ENERGÍA-CHILE: La eficiencia tarda pero se viene

El uso eficiente de la electricidad y combustibles llega para quedarse en Chile, en el marco de la crisis de oferta de gas natural de Argentina, el debate por la creación de un anillo energético en América del Sur y el sostenido aumento de los precios internacionales del petróleo.

”Chile está atrasado, al menos en 20 años, respecto de los países que han iniciado y consolidado estos programas (de eficiencia) en América Latina”, dijo a IPS la directora ejecutiva del Programa Chile Sustentable, Sara Larraín, quien precisó que esta estrategia es un desafío de desarrollo tecnológico a la vez que mejorará la gestión ambiental.

A comienzos del 2005 se puso en marcha el Programa País Eficiencia Energética, que articula actores públicos, empresariales y de la sociedad civil, cuyo fin es definir un camino concreto de acción para impulsar la eficiencia y el ahorro de energía.

El programa de trabajo se estructura en una agenda de corto y mediano plazo. La primera contempla sólo iniciativas de impacto significativo que se implementan a lo largo del año. La segunda considera proyectos estratégicos a realizar en el próximo lustro.

Iván Couso, coordinador del Programa, señaló a IPS que ”la eficiencia energética es un tema transversal, de alta complejidad, cuya resolución adecuada se produce abriéndose a la participación ciudadana. Es un desafío muy importante, ligado a una mayor competitividad del país, mayor tecnología y a un cambio cultural”.

”Hay un rol ineludible del Estado para promover políticas públicas en eficiencia energética, y cualquier gobierno que venga debería considerar estratégicamente este proyecto para un desarrollo más sustentable y competitivo”, agregó.

Por su parte, el presidente del Instituto de Ecología Política, Manuel Baquedano, comentó a IPS que para lograr un ahorro perdurable de energía se requiere, ”en el plano institucional, que los contratos de las empresas con relación a las tarifas incluyan un porcentaje destinado a la eficiencia energética, partiendo con un uno o dos por ciento”.

La sociedad necesita una cultura de la eficiencia energética. ”Chile tiene un modelo derrochador de energía, en que el aumento del producto interno bruto (PIB) se asocia al incremento de la generación de electricidad, un concepto que ya no funciona en Europa”, apuntó.

Baquedano añadió que, ”hoy día, crecer no significa necesariamente utilizar más energía, en la misma proporción”.

A propósito de ello, los modelos aplicados en Brasil, México y Perú, las lecciones y aportes a los marcos regulatorios y los obstáculos y propuestas de políticas públicas en Chile fueron analizados en un foro realizado el 19 y 20 de este mes en la sede en Santiago de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal).

También en este seminario organizado por el Programa Chile Sustentable, la Cepal y el Ministerio de Economía, con el patrocinio de la Fundación Heinrich Boell, de Alemania, fueron estudiadas la regulación en los sectores minero, forestal, industrial, eléctrico y la construcción, así como la promoción y financiamiento de la eficiencia energética.

El aumento sostenido de la demanda de energía, que casi duplica el crecimiento del PIB no es sustentable a mediano plazo y se traduce en excesiva contaminación, pérdida de recursos en las familias más pobres y retroceso en la competitividad de la producción minera e industrial.

El consumo de energía está creciendo en Chile a un ritmo anual de siete por ciento y el gasto en importación de petróleo llegó a 2.500 millones de dólares en 2004, mientras estimaciones de expertos señalan que con mejoras en el consumo eléctrico y de derivados de petróleo de 1,5 por ciento al año se puede ahorrar unos 100 millones de dólares.

La situación exige la intervención del Estado y la sociedad con el fin de mantener el desarrollo económico y mejorar la inserción en los mercados, sin impactar al ambiente ni generar conflictos con las comunidades locales, se señaló en el seminario titulado ”Eficiencia energética: Experiencias exitosas y aportes regulatorios”.

Alicia Bárcena, secretaria ejecutiva adjunta de la Cepal, destacó la importancia de lograr que la energía conlleve ”progreso técnico, oportunidad de trabajo y mayor capital humano” y llamó a respetar el derecho a la información de los ciudadanos ”para conocer cuáles son sus alternativas y ejercer el voto ambiental en cada acto de vida”.

”La eficiencia energética debe ser vista como un derecho ciudadano”, subrayó.

El ministro de Economía y Energía de Chile, Jorge Rodríguez Grossi, celebró el encuentro entre economía y ambiente. El desafío, dijo, es ”cómo lograr el resultado energético que queremos con menos recursos”.

”Que esta situación de crisis sea una oportunidad para que Chile siga creciendo con mayor inteligencia por producto”, agregó.

Fernando Sánchez, director de la División Recursos Naturales e Infraestructura de Cepal, señaló que ”la oferta de energía tiene la obligación de resguardar el patrimonio ambiental”.

”Toda legislación por eficiencia energética no sólo debe incorporar la oferta, en que la energía se provea de forma eficiente y limpia, sino también, la demanda y el derecho a ser informado de cómo satisfacer la energía de forma racional”, explicó.

En esta instancia de debate, los programas de electricidad, petróleo y gas de Brasil fueron expuestos por Marcelo Poppe, consejero del Centro de Gestión y Estudios Estratégicos de su país y quien fuera ministro Desarrollo Energético y también director de la Política Nacional de Eficiencia Energética, Energías Renovables, Tecnología y Electrificación Rural.

Para bajar el consumo de electricidad en Brasil durante la crisis energética desatada a mediados de 2001 se dispuso el racionamiento, un plan de incentivo a las fuentes alternativas y otro de eficiencia, que buscó evitar el despilfarro y el exceso de demanda, junto con programas educativos, de certificación y sensibilización de la población.

”No bajó el crecimiento económico sino que hubo un cambio de hábitos. Los brasileños no han recuperado el nivel de consumo que tenían antes (pues) se acostumbraron a utilizar menos energía”, informó Poppe.

A su vez, Odon de Buen, consultor de Cepal, señaló que desde la implementación de los programas en México el consumo doméstico de energía eléctrica no ha experimentado un aumento, en los edificios públicos la disminución alcanza a 15 por ciento y se ha constatado un ahorro de 180 millones de dólares al año.

Según Baquedano, uno de los factores del éxito en los planes de eficiencia de Brasil, México y Perú fue las presencia de empresas estatales de energía fuertes.

En Chile, indicó, ”por fin vemos voluntad política para impulsar la eficiencia energética y esperamos que los actores del mercado energético, la mayoría privados, puedan responder”.

Además, es necesario volcar los proyectos hacia la educación ambiental en las nuevas generaciones, ”que desde el colegio se introduzca el tema de la electricidad asociado al ahorro, a la eficiencia energética, conservación de la energía y utilización de las fuentes renovables que disponemos en el país”, añadió el dirigente ecologista.

Entre las conclusiones del seminario, Larraín, destacó para IPS el reconocimiento de la urgencia de ponerse al día en eficiencia energética en Chile.

”La eficiencia energética es un desafío de desarrollo tecnológico y mejora en la gestión ambiental y energética nacional. Corresponde a un aprendizaje del país frente a una crisis, para revertir la tendencia de crecimiento del consumo (de energía) que duplica el PIB”, sostuvo.

Significa, agregó, ”una contribución a una utilización más responsable de los recursos energéticos de un país dependiente en la materia, pero que puede mejorar factores de competitividad de la economía y reducción de la contaminación”.

La ambientalista destacó el cambio de rumbo de las políticas públicas que representa el Programa País Eficiencia Energética. Esta iniciativa ”público-privada, multisectorial, conformada por un Comité Consultivo que incluye a todos los ministerios, varias cámaras empresariales y la sociedad civil es un modelo enormemente promisorio”.

Insistió en proponer ”metas de corto plazo vinculados a aquellas áreas en que hay mayor oportunidad, como la industria, minería, sector forestal y vivienda, junto a los artículos de consumo masivo, como los electrodomésticos”.

”Si no se emprende una campaña nacional, con un alto componente de información, comunicación y difusión con el objetivo de incorporar a todos los sectores, regiones y consumidores, difícilmente se podrá seguir avanzando”, advirtió Larraín.

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