Argentina y Uruguay, los vecinos del Río de la Plata, deben invertir mucho más en fuentes de energía renovables para sortear una inevitable caída de la oferta de petróleo a corto plazo y asegurar su independencia energética, coincidieron expertos reunidos en la capital uruguaya.
Científicos, autoridades, ambientalistas y trabajadores del sector energético participaron el miércoles y este jueves en Montevideo del Segundo Foro Binacional Argentino-Uruguayo de Energías Renovables, para discutir fuentes alternativas al uso de combustibles fósiles.
Estos países podrían verse en una grave crisis energética si no impulsan cuanto antes el desarrollo de fuentes distintas del petróleo, cuya producción mundial caerá drásticamente a corto plazo, alertó el director del no gubernamental Centro de Estudios Uruguayo de Tecnologías Apropiadas (Ceuta), Gerardo Honty.
La demanda mundial de petróleo crecerá dos por ciento al año desde ahora hasta 2010, mientras la oferta disminuirá al menos tres por ciento, por un agotamiento anual estimado en 71 millones de barriles de 159 litros, subrayó Honty, citando perspectivas trazadas por la Agencia Internacional de Energía.
Una de las expectativas es que se descubran nuevas reservas, pero eso es poco probable, según algunas proyecciones, indicó.
El director del Ceuta explicó que las mayores reservas de petróleo fueron descubiertas en el mundo entre los años 50 y 70. Los depósitos hallados a partir de entonces son cada vez más pequeños, confirmando el agotamiento de este recurso a corto plazo.
De hecho, 80 por ciento de la actual producción de petróleo viene de pozos descubiertos en los años 70. Si estas hipótesis son ciertas, estamos en un gran problema, afirmó.
Argentina es productora de petróleo y gas natural. Uruguay no cuenta con reservas comprobadas de hidrocarburos.
Se nos plantea por un lado que se va a duplicar la demanda de energía en América Latina y en el mundo, pero hay varios límites claros. Uno es el de las reservas de petróleo y gas, que se agotan, y otro es el del cambio climático, ya que se prevé reducir las emisiones de dióxido de carbono de 1990 para 2012, añadió.
La mayoría de científicos coinciden en que el recalentamiento del planeta obedece a actividades humanas, sobre todo a gases liberados por combustión de petróleo, gas y carbón, el principal de los cuales es el dióxido de carbono.
El Protocolo de Kyoto obliga a casi todas las naciones industriales (excepto Estados Unidos y Australia) a llevar sus emisiones de gases 5,2 por ciento por debajo de las que producían en 1990, con plazo en 2012. Las restricciones se impondrán también tarde o temprano a los países en desarrollo.
El Ceuta elaboró una proyección sobre cómo Argentina y Uruguay podrían satisfacer su demanda energética para 2025 en un escenario de oferta de petróleo reducida a la mitad, y concluyó que las fuentes de renovables están muy lejos de cubrir ese vacío.
Por ejemplo, la generación de energía eólica argentina debería pasar de los actuales 0,025 teravatios por hora a 28 en los próximos 20 años.
El esfuerzo que hay que hacer en energías renovables es muchísimo más grande del que estamos suponiendo, ni que hablar del que estamos haciendo. Estamos trabajando para un futuro que va a ser diferente al que esperamos. No tenemos energía suficiente y vamos a tener grandes limitaciones por el cambio climático, afirmó.
El vicepresidente de la empresa estatal uruguaya destiladora de petróleo Ancap, Raúl Sendic, destacó en el encuentro una iniciativa del gobierno para producir alcohol carburante a partir de la caña de azúcar cultivada en el norte del país, una de las zonas más afectadas por la pobreza.
El gobierno izquierdista de Tabaré Vázquez anunció un proyecto por 1,8 millones de dólares para extender en 1.500 hectáreas las plantaciones de caña azucarera e instalar una destilería que producirá 120 metros cúbicos de alcohol carburante al día. Además, se prestará financiamiento directo a los productores.
Sendic subrayó que el acceso a la energía es un derecho humano y por tanto su uso debe democratizarse, y señaló la importancia de garantizar la diversidad de la matriz energética, así como su sustentabilidad económica, ambiental y social.
Para ello es necesario que el Estado juegue un papel fundamental. En Uruguay hemos logrado que las decisiones centrales sobre la matriz energética estén en manos del Estado. Lo aseguramos a través del freno a la privatización de Ancap, señaló.
En un referendo impulsado en 2003 por el ahora gobernante Encuentro Progresista-Frente Amplio se derogó una ley que permitía la asociación de Ancap con capitales privados.
Sendic señaló también la importancia de buscar acuerdos energéticos con países de la región, como el concretado con Venezuela en marzo, apenas asumió el presidente Vázquez.
Ese acuerdo permite a Uruguay pagar 75 por ciento de la factura del petróleo venezolano con productos agroindustriales, lo cual contribuye a su vez a generar empleos, destacó el vicepresidente de Ancap.
Estas iniciativas coinciden con propuestas como el anillo energético sugerido por el presidente venezolano Hugo Chávez en la última cumbre del Mercado Común del Sur (Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay) celebrada en junio en Asunción.
Sendic también insistió en la importancia de desarrollar alternativas al petróleo, como el combustible biodiesel, elaborado con granos o aceites vegetales, pero alertó que el modelo agrícola instalado debe ser adecuado, considerando su sustentabilidad económica y social y asegurando que respete la soberanía energética nacional.
El secretario general de la Federación de Trabajadores de la Energía de la República Argentina (Fetera), José Rigane, sostuvo que para lograr un verdadero impulso de las fuentes de energía renovables se requiere un cambio en la ecuación política.
La energía dejó de ser un bien social y pasó a ser una mercancía. El usuario pasó a ser un cliente. Sobre la base de ese concepto, se establecieron políticas depredadoras que no tienen nada que ver con la solución de los pueblos. Hasta que los gobiernos no piensen en el pueblo, y no en las multinacionales, no habrá un verdadero cambio, dijo a IPS.
Las crisis energéticas en América Latina son producto del modelo que se aplicó. Se trata de una crisis estructural, no coyuntural, afirmó.
Argentina vivió el año pasado dificultades por la falta de gas natural para abastecer su consumo interno elevado por la recuperación de la actividad industrial, lo cual derivó en recortes de sus exportaciones a Uruguay y a Chile.
La crisis argentina se debió a la escasa inversión que las compañías privadas destinaron a mejorar la infraestructura para intensificar el abastecimiento de la demanda interna, un rubro menos lucrativo que la exportación de gas natural.
Rigane subrayó la importancia de una integración energética que vaya de la mano con los intereses de los pueblos, que vaya de la mano de los esfuerzos para recuperar los patrimonios nacionales, que vaya de la mano de las organizaciones sociales.
Para impulsar las energías renovables, es imprescindible acabar con el oligopolio de las compañías multinacionales, sostuvo.