TABACO-CHINA: Guerra al hábito, paz con la industria

Si uno de cada cinco médicos chinos fuma, ¿cómo podrá este país de 350 millones de fumadores luchar contra el tabaquismo? Ése es uno de los desafíos del gobierno, comprometido a combatir el vicio sin dejar de proteger a su poderosa industria tabacalera.

Este martes, el Día Mundial Sin Tabaco, Beijing anunciará una campaña para lograr que el personal médico del país deje de fumar, así como la instalación de una serie de hospitales para no fumadores.

Veintitrés por ciento de los médicos chinos fuman todos los días, apenas un punto porcentual menos que el promedio de la población con el hábito, según una encuesta de la Oficina para el Control del Tabaco del Centro Chino para Control y Prevención de Enfermedades.

Cincuenta y siete por ciento de los funcionarios masculinos de la salud son fumadores y, en algunas zonas del país, menos de la mitad de los médicos están al tanto de los verdaderos perjuicios del cigarrillo o de los tratamientos para dejar el hábito.

”Si hay un gran número de fumadores entre los médicos, maestros y funcionarios de gobierno, será mucho más difícil combatir el tabaquismo en el resto de la población”, afirmó Jiang Yuan, de la Oficina para el Control del Tabaco.

El número de fumadores en China crece a un promedio de dos por ciento todos los años. Cerca de 70 por ciento de los adictos al tabaco son hombres, pero la proporción de mujeres va en aumento. En este país de 1.300 millones de habitantes se consumen 1,7 billones de cigarrillos anuales.

Se estima que unas 1,2 millones de personas mueren en China todos los años a causa de enfermedades provocadas por el tabaquismo, en especial cáncer. La OMS prevé que para 2050 la cifra aumentará a más de tres millones, lo que pondría en jaque al sistema sanitario del país.

Datos oficiales demuestran que la pérdida de productividad por estas muertes tempranas y los gastos en el tratamiento de enfermos de cáncer por culpa del tabaquismo implican costos económicos para China que ya ascienden a casi la mitad de las ganancias de la industria tabacalera local.

En 2000, la industria del tabaco china tuvo ingresos por 12.600 millones de dólares, sin descuentos impositivos. Ese mismo año, las pérdidas económicas del país debido a las muertes provocadas por el tabaquismo se calcularon en 5.800 millones de dólares.

Pero los intereses del gobierno en la industria del cigarrillo son el principal obstáculo en los esfuerzos para combatir el hábito. El estado tiene el monopolio de la producción y distribuición de tabaco, una de sus principales fuentes de ingreso.

Beijing firmó en 2003 la Convención Internacional contra el Tabaco, de la Organización Mundial de la Salud (OMS), pero se ha resistido a ratificarla por temor a las medidas restrictivas incluidas en el acuerdo.

La Convención, que entró en vigor el 27 de febrero, obliga a las partes a aumentar los impuestos y los precios de los cigarrillos en un período de tres años, prohibir toda publicidad dentro de cinco y colocar advertencias más explícitas en las cajetillas sobre las consecuencias del tabaquismo.

Beijing teme que esto arruine sus esfuerzos para reformar la industria tabacalera local.

”El propósito de la reforma de la industria es ayudar a las compañías tabacaleras internas a enfrentar la competencia de las firmas extranjeras”, dijo Hu Xinhua, funcionario de la Administración Estatal del Monopolio del Tabaco.

La pugna entre las tabacaleras locales y las extranjeras aumentó desde que China ingresó a la Organización Mundial del Comercio en 2001. La Administración prevé reorganizar la amplia gama de empresas chinas a través de una serie de fusiones y adquisiciones, e impulsar el desarrollo de grandes marcas de cigarrillos.

El año pasado, Beijing bloqueó el ingreso de firmas extranjeras alegando la existencia de una saturación del mercado.

”A pesar de que está requerido por la Convención, no creo que se produzca un aumento en los impuestos y en los precios en el futuro cercano. La ley china sobre el monopolio establece que la industria tiene que garantizar ingresos para el estado, a la vez que proteger los derechos de los consumidores”, explicó el secretario general de la Sociedad China del Tabaco, Zheng Fugang.

No obstante, Beijing prometió ratificar la Convención dentro del primer año de entrada en vigor.

”Hemos recibido claras señales del gobierno de que están al tanto de la magnitud de la crisis en la salud y además comprometidos a avanzar hacia la ratificación del tratado”, señaló Wu Yanwei, de la misión de la OMS en Beijing.

El presidente Hu Jintao y el primer ministro Wen Jiabao, a diferencia de sus predecesores, procuran dejar en claro que son concientes de la amenaza para la salud que representa el tabaquismo. Jamás se los ha visto en televisión o en las fotografías de los periódicos con un cigarrillo en la boca.

En cambio, es muy común encontrar imágenes de los líderes revolucionarios Mao Zedong y Deng Xiaoping fumando.

En muchas familias chinas, ofrecer un cigarrillo a un visitante sigue siendo una demostración de cortesía y amistad.

Es esto demuestra que el hábito de fumar está muy arraigado en la sociedad china y que su erradicación necesitará más que avisos en las cajetillas.

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