El estrépito de un nuevo fracaso de la OMC no tuvo esta vez el eco de otros, como los de Seattle en 1999 y Cancún en 2003, porque no está en juego como entonces el prestigio de las conferencias ministeriales y porque hay esfuerzos notorios por amortiguar la resonancia.
Con la excepción del director general de la OMC (Organización Mundial del Comercio), Supachai Panitchpakdi, con un pie fuera de la institución por el fin de su mandato, los protagonistas de mayor relieve en el sistema multilateral emplearon un lenguaje mesurado para reconocer el percance.
En los anales constará que en este fin de julio de 2005, la OMC se vio obligada a otro aplazamiento en el proceso de profundización de la liberalización del comercio, conocido como Ronda de Doha, porque fue lanzado en la capital de Qatar en noviembre de 2001.
Esos registros no recogerán las expresiones de Supachai, que llamó decepcionante al resultado de las últimas negociaciones, aunque le ahorró el calificativo más contundente de desastroso.
Los progresos alcanzados se encuentran lejos de lo que ambicionábamos, dijo Supachai, quien el 1 de septiembre asumirá, también en esta ciudad, la secretaría general de la Conferencia de las Naciones Unidas para el Comercio y el Desarrollo (Unctad).
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El timbre de alarma que pulsé a comienzos de este mes sigue sonando y apremio a todos (los estados miembros de la OMC) a escuchar el aviso de peligro, advirtió.
La situación hace más difícil la reunión de Hong Kong, aunque no imposible, concedió Supachai en referencia a la sexta conferencia ministerial de la OMC que se celebrará en diciembre en esa región administrativa especial de China.
Los 148 Estados partes de la institución confiaban en aprobar a fines de julio una primera aproximación o borrador de las modalidades, como se denomina al armazón sobre el que descansarán los diferentes acuerdos de la Ronda de Doha.
Pero las diferencias entre países ricos y pobres, que signan de manera constante la marcha de los asuntos comerciales, impidieron adoptar un acuerdo este mes y crean un ambiente complejo para el desenvolvimiento de las negociaciones hasta el encuentro de Hong Kong.
A diferencia de Supachai, el representante comercial adjunto de Estados Unidos, embajador Peter Allgeier, dijo que prefería no explayarse en la frustración, aunque admitió la desilusión reinante en su delegación.
En un tono parecido comentó los tropiezos el comisario de Comercio de la Unión Europea (UE), Peter Mandelson, quien prefirió no dramatizar en exceso la circunstancia de que no todos los temas de la Ronda de Doha avancen a igual velocidad.
Mandelson se declaró decepcionado por la falta de progresos en la reducción de las ayudas internas que causan distorsión al comercio de productos agrícolas, un flanco débil en la posición negociadora de Estados Unidos.
Un discurso conciliador con miras a la reanudación de las negociaciones en septiembre, luego de un mes de receso por vacaciones en la OMC, sostuvo Clodoaldo Hugueney, principal negociador de Brasil, que coordina al Grupo de los 20 (G-20) países en desarrollo con intereses afines en materia agrícola.
Hugueney resaltó las propuestas presentadas por el G-20 en los tres pilares que conforman la negociación, las ayudas internas, la competencia de exportaciones y la manzana de la discordia de toda la Ronda de Doha, el acceso a los mercados.
El negociador brasileño mencionó la disposición flexible del G-20 y su afán de otorgar transparencia a las negociaciones.
Pero esos discursos conciliadores no consiguen ocultar un mal resultado bien disfrazado, dijo un negociador latinoamericano que no quiso dar su nombre.
Se han salvado los muebles del desastre, ironizó. Ahora tratan de dejar la casa ordenada para la nueva fase de negociaciones que se avecina antes de Hong Kong, insistió.
El ministro de Comercio e Industria de India, Kamal Nath, comentó a IPS que esta frustrada etapa de julio ha servido al menos para que todas las cartas estén sobre la mesa. A partir de septiembre hay que mostrarlas, pero la cuestión es que se deben jugar de una manera que conduzcan hacia un programa de desarrollo, dijo.
Una ronda de desarrollo exitosa no significa para nosotros una cuestión de aranceles o de fórmulas, porque nos enfrentamos a la necesidad de sacar de la pobreza a millones de campesinos, dijo Nath.
No podemos medir el proceso en términos de acceso a los mercados o de otras expresiones técnicas cuando debemos crear oportunidades de empleo para liberar de la pobreza a los agricultores de los países en desarrollo, abundó.
En términos parecidos se refirió al traspié de las negociaciones el representante de la organización no gubernamental ActionAid International, Aftab Alam.
La suerte de millones de personas pobres depende de los resultados de estas negociaciones, pero sus preocupaciones no se encuentran encima de la mesa, dijo.
Uno de los problemas que surgen en el camino hacia Hong Kong es que todo el paquete de negociaciones tiene un sesgo contra los pobres. Otro obstáculo es el carácter injusto y excluyente del proceso. Todos los países deben participar pues de lo contrario la Ronda de Doha estará amenazada, expuso Alam.
Los matices en las posiciones de los países en desarrollo sobre la cuestión de la agricultura se reflejaron en los comentarios que el negociador de Costa Rica, Ronald Saborio, hizo este jueves en la reunión del Comité de Negociaciones Comerciales de la OMC.
Saborio aludió al documento que Brasil presentó en nombre del G-20, antes de la reunión reducida de ministros de comercio celebrada a comienzos de este mes en la ciudad de Dalian, en el norte de China.
El documento sobre acceso a los mercados de productos agrícolas, es una contribución valiosa, opinó el negociador costarricense. Saborio aclaró que esa propuesta representa probablemente las diferentes posiciones que existen dentro del G-20 mismo, donde hay países ambiciosos en materia agrícola y otros menos ambiciosos, dijo.
En ese tema, Costa Rica, que no pertenece al G-20, tiene una posición más ambiciosa que la que se refleja en ese documento, al igual que otras delegaciones como Australia, que representa al Grupo Cairns, una alianza de países hostiles al proteccionismo comercial en la agricultura.
Saborio estimó que cualquier enfoque debe ser coherente con el principio según el cual en esta ronda se deben alcanzar unas reformas verdaderas del comercio agrícola y cumplir con el alto nivel de ambición que fue acordado en Doha y reiterado en julio de 2004.