DERECHOS HUMANOS-PAKISTÁN: Ayer violada, hoy silenciada

Mukhtaran Bibi, símbolo mundial de las mujeres que se rehúsan a sufrir en silencio la violencia sexual, no pudo exponer su caso en Estados Unidos porque el gobierno de Pakistán le impidió viajar, aseguraron activistas de derechos humanos.

Un concejo de ancianos de la localidad pakistaní de Meerwala condenó hace tres años a Bibi a sufrir una violación a manos de cuatro hombres, por entender que debía ”limpiar el deshonor” infligido por su hermano de 11 años a una familia de casta superior, con una de cuyas hijas intimaba.

Todo el pueblo esperaba que Bibi se suicidara, o, al menos, que guardara silencio. Pero, por el contrario, la mujer acudió a la justicia y al gobierno pakistaní.

Mukhtaran Bibi obtuvo una compensación y usó ese dinero para fundar en Meerwala escuelas, un refugio de mujeres y un servicio de ambulancias.

También aprovecha todas las oportunidades que se le presentan para manifestarse contra los asesinatos, violaciones y ataques con ácido cometidos contra mujeres de Pakistán en nombre del ”honor”.

Una corte de apelaciones de Pakistán dejó sin efecto en marzo, por ”falta de evidencias”, la condena a muerte de seis personas por su participación en la violación o en la disposición del castigo.

La sentencia final corresponderá a la Corte Suprema de Justicia, ante la cual se presentará el caso el 27 de este mes.

La Red Asiático-Estadounidense contra el Abuso de Mujeres (ANAA), organización de derechos humanos radicada en Nueva York, invitó a Bibi a este país para que explicara esta semana su situación al público. Pero nunca salió de Pakistán

ANAA y la organización Amnistía Internacional acusan al gobierno de Pervez Musharraf de negar a Mukhtaran Bibi el derecho a viajar al exterior, al confiscar su pasaporte.

Varias instituciones, entre ellas ANAA, Human Rights First, Mujeres en el Islam y Amnistía Internacional reclaman que se permita a Mukhtaran Bibi viajar libremente. También exigen un cambio de actitud del gobierno pakistaní ante las víctimas de violencia de género.

Quienes invitaron a Bibi a Estados Unidos afirman que fue incluida en una ”lista de control de salida”, eufemismo que significa que se le prohibió cruzar la frontera. Musharraf, advirtieron, dio la orden para proteger la imagen de Pakistán en el exterior.

Un portavoz de la Embajada de Pakistán en Estados Unidos desacreditó esa versión.

”Mukhtaran Bibi es libre de viajar, pero eligió no hacerlo por su propia voluntad. Al comienzo, no lo hizo porque su madre estaba enferma, y ahora porque prefiere esperar el juicio en la Corte Suprema. Hablé con ella hoy y me lo confirmó”, dijo el portavoz a IPS

Pero Nuzhat Ahmad, de ANAA, rechazó esa versión. ”Cuando Bibi pidió la visa, fue rechazada por el Estado y obligada a dar una conferencia de prensa para decir que su madre estaba enferma”, aseguró.

”Nosotras estábamos entonces en contacto con su madre, que gozaba de buena salud. Más aun: su pasaporte fue confiscado y no se le permitió abandonar Pakistán”, sostuvo Ahmad.

Sólo la presión internacional obligó a Pakistán a declarar que le permitiría visitar Estados Unidos, pero Bibi cedió a la presión luego de que la Corte Suprema adelantó el juicio para el día 27, según la activista.

”Resulta claro que el gobierno trata de proteger la imagen de Pakistán en el exterior, pero organizaciones locales e internacionales ahora hacemos una fuerte campaña por los derechos humanos de Bibi”, sostuvo Ahmad.

La negativa del permiso a viajar es apenas un aspecto de las circunstancias que rodean la demanda de Bibi contra los violadores y contra la violencia de género en general.

En Pakistán, una mujer es violada cada dos horas. El año pasado hubo más de 1.000 ”asesinatos por honor”.

Las organizaciones femeninas son muy activas en ese país de Asia meridional, y sus tradiciones son mantenidas por las comunidades pakistaníes en el extranjero, como las de Estados Unidos.

”El gobierno pakistaní debe obrar con hechos, no con palabras. Por una parte, el presidente Musharraf se ufana de la moderación de su país, pero por otra califica a las organizaciones de derechos humanos de 'elementos marginales occidentalizados (…) tan malos como los extremistas islámicos'”, dijo Amna Buttar, de ANAA.

Las activistas pakistaníes no creen que la violencia de género deba atribuirse al Islam. ”No se debe a la religión, sino al machismo. El Islam siempre ha predicado el respeto y el honor de las mujeres. De hecho, no actuar frente a la maldad es antiislámico”, dijo el activista Ghazi Khankan, radicado en Nueva York.

El gobierno, la comunidad religiosa y la sociedad civil comparten la responsabilidad de proteger a las mujeres de la violación. Un imán —clérigo musulmán chiita— fue quien alentó en primera instancia a Bibi a demandar a sus violadores.

”¿Cómo tratará el gobierno a otras mujeres cuando maltratan a una defensora de los derechos hmanos como Muhktaran Bibi?”, se preguntó Archi Pyati, de la organización estadounidense Human Rights First.

El embajador pakistaní, Jehangir Karamat, prometió a ANAA y a Amnistía Internacional cooperar en el futuro, pero no pudo garantizar que Bibi podrá contar con autorización para viajar a Estados Unidos.

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