Las negociaciones rumbo a la sexta Conferencia Ministerial de la OMC apuntan al fracaso, pero la experiencia demuestra que no se pueden descartar sorpresas, afirmó Gilman Rodrigues, representante de los productores agrícolas de Brasil.
Sus esperanzas se concentran en la habilidad negociadora del Grupo de los 20 países en desarrollo (G-20) que, encabezados por Brasil e India, presentaron propuestas para reducir las distorsiones del comercio agrícola mundial, causadas por los abultados subsidios y las barreras de los países ricos.
"Estamos en manos del G-20", dijo a IPS Rodrigues que, en su carácter de presidente de la Comisión de Comercio Exterior de la Confederación de Agricultura y Ganadería de Brasil (CNA), representa los exportadores del sector en las negociaciones.
"He visto la decepción explosiva de Seattle", ciudad estadounidense donde se realizó la conferencia ministerial da la OMC (Organización Mundil del Comercio) en 1999, y "el resultado negativo de Cancún", ciudad de México en que se reunió el órgano en 2003, pero también la "sorpresa de Doha", recordó.
En la capital del Qatar se realizó la cuarta reunión ministerial de la OMC en 2001, cuando se lanzó la Ronda de Desarrollo de negociaciones multilaterales de comercio sobre bases consideradas prometedoras para los países en desarrollo.
De acuerdo con sus formulaciones, la también llamada Ronda de Doha abría paso a una negociación para la reducción del proteccionismo agrícola y la flexibilización de los derechos de patentes en medicamentos, ante los riesgos para la salud pública.
Las expectativas se concentran ahora en la reunión de la OMC fijada para los días 13 al 18 de diciembre en Hong Kong. Se preveía que en las reuniones realizadas en julio emanara un primer borrador del acuerdo a ser formalizado por los ministros de 148 países miembros, pero no se registraron los consensos mínimos necesarios.
"El diseño actual es pesimista" y hay augurios de un nuevo fracaso, pero a última hora pueden ocurrir acuerdos inesperados, confió Rodrigues, quien reafirmó su aprobación y apoyo al desempeño del G-20, con sus propuestas en favor de un comercio agrícola sin subsidios distorsionantes ni proteccionismo exagerado.
La agricultura se convirtió en cuestión clave de la Ronda de Doha, principalmente por la acción del G-20, que se convirtió en uno de los protagonistas de las negociaciones, junto con Estados Unidos y Unión Europa (UE).
Las principales propuestas del grupo son eliminar los subsidios a la exportación en un máximo de cinco años, limar las medidas de apoyo a la producción interna que distorsionan el comercio y reducir drásticamente los aranceles prohibitivos impuestos por países industrializados a algunos productos agrícolas.
El G-20 propuso negociar recortes proporcionales en cinco bandas arancelarias y un límite máximo de 100 por ciento en cualquier arancel, que en algunos casos supera 700 por ciento. Japón y Suiza, que imponen aranceles que bloquean importaciones, se oponen a "techos arancelarios".
La negociación es dificil, pues un acuerdo exige el consenso de todos los 148 países miembros de la OMC.
Las resistencias a un comercio menos restringido en el sector agrícola son variados, explicó Rodrigues. La UE aplica muchos subsidios a las exportaciones, mientras a Estados Unidos "le gusta el apoyo interno y exagera en sus medidas antidumping", comparó.
Pero estas negociaciones se hacen bajo nuevos parámetros, después de que Brasil triunfó en las quejas que formuló la OMC en contra de los subsidios concedidos por la UE al azúcar y el apoyo de Estados Unidos a sus productores de algodón.
Brasil y el G-20 no pueden aceptar en la Ronda de Doha acuerdos con condiciones menos favorables que las fijadas por el fallo del Organismo de Solución de Controversias de la OMC en el proceso sobre el algodón y del azúcar, sentenció Rodrigues.
En su opinión, el G-20 está negociando bien. La diversidad de su composición le permite mayor flexibilidad que la del Grupo de Cairns, que reune 18 países exportadores en la lucha por la abolición de los subsidios agrícolas desde 1986.
La fuerza y la legitimidad del G-20 se debe a varios factores, según la evaluación del Instituto de Estudios de Comercio y Negociaciones Internacionales (Icone), centro académico creado por asociaciones empresariales brasileñas.
En primer lugar, el Icone menciona el peso de sus miembros, que concentran 60 por ciento de la población mundial y 26 por ciento de las exportaciones agrícolas. Tamibén destaca su capacidad de representar los intereses de los países en desarrollo y a la habilidad negociadora demostrada.
La composición del G-20 es heterogénea, pero geográficamente equilibrada, con nueve países latinoamericanos, seis asiáticos y cinco africanos. Entre sus miembros figuran China y otros grandes países como Argentina, Egipto, Indonesia, Nigeria y Pakistán, además de Brasil e India.
Nacido en agosto de 2003, en vísperas de la conferencia ministerial de Cancún, el grupo rompió la hegemonía absoluta que ejercían las potencias industrializadas en las negociaciones multilaterales de comercio.
Aunque comprende a grandes exportadores agrícolas e importadores netos, como China, aparentemente de intereses divergentes y de distinto grado de proteccionismo, el G-20 está unido en el combate a los subsidios internos y a la exportación y por un mayor acceso a los mercados agrícolas, evalúan André Nassar y Maria Helena Tacchinardi, directores del Icone, que asesora a productores agropecuarios de Brasil. ***** +Confederación de Agricultura y Ganadería de Brasil, en portugués (http://www.cna.org.br) +Instituto de Estudios de Comercio y Negociaciones Internacionales, en portugués (http://www.iconebrasil.org.br) (FIN/IPS/mo/mj/if wt/05)