EEUU-IRÁN: Bush y Ahmedinejad, vidas paralelas

A pesar del enconado enfrentamiento entre sus dos países, los presidentes George W. Bush, de Estados Unidos, y el electo Mahmood Ahmedinejad, de Irán, tienen destacables similitudes.

Las tácticas aplicadas por ambos en sus campañas electorales demuestra que son ”almas gemelas”, sostuvo el historiador experto en asuntos de Medio Oriente Juan Cole, de la Universidad de Michigan.

Ambos hicieron gala de un discurso populista. Los dos criticaron en sus últimas campañas electorales a los gobiernos que integraban. Tanto Bush como Ahmedinejad se apoyaron en fuerzas religiosas derechistas.

También se asemejan en ciertas características personales, como la falta de preocupación por lo que sucede fuera de sus países y el enfoque maniqueo según el cual amigos y enemigos, el mal y el bien están claramente delineados.

Por supuesto, hay grandes diferencias. Bush nació en una familia de gran riqueza y prestigio político. Los orígenes de Ahmedinejad son humildes: su padre era herrero.
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El estadounidense tiene, eso es claro, mucho más poder que el iraní, quien deberá armonizar su acción con las ideas del líder religioso supremo chiita, el ayatolá Alí Jamenei, quien, sin embargo, aplaudió su triunfo electoral del día 24.

Es que el clérigo vio el dictamen de las urnas como un abucheo al propio Bush, enemigo declarado de la Revolución Islámica chiita triunfante en 1979 y vigente desde entonces.

De hecho, varios analistas consideraron que Bush alentó la concurrencia a las urnas (63 por ciento de los votantes habilitados) y la victoria de Ahmadinejad cuando insinuó su apoyo a la convocatoria estudiantil a la abstención.

El conservador ministro de Inteligencia de Irán, Alí Yunesi, agradeció a Bush públicamente por sus declaraciones, repetidas una y otra vez por la televisión estatal el mismo día de las elecciones.

Ahmadinejad llegó a esgrimir las manifestaciones del presidente estadounidense contra su rival, el ex presidente Alí Hashemi Rafsanjani, quien había explicitado su inclinación a explorar un acercamiento con Washington.

”Solo tienen que ver los comentarios” de Bush para comprender que ”siente hostilidad” contra Irán, dijo el hoy presidente electo. Fue la declaración típica para cerrar toda posibilidad de diálogo y que se podría esperar de cualquier halcón del gobierno de Bush respecto de Irán, Corea del Norte o el Iraq de preguerra.

Cole identificó en su sitio web Informed Comment varias similitudes en materia táctica entre Bush y Ahmadinejad. Ninguno de ellos atacó nunca personalmente a sus rivales políticos, pero hicieron poco por disuadir a sus seguidores de no difundir mentiras y difamaciones contra sus adversarios en medio de una campaña.

Ambos se presentaron con éxito como abanderados de la ”gente común”, aun cuando eran apoyados por representantes de la clase más adinerada. El presidente electo iraní obtuvo respaldo de ”billonarios religiosos de línea dura que han hecho poco por la gente común”. Bush, de ”la masa corporativa de cuello blanco”.

Los dos atacaron al establishment de sus propios gobiernos, aun cuando los integraban. A pesar de ser él mismo un conservador leal a Jamenei, Ahmadinejad se quejó por la corrupción estatal y ”su retórica antigubernamental pulsó la tecla de muchos iraníes”.

Bush también ”se representó como un outsider y como un crítico del gobierno”, recordó Cole.

Ahmadinejad se hizo del apoyo de los predicadores de mezquitas de todo el país, así como de miembros de la milicia religiosa, los Basij, que cuenta con una red nacional de voluntarios que alentó a la población a votar, en especial en las provincias rurales y pobres.

Y Bush ”dependió fuertemente del apoyo de iglesias evangélicas y evangelistas” que se convirtieron en ”soldados de infantería del Partido Republicano”.

Otro experto en asuntos iraníes, el profesor Gary Sick, de la neoyorquina Universidad de Columbia, consideró que comparar a Bush con Ahmadinejad resulta útil ”no porque ellos o sus naciones sean particularmente similares, sino más bien para explicar lo que sucede políticamente y qué significa”.

Sick, principal experto en asuntos iraníes del gobierno del ex presidente Jimmy Carter (1977-1981), enfatizó en la importancia de ”una gran masa compuesta de gente que tiene un aprecio especial por los valores religiosos y tradicionales” para que ambos alcanzaran el éxito.

Al igual que Bush, Ahmadinejad ”lleva la religión en la manga”, agregó Sick. El experto observó que el presidente electo iraní aparentemente nunca viajó al exterior y no tiene experiencia en política internacional, como tampoco la tenía Bush antes de las elecciones de 2000.

El primer cargo de Bush fue el de gobernador de Texas. La mayoría de la carrera reciente de Ahmadinejad fue al frente de la alcaldía de Teherán.

A pesar de su carácter religioso y tradicionalista, los dos se ven como promotores de soluciones y como gerentes.

Bush tiene una maestría en Administración de Empresas de la Universidad de Harvard y trata de conducir su gobierno con un modelo corporativo. Ahmadinejad tiene un doctorado en ingeniería de una universidad de elite de Irán y su manejo de la alcaldía capitalina ha sido elogiado hasta por sus rivales.

Así como Bush rechazó el Protocolo de Kyoto contra el recalentamiento planetario por el daño que supuestamente infligiría a la economía estadounidense, Ahmadinejad dijo, en referencia al programa iraní de enriquecimiento de uranio: ”Discutiremos racionalmente”, pero ”nadie nos obligará a cumplir con demandas” de la comunidad internacional.

Y otro aspecto en que coinciden es que no esperan nada bueno uno de otro.

”Iraq es gobernado por hombres que suprimen al libertad dentro de su país y difunden el terror en todo el mundo”, dijo Bush. ”El gobierno estadounidense rompió relaciones unilateralmente para depredar a la República Islámica”, sostuvo Ahmadinejad.

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