La fuerte oposición de China a los planes presentados para reformar la Organización de las Naciones Unidas (ONU) se debe solo a su resistencia a ceder un lugar en el privilegiado club del Consejo de Seguridad a Japón, su histórico rival.
Los gobernantes chinos sienten que son parte de un club muy exclusivo y que lo merecen. No es un privilegio que estén dispuestos a compartir con recién llegados. Oponiéndose a Japón han encontrado una forma adecuada de proteger su posición, dijo a IPS un diplomático brasileño en Beijing.
China es uno de los cinco miembros permanentes del Consejo de Seguridad de la ONU con poder de veto, junto con Estados Unidos, Francia, Gran Bretaña y Rusia.
La semana pasada, Beijing criticó los esfuerzos del llamado Grupo de los Cuatro (G-4), formado por Alemania, Brasil, India y Japón, para ampliar el Consejo de Seguridad y calificó la iniciativa de inmadura, así como de amenaza a los intentos de reforma de la ONU.
Por culpa de unos pocos países que presionan con una propuesta inmadura, la reforma del Consejo de Seguridad se descarrila y el avance potencial de la reforma de la ONU es socavado, afirmó el portavoz de la cancillería china, Liu Jianchao, en rueda de prensa.
Los países del G-4 procuran un asiento permanente en el Consejo, pero se enfrentan con la resistencia del movimiento Unidos por Consenso, coalición de países liderados por Italia que aspiran a una mera ampliación de la categoría de miembros rotativos.
El movimiento, integrado entre otros por Argentina, China, Corea del Sur, México y Pakistán, trabaja por lograr un conseno antes de que se tome cualquier decisión sobre el tamaño y la forma del nuevo Consejo de Seguridad.
En un documento divulgado la semana pasada, Beijing señaló que la reforma de la ONU debe determinarse a través de un amplio consenso antes de votar, pues se trata de un asunto muy trascendente para el foro mundial.
El documento defiende la ampliación del Consejo en favor de los países en desarrollo, en especial los pequeños, pero sólo admitiendo nuevos miembros rotativos, y advierte que Beijing se opondrá a cualquier plazo para imponer el voto sobre un plan de reforma en el que los miembros aún discrepan.
Los países del foro mundial han debatido sobre la reforma del Consejo de Seguridad por más de 10 años.
El secretario general de la ONU, Kofi Annan, presentó en marzo dos proyectos para aumentar de 15 a 24 el número de miembros del Consejo, e instó a la Asamblea General a elegir uno antes de su reunión de septiembre.
Annan sostiene que el órgano debe ser ampliado para que efectivamente refleje los intereses de toda la comunidad internacional.
El primer proyecto de Annan permitiría que se sumen seis nuevos países con asiento permanente pero sin poder de veto, y otros tres rotativos por un periodo de dos años. Los asientos se dividirían de tal forma de dar una representación equitativa a todos los continentes.
El segundo modelo propone mantener los actuales cinco miembros permanentes y crear una nueva categoría de ocho países que integren el órgano por un período cuatro años, y uno durante dos años.
¿Por qué China dice no' en este momento crucial?, indicaba en un título el jueves pasado en el periódico Southern Weekend, de la meridional ciudad de Guangzhou.
No hay forma de que China pueda permitir que un Japón que todavía es irrespetuoso con la historia sea admitido en el órgano de toma de decisiones del foro mundial, respondió el diario.
Japón demandó un asiento permanente arguyendo que es uno de los principales contribuyentes financieros de las operaciones de paz de la ONU, junto con Estados Unidos, y que constantemente brinda asistencia económica a países en desarrollo a través de su ayuda oficial al desarrollo.
Pero la pretensión japonesa no cayó bien ni en Beijing ni en Seúl. Ambos gobiernos acusan a Tokio de haber distorsionado los hechos históricos de su pasado imperialista en libros de texto escolares.
Entre otras cosas, los textos señalan que Japón posee las islas de Takeshima, en el mar de Japón, disputadas con Corea del Sur.
El archipiélago fue ocupado en las primeras décadas del siglo XX por el otrora imperio japonés, que lanzó una campaña colonialista en Asia oriental cometiendo toda clase de crímenes contra la población civil.
Southern Weekend señaló que China intenta detener los planes de reforma ahora para no tener que usar su poder de veto cuando la enmendada Carta de la ONU sea enviada al Consejo de Seguridad para su aprobación.
Todos los ojos del mundo están fijos en China en este momento, dijo a ese periódico Lin Guojiong, diplomático chino retirado y con muchos años de experiencia en la ONU.
Tenemos que ser firmes y fieles a nuestra posición sobre la pretensión japonesa de ingresar al Consejo de Seguridad. Si cedemos en esto, la autoridad internacional de China, que hemos trabajado por construir todos estos años, se verá dañada seriamente, añadió.
La candidatura japonesa es la más fuerte dentro del G-7, en especial gracias a sus grandes contribuciones financieras a las instituciones de la ONU.
Pero en abril, sus pretensiones fueron socavadas por varias protestas en China y en Corea del Sur. Manifestantes en esos países criticaron a Tokio por no pedir disculpas por las atrocidades cometidas por su ejército durante la era de colonizaciones en Asia entre 1910 y 1945.
El primer ministro chino Wen Jiabao dijo en una visita a India en abril que Japón debe hacer frente a su pasado antes de postularse para un cargo de tanta importancia.
Por el contrario, respaldó las aspiraciones de India, país con que China está forjando cada vez más vínculos.
Entendemos y apoyamos plenamente las aspiraciones indias para jugar un papel más importante en los asuntos internacionales, incluso en la ONU, dijo Wen Jiabao.
Analistas señalan que la fuerte oposición a la candidatura de Japón podría provocar un quiebre en el G-4.
Japón se lleva toda la culpa del rechazo de China a la propuesta de reforma de la ONU, señaló Wu Miaofa, investigador del Instituto Chino de Relaciones Internacionales.
Desde que (los gobernantes chinos) dejaron en claro su postura, han sido más activos que ninguno en Asia sudoriental y África, proveyendo asistencia financiera y tratando de garantizar votos, añadió.
Sólo con la aprobación de dos tercios de los 191 miembros de la Asamblea General, una enmendada Carta de la ONU podrá ser enviada a los gobiernos para su ratificación.
Es poco probable que Japón gane votos en Asia sudoriental y África, ya que ambas regiones valoran la amistad de China y harán lo que diga, sostuvo Wu.