Azotada con frecuencia por los huracanes que cada año devastan la región caribeña, Cuba no está ajena al riesgo de un desastre telúrico, debido a la cercanía de su porción más oriental al sistema de fallas Bartlett-Caimán.
Esta falla constituye el límite activo de las placas litosféricas de América del Norte y del Caribe (la litosfera es la envoltura rocosa que constituye la corteza exterior sólida del globo terrestre) y en sus inmediaciones se reportan los movimientos telúricos más fuertes.
Como promedio, en el país se registran anualmente de 10 a 15 sismos perceptibles, pero el último terremoto de intensidad que causó grandes daños ocurrió el 3 de febrero de 1932.
Primero fue el ruido estremecedor, luego todo comenzó a moverse y la gente a gritar y correr enloquecida. Era como si el mundo se fuera a terminar, relató a Tierramérica Francisco López, que aún recuerda aquel día en que Santiago de Cuba, capital de la provincia homónima, fue devastada por un temblor de magnitud ocho en la escala de Richter (con la cual se ha llegado a registrar un máximo de 9,5).
Cerca de 80 por ciento de las edificaciones de la ciudad, situada 847 kilómetros al sudeste de La Habana, sufrió en mayor o menor medida el impacto de las sacudidas.
Ni la venerable catedral metropolitana dejó de resentir los remezones y, aunque permaneció en pie, sufrió serias averías en techos y paredes. En esa ocasión, el ángel que mira a la ciudad desde su cúspide perdió una de sus alas. A pocos metros, el hotel Venus tuvo peor suerte y se derrumbó.
En 1947, un sismo de magnitud similar atemorizó nuevamente a los santiagueros pero fue menos destructivo, dijo a Tierramérica Enrique Arango, subdirector científico del Centro Nacional de Investigaciones Sismológicas (Cenais).
Además de Santiago de Cuba, las provincias en mayor riesgo sísmico son Guantánamo, Granma y Holguín, todas en el extremo oriental de la isla, aunque expertos advierten que en todo el país pueden ocurrir terremotos.
Sin embargo, hasta no hace mucho tiempo era escasa la percepción de riesgo de desastres telúricos. Como en nuestro país los terremotos ocurren cada 80 o 100 años, se pierde la memoria histórica de estos hechos, explicó Arango.
El Cenais, creado en 1992, elaboró hace dos años un mapa de riesgo sísmico de Santiago de Cuba, que tiene actualmente casi medio millón de habitantes, para el trazado de las estrategias de inversión, construcción y rehabilitación más adecuadas en cada caso. Las licencias ambientales para la región oriental requieren una evaluación sismológica.
Santiago de Cuba fue fundada en 1515 y es la segunda ciudad del país en importancia socio-económica, después de La Habana, pero tiene bastantes edificaciones construidas a fines del siglo XIX o principios del XX cuyo estado no es satisfactorio en muchos casos, admitió Arango.
Estadísticas oficiales indican que en las provincias orientales del país, más de la mitad de las viviendas se encuentra en regular o mal estado.
Se debe analizar las tecnologías y materiales más convenientes para el lugar donde se va a construir viviendas, pero lo primero es evaluar qué tipo de amenazas presenta el territorio. En la zona oriental, toda construcción debe respetar la nueva norma sísmica elaborada en 1999, afirmó Arango.
Esa normativa establece parámetros de ingeniería según el tipo de obra, el uso o destino que tendrá, las características del suelo y otros elementos técnicos. Para ello, el Cenais aporta la evaluación de la vulnerabilidad sísmica, como ya hizo con todas las instalaciones hospitalarias del área de mayor riesgo.
En los últimos 30 años, el impacto de desastres de origen tectónico y geológico ha causado más de 116 mil muertes en América Latina y el Caribe, según el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente.
Cuba prepara actualmente condiciones tecnológicas para integrarse al sistema de alerta temprana de sismos y tsunamis en el área. Nuestra red registra terremotos de magnitudes iguales o superiores a 5,5 (en la escala Richter) en cualquier parte del mundo, y podemos monitorear los que ocurran en el Pacífico centroamericano, comentó Arango
Pero este especialista y otros expertos cubanos aseguran que es muy bajo el riesgo de que un terremoto submarino cause un tsunami, por las características de la actividad sísmica regional y el tipo de falla que rodea al país.
El Cenais cuenta con siete estaciones de banda ancha (capaces de registrar sismos cercanos o lejanos) ubicadas estratégicamente en el país, y con cuatro estaciones telemáticas que registran sobre todo movimientos locales. En su plantilla de 110 trabajadores hay 35 investigadores, seis doctores y 14 personas con maestrías.
* La autora es corresponsal de IPS. Publicado originalmente el 30 de julio por la red latinoamericana de diarios de Tierramérica. (