El acuerdo para congelar las ambiciones nucleares norcoreanas, firmado el lunes entre ese país, Corea del Sur, China, Estados Unidos, Japón y Rusia, es visto por la mayoría de especialistas en Washington como el inicio de un proceso que podría llevar años.
Sin embargo, si este acuerdo se implementa exitosamente distendería una crisis de tres años por las intenciones nucleares de Pyongyang y aseguraría que ese tipo de armamento estratégico fuera efectivamente prohibido en uno de los lugares más militarizados del mundo.
El documento forma parte de un proceso de conversaciones que comenzó en agosto de 2003, tras el abrupto retiro de Corea del Norte del Tratado de No Proliferación Nuclear (TNP).
Ahora se establece que ese país debe abandonar todas sus armas y programas atómicos, reincorporarse al tratado y someterse a los controles de la Agencia Internacional de Energía Atómica, dependiente de la Organización de las Naciones Unidas, a cuyos inspectores expulsó dos años atrás.
Corea del Norte asumió estos compromisos a cambio de asistencia económica y energética y garantías de seguridad. Corea del Sur y Estados Unidos aseguraron que no utilizarían armas nucleares en la península coreana, y Washington descartó intenciones de atacar o invadir Corea del Norte.
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Además, tanto Pyongyang como Washington se comprometieron a respetar la soberanía del otro y a trabajar para establecer relaciones normales.
"Si Corea del Norte vuelve al TNP, todos los países del mundo estarán obligados a cumplirlo, salvo India, Pakistán e Israel", señaló el periódico The New York Times, en referencia a las tres naciones que tienen armamento de ese tipo y se negaron a suscribir el tratado.
El diario elogió al presidente George W. Bush, quien personalmente suscribió el acuerdo del lunes, por haber "redescubierto las garantías y recompensas de la diplomacia internacional pacífica y de este vital tratado en particular".
Los detalles precisos de verificación, inspección y la secuencia de acciones específicas y recompensas serán diseñados en futuras rondas de conversaciones, la primera de las cuales está fijada para principios de noviembre. Cuanto más tiempo lleve la elaboración de estos detalles, más fácil les resultará a los "halcones" belicistas de Washington atacar el acuerdo.
"Esta es una buena declaración de principios, pero no tuvo ni tiene la intención de solucionar todos los problemas", explicó Alan Romberg, un especialista en Corea y ex funcionario del Departamento de Estado (cancillería) de Estados Unidos.
"Nadie pensó nunca que los próximos pasos serían fáciles", dijo a IPS. "Todos sabían que estos detalles serían muy difíciles de desarrollar".
Como reflejo de la infelicidad de los halcones, especialmente en la oficina del vicepresidente Dick Cheney, el acuerdo ya es denunciado como una traición a la advertencia previa de que Pyongyang no recibiría ningún beneficio hasta que desmantelara, completamente y de modo verificable, todos sus programas nucleares y entregara las armas (entre dos y ocho) que Washington cree que ya ha producido.
"A sabiendas o no, el equipo de negociación estadounidense ejecutó un aparente derrumbe, abrazando preceptos que son cruciales para los objetivos norcoreanos, pero negativos para Washington", escribió el miércoles Nicholas Eberstadt, del American Enterprise Institute, en el diario The Wall Street Journal.
Eberstadt, junto al ala conservadora del gobierno, está a favor de una política de "cambio de régimen" en Corea del Norte.
Desdeña en especial que Washington haya aceptado en la "Declaración Conjunta" del lunes discutir la entrega del reactor de agua liviana a Pyongyang, pues recuerda el "Marco de Trabajo Acordado" alcanzado en 1994 entre Corea del Norte y el gobierno del ex presidente Bill Clinton (1993-2001), en especial en materia de asistencia energética.
La entrega del reactor es un asunto tan delicado en Washington que el Departamento de Estado y su máximo negociador, el secretario adjunto para Asuntos de Asia Oriental y el Pacífico, Christopher Hill, consultaron a Bush para una aprobación final antes de que se anunciara el acuerdo en Beijing.
Después de firmado el acuerdo, Corea del Norte exigió a los otros países la entrega del reactor de agua liviana para su programa civil como prerrequisito a los demás puntos. Pero según lo acordado, las seis naciones discutirán su construcción "en un momento apropiado"..
Este punto fue particularmente polémico. Cada parte se sintió obligada a emitir declaraciones unilaterales con su interpretación particular.
En una señal de los desafíos próximos, Washington declaró que se opondría a la entrega del reactor mientras Corea del Norte no cumpliera con todas sus obligaciones, dando pie a una respuesta del Ministerio de Relaciones Exteriores norcoreano de que no volvería al TNP hasta que Estados Unidos aceptara ceder el reactor.
Los halcones aprovecharon la declaración de Pyongyang como evidencia de que Corea del Norte no estaba actuando de buena fe.
Hill prometió que no se ataría a ese tipo de detalles en este estadio del proceso de negociaciones.
"El desafío que enfrentan Chris Hill y el Departamento de Estado, así como los propios norcoreanos, es cómo vender el acuerdo a su público interno", dijo Karin Lee, especialista en cuestiones coreanas del Comité de Amigos de la Legislación Nacional, un grupo de presión en Washington. "Esta clase de declaraciones pueden ser vistas como dirigidas a la audiencia local como a la del lado opuesto".
La reacción de Hill fue particularmente bienvenida por Lee. Si las partes se centran en sus desacuerdos, en vez de construir áreas de potencial coincidencia, lo pactado podría quedar sin efecto rápidamente, indicó.
"Si la cuestión de la entrega del reactor se convierte en un tema clave en noviembre, perdería la esperanza en el proceso", opinó.
"Lo primero que hay que hacer es evaluar (a los norcoreanos) de un modo serio, con una negociación seria, lo que ha faltado hasta ahora", dijo Romberg, quien recibió el acuerdo con beneplácito.
"Lo que Hill quiso fue establecer una coincidencia sobre el estado final, una península coreana desnuclearizada y relaciones nuevas entre las otras cinco partes. Logrado esto, hay que volver a la terriblemente difícil tarea de llegar hasta allí", indicó.
"Quien critique (lo pactado) pasa por alto que es un primer paso muy importante y necesario, aunque no garantiza que se tenga éxito al final".