BRASIL: Cisternas recogen lluvia, salud y esperanza

Las cisternas para recoger lluvia ya aseguran agua potable a más de 100.000 familias brasileñas, y la meta es construir un millón hasta 2008, beneficiando a toda la población pobre de la zona rural semiárida del Nordeste de Brasil.

Esa agua representa "salud y esperanza" para quienes antes tenían que buscar agua sucia a kilómetros de distancia, afirma un folleto en forma de "cordel" (versos rimados de la literatura popular local) con que la organización Articulación en el Semiárido (ASA) difunde sus programas e ideas.

ASA es una red de más de 700 organizaciones no gubernamentales, sindicatos, cooperativas y asociaciones que se formó en 1999 para impulsar proyectos de desarrollo en la región nororiental, donde viven 25 millones de personas, la mayoría pobres y periódicamente sometidas a graves sequías.

El principio básico es buscar soluciones de convivencia con el clima y el ecosistema local, rechazando proyectos de combate a la sequía como las grandes represas, que solo favorecen a una minoría y no promueven un desarrollo sustentable. Movilización y participación social son indispensables, afirma la organización.

ASA se opone al gran proyecto gubernamental de desviar aguas del río Sao Francisco, que nace en el centro del país y cruza una parte del Nordeste, para abastecer otras partes del semiárido. Además del alto costo financiero y ambiental de la obra, la misma beneficiaría a pocos, agravando la concentración del agua y de la tierra, según portavoces del grupo.

Cuatro años atrás, la red puso en marcha el Programa Un Millón de Cisternas (P1MC) que ganó empuje en 2003 al ser incluido en la política gubernamental "Hambre cero", que comprende también la distribución de alimentos y becas a familias pobres, el estímulo a la agricultura familiar y otras varias acciones.

El gobierno constituye la principal fuente de recursos, pero hay aportes de orígenes variados, como agencias de las Naciones Unidas, la Federación Brasileña de Bancos y organizaciones extranjeras.

"Una pareja italiana que vino conocer el proyecto donó dinero para construir dos cisternas", además de dos casas, y prometió volver el próximo año con nuevas contribuciones, señaló a IPS Cristiano Cardoso, asesor técnico del P1MC.

Cada cisterna cuesta en promedio poco más de 1.500 reales (640 dólares). Su costo se reduce por la mano de obra de los propios interesados y la ayuda de la comunidad. La constitución de fondos solidarios con aportes de vecinos es estimulada para construir más cisternas y atender otras necesidades comunitarias.

Las cisternas se construyen al lado de cada vivienda de la población más necesitada. En la semiárida región nororiental llueve por lo menos 200 milímetros por año, suficiente para abastecer a cinco personas anualmente si se almacena el agua que cae en el tejado.

La construcción se lleva a cabo con placas prefabricadas de cemento. Los estanques cilíndricos, con capacidad para 16.000 litros, se ubican de modo de recoger toda el agua escurrida por el tejado de la vivienda, y tienen una parte puesta en un hoyo cavado en el suelo.

"Este no es un programa de gobiernos ni políticos, sino de la sociedad organizada", explica ASA. Las familias beneficiadas participan en todas las fases de la construcción y en cursos sobre el significado del proyecto, y los cuidados para recoger y mantener limpia el agua.

Cumplir la meta de un millón de cisternas dentro de tres años parece demasiado ambicioso ante la experiencia actual, reconoció Cardoso. La cifra de 100.000 se alcanzó a fines de agosto. Acelerar el ritmo exige no solo más recursos, sino principalmente ampliar mucho la capacidad operativa de la red.

Este crecimiento depende de multiplicar las Unidades Gestoras Microrregionales, que coordinan el proceso en una determinada área. Actualmente son solo 51, y cada una puede gestionar la construcción de 500 a 1.500 cisternas al año, con una infraestructura de personal, vehículos, computadoras y equipos para registrar la historia de cada obra, explicó Cardoso.

El proceso no se limita a la construcción, contempla la capacitación, la asociación comunitaria y la educación ambiental. El P1MC tiene por nombre completo Programa de Formación y Movilización Social para la Convivencia con el Semiárido Brasileño.

Antonio Xavier de Souza, un indígena del grupo pipipan, se quejó a IPS de que su cisterna, instalada hace tres años en Floresta, municipio del interior del estado de Pernambuco, "aunque muy útil", no le asegura agua todo el año a su familia.

En 2004, cuando llovió mucho, aguantó hasta septiembre, pero este año, más seco, su agua se agotó en abril. Para el resto del año, usa la cisterna como depósito de agua traída de represas o pozos cercanos, transportada en carrozas tiradas por bueyes.

Un mejor aprovechamiento de la cisterna depende de la gestión del agua y de la ampliación de la captación de la lluvia, observó Cardoso. A veces, el tejado pequeño no permite llenar el depósito. Cada metro cuadrado de techo recoge 75 litros cuando hay 100 milímetros de lluvia, estimó el técnico.

En el Nordeste brasileño llueve entre 400 y 800 milímetros al año como promedio y por lo menos 200 milímetros en los años más secos. Entre las regiones semiáridas del mundo, la brasileña es donde más llueve, asegura ASA. Eso permite, en los buenos años, llenar la cisterna de 16.000 litros, con 600 milímetros de lluvia sobre un tejado de 40 metros cuadrados.

Cumplido un décimo de la meta del programa de cisternas a fines de agosto, ASA se dispone ahora a ampliar sus acciones con el "Programa Una Tierra y Dos Aguas" (P1+2), inspirado en una experiencia del norte de China, de clima similar, en que el intenso uso del agua de las lluvias, con 2,5 millones de cisternas, permitió el desarrollo agrícola a 1,1 millones de familias.

A la cisterna de agua para uso humano, beber y cocinar, se agregarán otras tecnologías de captación y conservación para la agricultura familiar y criadero de animales pequeños, como gallinas y cabras.

Pequeñas represas subterráneas, que reducen la evaporación, estanques, mandalas (depósitos cónicos para irrigar huertas circulares) y otras técnicas conocidas están en fase de demostración, antes de su difusión masiva.

Así también se piensa instalar en 50.000 pozos la "bomba manual popular", creada por el holandés Gert Jan Bom en Burkina Faso hace 20 años, y que permite la extracción fácil del agua.

Compartir

Facebook
Twitter
LinkedIn

Este informe incluye imágenes de calidad que pueden ser bajadas e impresas. Copyright IPS, estas imágenes sólo pueden ser impresas junto con este informe