Una acusación de antisemita y pro nazi lanzada contra Salvador Allende (1908-1973) es grotesca y parte de un libro que pretende ser un estudio académico, pero no es más que un libelo, dijo a IPS el abogado Joan Garcés, presidente de la fundación que lleva el nombre del fallecido presidente chileno.
Garcés fue asesor personal de Allende cuando éste se postulaba a la Presidencia de Chile, que ejerció desde 1970 hasta que se quitó la vida resistiendo el violento golpe de Estado del 11 de septiembre de 1973. Entonces Garcés se asiló en una embajada, y más tarde pudo regresar a su país, España, donde reside desde entonces.
Su desmentido alude a un trabajo recién editado, Salvador Allende, antisemitismo y eutanasia, de Víctor Farías, en el que se describe al chileno como un convencido antisemita, defensor de la predeterminación genética de los delincuentes y un protector de nazis refugiados en Chile.
Farías acusa a Allende de haber protegido al ex teniente coronel de las SS alemanas Walter Rauff, el inventor del sistema de exterminio con camiones de gas y, por tanto, el responsable de la muerte de medio millón de personas en Auschwitz.
En una entrevista publicada en el diario La Segunda, de Santiago de Chile, Farías afirmó que en la tesis Higiene mental y delincuencia, presentada por Allende en mayo de 1933 ante la Universidad de Chile para obtener su título de médico cirujano, éste se muestra como antisemita en el sentido biológico.
Garcés consideró estas acusaciones falsedades deliberadas y sin soporte alguno, pues Farías montó el libro basándose en su afirmación de que se ha ocultado la tesis, lo cual no es verdad ya que quien desee verla puede consultarla en la Facultad de Medicina de la Universidad de Chile.
El abogado y defensor de derechos humanos dijo que la Fundación Presidente Allende publicaría en tres semanas, a más tardar la tesis médica de Allende, que fue obtenida en la biblioteca de dicha Facultad, que le extendió una copia certificada.
Basta leer esa tesis para demostrar que el libro es un libelo grotesco, como si fuera de encargo, ya que parece imposible llegar a un montaje tan delirante sin soporte alguno, aunque el autor se presente como un estudioso académico, dijo.
Según el artículo de Juan Carlos Girauta publicado en el diario español en Internet Libertad Digital(http://www.libertaddigital.com/) Farías es un filósofo, historiador, catedrático de la Freie Universitat de Berlín y académico en Estados Unidos y Argentina.
En la tesis de marras, el joven aspirante a médico estudiaba las escuelas vigentes en 1933 en medicina legal y criminalística acerca de la personalidad del delincuente, sus orígenes, y métodos para prevenir delitos y rehabilitar infractores.
La publicación de la tesis aporta un eslabón, hasta ahora desconocido, de la coherencia de Allende a lo largo de su vida con principios de progreso social y cultural mediante el desarrollo de la democracia política y económica, el respeto a los valores humanistas y la condena de toda forma de discriminación racial y antisemitismo, afirma un comunicado divulgado el 17 de este mes por la Fundación.
El joven Allende menciona las observaciones del criminólogo italiano (Cesare) Lombroso sobre la supuesta relación entre los hindúes, árabes, gitanos y hebreos y determinados tipos de delito, y concluye que Lombroso no ha demostrado que la raza influya en la delincuencia, prosigue el comunicado y cita una frase de la tesis: Carecemos de datos precisos para demostrar este influjo en el mundo civilizado.
Allende también menciona las tesis del entonces famoso endocrinólogo Nicolás Pende sobre los italianos del sur, los españoles y los ingleses en relación con la actividad del tiroides, continúa el texto.
Y coincide con otros estudiosos en que son insuficientes, simplistas y unilaterales las doctrinas de las escuelas endocrinológicas que, como las referidas al tiroides y al timo, ven en la secreción interna de las glándulas la única explicación del crimen, afirma el comunicado.
En la tesis, Allende situaba dentro de la categoría de delitos colectivos a los entonces nacientes movimientos nazi-fascistas, a los que, sin citarlos por su nombre, describe así: La crisis económica mundial, y la inestabilidad política existente han creado instituciones armadas con caracteres de partidos políticos, que se combaten con suma violencia en diferentes países.
Además, Allende consignó que algunos líderes de masas de esos tiempos tenían una naturaleza criminal y utilizaban la fuerza para imponer sus principios por sobre todas las cosas.
Así se explican algunos aspectos verdaderamente trágicos que adquieren estos delitos colectivos, pues en las multitudes se desarrolla, con excesiva facilidad, un fenómeno psicopatológico, que eminentes psiquiatras han estudiado, y que se considera como un virus destructor, afirmaba la tesis, según la Fundación.
Nada más fácil entonces que la influencia perniciosa que sobre las masas pueda ejercer un individuo en apariencia normal, y que en realidad al estudiarlo nos demostraría pertenecer a un grupo determinado de trastornados mentales, continuaba.
Allende concluía su tesis afirmando su confianza en el libre albedrío y la conciencia humana.
Cada sociedad modela sus delincuentes o hace a sus hombres superiores, y que, en uno y otro caso, en lo individual y en lo social, un imperativo ético obliga a decidir toda actividad en un sentido de superación. Si no ocurre así, es seguro que nuestra conciencia se gravará con la idea de hallarnos ante un escultor mediocre, merecedor de nuestro desdén, afirmaba.
Cuando Allende asumió la presidencia, en noviembre de 1970, se celebró en la Catedral de Santiago de Chile el tradicional tedeum, que fue por primera y única vez ecuménico, ya que participaron todas las iglesias, inclusive la judía.
En su libro, Farías acusa a Allende de haber protegido al criminal de guerra Rauff, quien se trasladó a Chile luego de la segunda guerra mundial (1939-1945) y residió en ese país hasta su muerte, en 1984.
Sin embargo, el gobierno de Allende posibilitó que Rauff fuera interrogado por un funcionario judicial alemán el 28 de junio de 1972 en la embajada de la entonces República Federal de Alemania en Santiago, recordó la Fundación.
Según la Fundación, Farías tergiversa el modo en que el presidente Allende se solidarizó con Simon Wiesenthal (investigador y cazador de criminales nazis), al tiempo que le explicó que el Estado de derecho vigente en Chile obligaba al presidente a cumplir lo dispuesto en la resolución de la Corte Suprema de 1963 relativa a Rauff.
El tribunal había desestimado un proceso contra Rauff, alegando que los crímenes de que se lo acusaba, habían prescripto según las leyes locales.
De acuerdo a un documento firmado por Wiesenthal y reproducido por la fundación, Rauff tenía suerte, ya que según el régimen chileno de la prescripción no cabe inculpar a alguien de asesinato una vez transcurridos quince años, y cuando la Corte Suprema en Santiago consideró el caso, habían transcurrido 18 años.
Wiesenthal afirmó que tras esa decisión judicial, solamente sería posible atrapar a Rauff si llegaba al poder en Chile un régimen distinto. Ocho años después ocurrió justamente eso: el socialista Salvador Allende se convirtió en jefe de Estado. El 21 de agosto (de 1972) pude entregar al embajador (chileno) en Viena (…) una carta a Allende en la que llamaba su atención sobre el caso Rauff.
A esa carta, prosigue Wiesenthal, Allende contestó muy cordialmente, pero indicó lo difícil que resultaba reabrir un caso cuando la Corte Suprema ya lo había sentenciado. Pedí a Allende que examinara la posibilidad de deportar a Rauff, que aún no se había naturalizado en Chile (à) Pero antes de que Allende pudiera contestar mi segunda carta hubo un golpe de Estado y murió. (