El Equipo Argentino de Antropología Forense anunció este viernes el hallazgo de los restos de tres mujeres desaparecidas en 1977, fundadoras del movimiento Madres de Plaza de Mayo en plena dictadura (1976-1983).
Junto a hijos de las tres mujeres, los investigadores confirmaron que los cuerpos de Azucena Villaflor de De Vincenti, Esther Ballestrino de Careaga y Maria Eugenia Ponce de Bianco habían sido arrojados al mar poco después del secuestro de esas defensoras de los derechos humanos.
Yo tenía 16 años cuando la secuestraron. No tenía ninguna expectativa de que la encontraran, pero en abril nos avisaron de un posible hallazgo y entonces hicimos el test genético, contó a IPS Cecilia de Vincenti, hija de Villaflor.
Ella tiene ahora 44 años y guarda el mejor recuerdo de su madre. Era una mujer muy afectuosa con sus cuatro hijos, un ama de casa típica de esa época, que disfrutaba de esperar a sus hijos a la vuelta del colegio, relató este viernes.
La confirmación llegó en mayo, casi 28 años después del secuestro. Siento una inmensa alegría y al mismo tiempo una gran impotencia. Mi padre murió en 1980 creyendo que ella iba a volver, y para entonces ya la habían asesinado, comentó.
Según explicó a IPS Silvana Turner, del equipo de antropólogos forenses, los cuerpos anónimos de Villaflor, Ballestrino y Ponce aparecieron en diciembre de 1977 en las playas de la localidad de Santa Teresita, provincia de Buenos Aires.
Desde ese sitio de la ribera, unos 400 kilómetros al sur de la capital, fueron trasladados al cementerio de General Lavalle, en esa localidad, y enterrados como NN tras la toma rutinaria de huellas dactilares de los cuerpos.
Con esos elementos y otros datos del expediente de la investigación, el equipo inició una pesquisa que arrojó resultados preliminares en 2004. Con esos datos lograron que se autorizara una exhumación, y luego los exámenes genéticos confirmaron la hipótesis.
Esa pesquisa permitió corroborar además que las tres mujeres, a las que sobrevivientes de la represión testimoniaron haber visto en la Escuela de Mecánica de la Armada, que funcionó como centro clandestino de reclusión, tortura y ejecución, habrían sido trasladadas en los llamados vuelos de la muerte.
Mediante esas incursiones aéreas sobre el mar, los represores se deshacían de centenares de personas detenidas ilegalmente durante los primeros años del régimen, a menudo arrojándolas aún vivas a las aguas. Para la hija de Villaflor, esta comprobación fue una verdadera conmoción..
Sabía que mi madre había sido torturada, pero suponíamos que después pudo haber sido trasladada a una isla del Tigre, contó. Ahora supo que no fue así, y confirmó además que su muerte ocurrió apenas dos semanas después del secuestro.
La historia comenzó poco después del golpe de Estado de 1976. Desesperada por el secuestro de su hijo mayor, Néstor de Vincenti- Villaflor comenzó a reunirse con otros familiares de secuestrados en la parroquia Stella Maris de Buenos Aires.
Al ver que los pedidos de habeas corpus no daban resultado, ella propuso ir a caminar en torno a la pirámide de la Plaza de Mayo, frente a la sede de la presidencia, hasta llamar la atención de los dictadores.
Villaflor fue además quien tuvo la idea de que marcharan de ese modo sólo las mujeres, creyendo que los militares no se atreverían a reprimirlas. Pero se equivocó.
El operativo contra el grupo se inició con la infiltración en él de Adolfo Astiz, entonces un joven integrante de la marina de guerra, que simuló ser hermano de un desaparecido.
El 8 de diciembre de 1977, cuando el grupo se reunió en la Iglesia de la Santa Cruz de Buenos Aires, Astiz señaló a las que luego serían sus víctimas.
A la salida de la iglesia, un grupo de militares secuestró a Careaga, a Ponce, a la religiosa francesa Alice Domon, que las apoyaba en la búsqueda, y a otros cuatro familiares de desaparecidos.
Ponce también buscaba a su hijo. Careaga ya había recuperado a la suya (que a los 16 años, y estando embarazada, había permanecido secuestrada cuatro meses aquel año de 1977), pero resolvió seguir en el movimiento, apoyando a otras madres.
A Villaflor y a la monja Leonie Duquet las secuestraron cerca de su casa apenas dos días después de aquel operativo, junto a otras tres víctimas. Todas quedaron en condición de desaparecidas.
Turner dijo a IPS que por el momento no hay más información para divulgar, pero sugirió que puede haber otros cuerpos del mismo grupo en proceso de identificación, aunque prefirió no adelantar datos que creen falsas expectativas.
El Equipo Argentino de Antropología Forense se formó en 1984 para dar apoyo científico y no gubernamental a familiares en la búsqueda e identificación de cuerpos de personas que fueron víctimas de violaciones de los derechos humanos.
Desde entonces exhumaron más de 600 cuerpos sin identificación, de los cuales 150 pertenecían a personas desaparecidas durante el régimen, según corroboraron.
Su labor cobró fama en 1997 cuando exhumaron e identificaron el cuerpo del argentino Ernesto Che Guevara, asesinado en Bolivia.
Pero también trabajaron en Brasil, Chile, Paraguay, Guatemala, Venezuela, Perú, El Salvador, Ecuador, Panamá, Honduras, Rumania, Etiopía, Kurdistán, Sudáfrica, Croacia y Uruguay.