización y la apertura comercial, surgió en la XIV Conferencia Interamericana de Ministros de Trabajo de la Organización de los Estados Americanos, celebrada el lunes y este martes en México.
"El trabajo decente es fundamental para el desarrollo humano. En una globalización que atienda la dimensión humana, es necesaria una política que involucre al gobierno, al sector privado y a la sociedad en un esfuerzo corresponsable para crear trabajo decente", reza la declaración final del encuentro, realizado a puerta cerrada.
"Reconocemos que los efectos de la globalización varían dentro y entre los países. A la luz de las asimetrías entre los países desarrollados y en desarrollo, se necesitarán diferentes respuestas políticas para enfrentar los desafíos de la globalización y recibir sus beneficios, en un contexto de solidaridad y cooperación", apuntaron los ministros.
Tales postulados, en los que están de acuerdo observadores como Molina y Rodarte, serán nutrientes centrales de la IV Cumbre de las Américas, que se celebrará el 4 y 5 de noviembre en la sudoriental ciudad argentina de Mar del Plata bajo la consigna "Crear Trabajo para Enfrentar la Pobreza y Fortalecer la Gobernabilidad Democrática".
El secretario general de la Organización de Estados Americanos, el chileno Miguel Insulza, advirtió a los asistentes a la reunión ministerial de México que el desempleo puede poner en riesgo la gobernabilidad y la estabilidad política.
"La relación entre creación de trabajo y la disminución de la pobreza es evidente", apuntó tras reiterar que "el primer drama de nuestra región" es tener 224 millones de pobres y 96 millones de indigentes.
Sobre los efectos pragmáticos de la cita ministerial realizada en México y la próxima cumbre, los que se muestran entusiasmados son los gobiernos y portavoces de organizaciones internacionales como la OIT, no así sindicalistas ni empresarios.
"La región está reaccionando. Hay mayor movilización social, acompañada de una renovada voluntad política (para crear empleo)", declaró en México el chileno Juan Somavia, director general de la OIT.
"Cada vez más gobiernos, organizaciones de empleadores y trabajadores definen el empleo como uno de sus principales problemas políticos de nuestros países. Buscan soluciones por la vía de un compromiso creciente con el diálogo social (…) y estamos avanzando", aseguró.
Pero la perspectiva del sindicalista Molina y de Rodarte, observador ligado a los empresarios, es otra.
"Los gobiernos dejan sus acuerdos en una pura filosofada, mientras siguen apostando groseramente por la apertura, la flexibilización laboral, la competencia neoliberal y la globalización que tanto dañan el empleo", consideró el portavoz de la Confederación Centroamericana de Trabajadores.
Esa organización firmó en junio con los gobiernos del istmo y con la OIT un acuerdo dirigido a situar "el objetivo de creación de empleos de calidad en el centro de las políticas del desarrollo".
"Vamos a aprovechar los espacios que se abren con el reciente acuerdo centroamericano, pero también sabemos que los gobiernos olvidan pronto sus compromisos y que se lanzan sin freno por la vía del neoliberalismo", dijo el sindicalista.
De forma parecida piensan docenas de organizaciones de la sociedad civil, que realizarán del 1 al 6 de noviembre la llamada III Cumbre de los Pueblos, en Argentina y en paralelo a la reunión de los presidentes americanos. Para ese sector, el neoliberalismo es el culpable de la pobreza y falta de empleo que hay en América Latina y el Caribe.
Según Rodarte, "reuniones como la de México y la de presidentes en Argentina son una pérdida de tiempo, pues allí se firman acuerdos muy llamativos y los participantes se toman fotos muy monas (bonitas), pero cuando regresan a sus países todo sigue igual y la creación de empleos no se da".
"Los empleos no se crean porque los gobiernos no promueven la flexibilidad laboral y los sindicatos se resisten a perder sus privilegios y siguen usando conceptos viejos como la lucha de clases", sostuvo.
"Hablan de generar más empleos y de calidad, pues entonces sigamos el ejemplo de lo que hacen las economías más flexibles como la de Estados Unidos, China e India, pero sin abandonar a las poblaciones más vulnerables", añadió.
En contraste, Molina opinó que la clave para crear más y mejores empleos está en la protección y apoyo a los sectores productivos y en el cumplimiento de acuerdos que indican que los gobiernos deben cuidar las economías de los efectos de los tratados de libre comercio y de la globalización en curso.